Trilogía en seis partes sobre últimos días de Cristo (III de VI)

POR Bibiano Moreno Montes de Oca

En la segunda novela de la trilogía de Caballo de Troya, obra que se extiende más de la cuenta, gracias al escritor español J.J. Benítez, siguen los pormenores de lo que ocurre en los últimos días de Cristo. En las entregas de hoy y mañana analizo a profundidad la novela Caballo de Troya 2. Chécatela. 

Caballo de Troya 2 / J.J. Benítez (III) 

En la primera parte de la saga titulada Caballo de Troya, el autor, J.J. Benítez, habla de un misterioso personaje (llamado Jason) que le entrega documentos que prueban que viajó al pasado (el año 30 de nuestra era) y conoció a Jesús, a sus apóstoles, familiares y conocidos contemporáneos. La primera extensa novela resultó ser insuficiente para que el escritor español pudiera detallar todo lo que ocurre en dos viajes (o saltos al pasado) que fueron realizados, por lo que en la segunda parte completa algunas cosas que quedaron inconclusas. 

El tal Jason (que en realidad es un piloto de la NASA que participa en un proyecto denominado Caballo de Troya) concluye su relato de la primera parte cuando regresa a su época (1973, año en el que se realizó la operación), pero con la convicción de que realizará (junto con su acompañante, al que se identifica como Eliseo y es el que siempre permanece en la nava) un segundo viaje para seguir la investigación sobre la resurrección de Jesús y la reacción de todos sus allegados ante dicho fenómeno. 

Antes de entrar en los pormenores del segundo viaje, el mayor de la NASA da a conocer que se cambia el lugar de lanzamiento de la nave (la que llaman la cuna) a la meseta de Masada, en el mismo Israel, pues en las fechas en las que se lleva a cabo la operación Caballo de Troya (tan súper secreta que ni el mismo gobierno judío sabe la verdad) los conflictos entre los israelitas y los palestinos están en su punto más álgido. De hecho, el derribamiento de un boing en espacio judío es utilizado para desviar la atención de los reales planes de Estados Unidos. 

La verdad, no es tan fácil poder explicarle al gobierno judío que la operación del lanzamiento de una nave de suelo israelita que se viajará a los tiempos previos a la muerte de Jesús, pues podría haber obstáculos infranqueables hasta por razones religiosas, ya no digamos políticas. Por cierto, en un recorrido por la zona en la que peregrinó Jesús, hasta ser ejecutado, el mayor explica que todo eso es falso: no es el mismo lugar real por el que transitó el nazareno; más aún, ahora todo es un negocio esplendoroso que explota el cristianismo. 

En fin: después de demasiados detalles sobre los preparativos para el segundo lanzamiento de la nave a la era de Jesús (el año 30), que murió de 36 años, el mayor Jason (nombre que utiliza en tiempos del rabí, haciéndose pasar por un comerciante de origen griego, aunque dominando también el arameo, la lengua con la que se comunicaban en esos tiempos) logra rescatar la grabación de lo que ocurrió en la llamada última cena, a la que no tuvo acceso por no ser de los apóstoles, aunque sí había llegado a trabar buena amistad con el hijo de José y  María (que, en realidad, es Miriam, no María). 

En la primera parte de la saga Caballo de TroyaJason había explicado que dejó una grabadora bien instalada para registrar todo cuanto ocurre en esa célebre reunión (que en pleno Renacimiento Leonardo Da Vinci retrató bellamente en su famoso cuadro llamado La última cena). En el segundo viaje que realiza, Jason logra recuperar la grabación, la que reproduce con nitidez todo tipo de sonidos, dando paso a diálogos sueltos, eructos, escupitajos, ruñir de huesos y, por supuesto, el mensaje que Jesús les da  a sus fieles seguidores. 

