Riult y las encuestas fantasma

POR Jorge Octavio González

Si hay algo peor que un político que le miente a la sociedad con propuestas inviables sobre seguridad, lo es, definitivamente, si el político les hace creer que va arriba en las encuestas cuando no es así.

Ayer, en los medios donde Riult Rivera coloca boletines, fotos y encuestas por encargo, publicaron un estudio de opinión en donde ponen al candidato del PRIAN a la presidencia municipal de Colima en el primer lugar, muy arriba de sus contrincantes de MORENA y MC.

En las campañas, como se ve a nivel nacional, hay encuestas que tienen números variopintos: algunas dan hasta 3 mil puntos de ventaja a Claudia Sheinbaum y hay otras que se cierran a un dígito entre la abanderada de Fuerza y Corazón por México y Seguimos Haciendo Historia.

Las encuestas, como bien se ha señalado, son la fotografía del momento y no siempre son acertadas; en el pasado sucedió que se equivocaron rotundamente y tuvieron que salir a ofrecer disculpas por no atinarle al resultado.

La encuesta publicada ayer, como parte de la estrategia de propaganda del candidato del PRI y el PAN a la alcaldía de Colima, no tendría por qué cuestionarse si su financiador pidió que lo pusieran en el primer lugar de las preferencias.

Todos los candidatos, en mayor o en menor medida, pagan las encuestas para dar la percepción de que van ganando y que no hay manera de que los alcancen.

El problema con el estudio de opinión de la empresa FactoMétrica es, lamentablemente, que es falsa. ¡Es falsa! ¡FALSA! ¡FAL-SA!

FactoMétrica es, en efecto, una empresa que ofrece asesoría en marketing y realiza encuestas telefónicas y a través de redes sociales; está ubicada en Monterrey, Nuevo León, y ofrece los servicios de encuestas IVR (respuesta de voz interactiva), encuestas calla center y mensajes de voz y sms.

En su página de internet, por ejemplo, aparecen estudios de opinión de las gubernaturas de Jalisco, Tabasco, Guanajuato, Yucatán, Veracruz, Chiapas, Puebla, Morelos, Ciudad de México, además de las alcaldías de la CdMx y de Nuevo León y de la presidencia de la República.

¿Y de Colima? Nada de nada.

No existe ninguna encuesta sobre Colima ni ninguna de sus alcaldías.

¿Qué pasó, entonces?

Que la encuesta enviada por el equipo de campaña de Riult Rivera, que es otra de las estrategias de propaganda de Mario Anguiano Moreno, no existe porque jamás se llevó a cabo; al menos no la hizo la empresa FactoMétrica.

Y luego se nota que fue maquinada por el propio war room de la campaña del panista: en la encuesta ponen los nombres de dos mujeres que NO están participando en la elección por la presidencia municipal. Ya desde ahí los resultados, aunque fuera verídica la encuesta, no serían creíbles ni apegados a la realidad.

Para que eso suceda tendrían que poner a todos los candidatos que están registrados en la competencia por la alcaldía de Colima y quitar a quienes les negaron el registro, que al menos en la encuesta de FactoMétrica son dos.

Qué bajo ha caído Riutl Rivera que, con tal de hacer creer a la gente que va bien en las encuestas, es capaz de recurrir a la falsificación de estudios de opinión en donde, obviamente, se pone en el primer lugar de las preferencias, aunque la cruda realidad pone a Riult, si bien le va, en tercer lugar, muy por debajo de las punteras.

El equipo de Riult Rivera puede pagar todas las encuestas que quieran, pues para eso Mario Anguiano Moreno está financiando la campaña con mucho dinero; lo que no se vale es que se inventen una encuesta de una empresa que ni siquiera le está dando seguimiento a las campañas que se están desarrollando en Colima.

La desesperación, ciertamente, orilla a las personas a cometer errores; el problema es que en las campañas los deslices de este tamaño se pagan muy caro.

Y Riult Rivera, que al menos le está echando todas las ganas del mundo a su campaña electoral, quedará marcado por las trampas con que se hizo de la candidatura, su cobardía por impugnar a mujeres para que no compitieran en la elección, ser un empleado y títere de Mario Anguiano Moreno y, por último, falsificar encuestas para levantarle el ánimo a sus seguidores.

A ver si como regidor entiende que la obsesión por el poder es una mala consejera.