Morena en Manzanillo: entre la espada y la pared

POR Bibiano Moreno Montes de Oca

Si un municipio del estado se encuentra ante una seria crisis de valores, sin duda que ese es Manzanillo, donde sus habitantes están arrinconados entre la espada y la pared: por un lado, el clan de los Vizcaíno (padre e hija) y sus propuestas acedas para la alcaldía porteña más importante, política y económicamente, de la entidad, Rosa María Bayardo Cabrera y Andrea Naranjo Alcaraz; por el otro, los cómplices de fechorías de la reiterativa y mazorquera Gris Celda Martínez Martínez, Martha María Zepeda del Toro y Eduardo Camarena Berra.

Con estos cuatro angelitos pretende Morena castigar a los manzanillenses, pues parece que no hay más de donde echar mano, es decir, tan malos los pintos como los colorados. En los hechos, por donde quiera que se le vea, se trata de más de lo mismo: ni la directora del DIF Estatal ni la diputada local que representa el Plan B de los Vizcaíno son levadura que asegure buen pan; pero tampoco el proyecto de la primitiva Gris Celda Martínez es garantía, salvo para un grupúsculo que seguiría explotando por tres años más a la sufrida población de Manzanillo.

La rupestre alcalde de Manzanillo sólo busca alargar su mandato ya de por sí muy extendido por sus tres años extras que logró sorprendiendo al electorado porteño, intentando insertar a alguna de sus dos fichas para que la suplan en el cargo que aún ostenta, pues difícilmente, a menos que le funcionen sus padrinos políticos que tiene en Bucareli, logrará conseguir algo más que no sean puros sentones. Pero en el caso de los Vizcaíno llegamos a la misma conclusión: seria solamente el quítate tú para ponerme yo.

Así, pasaríamos de un cacicazgo político a otro: las cartas de la mazorquera Gris Celda Martínez, Martha Zepeda y Eduardo Camarena, serían sólo para prolongar aún más la agonía de los porteños, pero con las entenadas del gobernador de facto de Colima, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, nadie saldría de algún apuro: Rosa Mara Bayardo y Andrea Naranjo serían simples marionetas en manos del vejete, que al municipio lo convertiría en su coto de caza –y de pesca— privado, lo cual sería tanto como premiar sus excesos y abusos.

Una tercera vía alterna para Manzanillo sería un buen candidato o candidata de una alianza entre varios partidos políticos que no tengan nada que ver con las propuestas hechizas de Morena, es decir, nada para el siniestro clan de los Vizcaíno, pero tampoco nada para la básica Gris Celda Martínez y su grupúsculo. La alternativa es un abanderado que no represente los nefastos intereses de los nuevos ricos de la política en Colima, en cualquiera de sus dos envases: el del griseldato y el del indirato.

A pesar de que los tiempos ya están encima, aún hay posibilidades de encontrar en Manzanillo un abanderado que no tenga el sambenito de ser de la cuadra vizcainista o de la griseldista. Así, sin nada que ver con los cacicazgos de Gris Celda Martínez ni de los Vizcaíno (los Vizcochinos), mucho saldrán ganando los porteños. Si, por el contario, se aferran a cualquiera de esos dos proyectos nefastos, los que perderán en toda la línea serán los propios manzanillenses. Están advertidos.