Los cuatro evangelistas oficiales de la Iglesia Católica no parecen decir mucho sobre lo ocurrido en esa cena; es más, parece que los testimonios que se conocen fueron distorsionados. El caso es que el maestro menciona cosas muy interesantes que le pueden interesar a más de un católico. Así inicia su larga perorata ante los doce apóstoles, según la narración de Caballo de Troya 2

“Ya os he dicho cuánto deseaba celebrar esta cena con vosotros. Y sabiendo en qué forma las demoniacas fuerzas de las tinieblas han conspirado para llevar a la muerte al Hijo del Hombre, tomé la decisión de cenar con vosotros, en esta habitación secreta y un día antes de la Pascua, ya que mañana, a esta misma hora, no estaré con vosotros. Os he dicho en repetidas ocasiones que debo volver al Padre. Ahora ha llegado mi hora, aunque no era necesario que uno de vosotros me traicionase, poniéndome en manos de mis enemigos…” 

En este punto es cuando se arma cierto alboroto, pues ante la posibilidad de que esté de infiltrado un traidor entre los apóstoles de Jesús, todos se apresuran a hacer la clásica pregunta: ¿Seré yo?, incluido el propio Judas Iscariote, que al final de los otros once también la hace, pero tratando de no ser escuchado por los demás. Al respecto, la respuesta del nazareno es la siguiente ambigua expresión: “¡Tú lo has dicho!” 

El mensaje de Jesús en su última cena está lleno de giros que retratan su carácter, ya sea en plan de broma, triste, serio; en suma, el ser humano que se despide de sus amigos con gran dolor, sabedor de que va a morir. Así, en una parte de su enigmático mensaje, dice: “Por tanto, si voy antes que vosotros al reino celestial del Padre, tened la seguridad de que enviaré a por vosotros para que podáis estar conmigo en los lugares que fueron preparados para los hijos mortales de Dios, antes de que existiese este mundo…” 

Un pasaje inquietante del mensaje del nazareno es el siguiente: “Cuando haya vuelto a vosotros en espíritu podré guiaros mejor a través de esta vida y de las muchas moradas de la vida futura, en el cielo de los cielos. La vida en la eterna creación del Padre no es un descanso, una ociosidad sin fin o una egoísta comodidad, sino una incesante progresión en gracia, verdad y gloria. Cada una de las muchas moradas en la casa de mi Padre es un lugar de paso; una vida diseñada para que os sirva de preparación para la siguiente, Y así, los hijos de la luz seguirán de gloria en gloria hasta que alcancen el estado divino (en el que serán espiritualmente perfectos), al igual que el Padre es perfecto en todas las cosas…” 

La parte final del mensaje del rabí no tiene desperdicio: “Pero recuerda mi promesa –se dirige directamente a Simón Pedro—: cuando haya resucitado, me quedaré con vosotros un tiempo antes de ir al Padre. Incluso esta noche haré súplicas para que os fortalezca ante lo que os debéis soportar. Os amo a todos con el amor con que el Padre me ama y, por tanto, de ahora en adelante, debéis amar los unos a los otros como yo os he amado…” 

Después de escuchar la grabación de lo ocurrido en esa famosa cena, los preparativos para el lanzamiento de la nave al pasado por segunda vez están prácticamente listos, por lo que Jason y Eliseo viajan de nuevo a la fecha en la que Jesús murió, resucitó y salió de la cueva en la que fue depositado su cuerpo sin vida. La noticia de que el nazareno volvió a la vida ha corrido como reguero de pólvora por la ciudad, de manera que el mayor de la NASA se encamina a los dominios de Pilato, con el que vuelve a sostener una larga charla y abordar el tema del momento. 

El rumor de la resurrección de Jesús se había confirmado al haber sido visto por varios grupos de mujeres que de inmediato lo reconocieron, aunque en esos lejanos tiempos la versión de una del sexo femenino no era tomada muy en serio. El mayor, no obstante, comenzó a indagar entre todos los posibles testigos del milagro, aunque se tratara de mujeres, por lo que escuchó lo mismo a María Magdala (la Magdalena) que a la propia María, madre del rabí. 

Sin embargo, cuando un hombre dio su versión sobre el resucitado, las cosas cambiaron: todos creyeron sobre el suceso; más aún, ese testigo, que fue el joven Juan Marcos, hasta exhibió las palabras textuales que le habría dicho el nazareno al verlo:  

“Que la paz sea con vosotros. Aun cuando el Hijo del Hombre haya aparecido en la tierra entre judíos, traía su ministerio para todos los hombres. Dentro del reino de mi Padre, no hay ni habrá judíos ni gentiles. Todos seréis hermanos… Los Hijos de Dios. Id, por lo tanto, por el mundo entero extendiendo este evangelio de salvación, como lo recibisteis de los embajadores del reino y yo os recibiré en la comunión de la fraternidad de los hijos del Padre en la fe y en la verdad”.