OPINIÓN EXPRESS

POR Jorge Octavio González

¿Una vida vale más que 600?

Un día, mientras Indira Vizcaíno Silva tomaba la decisión de no cumplir los acuerdos pactados con el crimen organizado durante la campaña electoral, el cártel que la ayudó a que ganara la gubernatura decidió cobrársela como ellos saben: a balazos, no con abrazos.

Al no tener eco su primera retaliación, se desató un baño de sangre que ha dejado enlutada a cientos de familias a lo largo y ancho del Estado.

Si hubieran tenido éxito en su empresa de desaparecer a la gobernadora cuando decidieron llevar a cabo el magnicidio, nada de lo que está pasando estuviera sucediendo: no habría más de 600 muertos desde aquel 25 de enero de este año, cuando se hizo una masacre en el CERESO de Colima.

Eliminar a una sola persona. Una sola. Y todo este terror no hubiera sucedido jamás. ¿Qué es una sola persona? Alguien que, se ha demostrado, ha sido incapaz de llevar las riendas de la entidad. Una soberbia, presuntuosa, mandataria; indolente, descarada y cínica.

¿Se lee duro y cruel esto?

Ahora veámoslo desde el lado de las víctimas.

Por su negativa a cumplir los acuerdos pactados con el crimen organizado, en donde los criminales dicen que participó el pinchi chapulín Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, los líderes del CJNG enviaron a José Bernabé Brizuela alias La Vaca para que la eliminara.

Al negarse, se hizo la escisión del cártel y surgió Los Mezcales. Y cada muerto desde entonces, esto eso, desde la masacre en el CERESO, es un sacrificio que se tiene que pagar para mantener viva a la gobernara Indira Vizcaíno.

Esto se lee peor, ¿verdad?

Imaginemos por un momento la cara de los familiares de cada una de las víctimas cuando alguien llegue y les diga: “la gobernadora decidió no cumplir su palabra y se va a armar la grande; así que cada uno de sus seres queridos va a pagar con sangre en tanto la góber continúe con su capricho de no cumplir con lo pactado”.

Esto es: cada asesinado, cada descuartizado, cada secuestrado, cada torturado, cada desaparecido, cada feminicidio, cada mujer y niño inocente que se atravesó en el fuego cruzado, será el sacrificio y el costo a pagar por la seguridad de la gobernadora.

¿Qué hubiera pasado si aquella orden que dieron los líderes del CJNG la cumplía a cabalidad La Vaca? No estaría una persona, ciertamente; sin embargo, lo más seguro es que la mayoría de los más de 600 muertos desde el 25 de enero de este año seguirían vivos, con sus seres queridos.

¿Habrá valido la pena toda esta guerra de cárteles por compromisos incumplidos del gobierno?

La respuesta sólo la tienen los familiares de las víctimas. Nadie más.