POR Jorge Octavio González
México se está cayendo a pedazos y no hay nadie que esté haciendo hincapié en eso; el presidente López Obrador prefiere pelearse con Ricardo Salinas Pliego y exhibir a Ciro Gómez Leyva y a Joaquín López-Dóriga de haber tenido un problema fiscal que se solucionó obligándolos a pagar.
En Colima, por ejemplo, no hay nadie que esté hablando de los grandes temas que aquejan al país.
Guerrero, por ejemplo, es una tierra de nadie; bueno, es del crimen organizado. Hay localidades desiertas, como pueblos fantasmas; sin embargo, la autoridad no aparece por ningún lado.
El asesinato del normalista de Ayotzinapa, Yanqui Kothán Gómez Peralta, obligó a la gobernadora Evelyn Salgado a pedirle la renuncia al secretario general de Gobierno y al secretario de Seguridad Pública; también se la pidió a la Fiscal General, pero ella se negó y pidió que se hiciera por los canales conducentes.
En Campeche, donde gobierna una mujer sin principios ni capacidad como Layda Sansores, demostró su indolencia cuando le pidieron ir la manifestación que hacían policías en un centro penitenciario.
La mandataria envió a mujeres policías a resolver la situación, pero fueron sin armas y sin un plan eficaz, lo que orilló a que fueran recibidas con piedras, machetes, insultos y, lo peor, a ser agredidas sexualmente.
Layda Sansores, cuando le pidieron que fuera al lugar de los hechos, respondió que mejor fueran sus madres. Pues le tomaron la palabra: acudieron a manifestarse las madres de las policías y miles de personas más que obligaron a la mandataria a ceder y a pedir una mesa de diálogo para resolver el problema.
Y en Culiacán, Sinaloa, grupos del crimen organizado secuestraron con total impunidad a más de 60 personas en unas cuantas horas; el gobernador Rubén Rocha Moya minimizó el asunto, pero después tuvo que reconocer la gravedad del problema.
Al final soltaron a más de la mitad de los levantados, pero quedó exhibida la debilidad y mediocridad del gobierno de MORENA en Sinaloa.
Y así está Zacatecas, Michoacán, Chiapas, Tamaulipas, Veracruz, Chihuahua, entre otras entidades donde la mayoría es gobernada por el partido del presidente de la República.
Nadie, en Colima, está abordando los temas que lastiman a México; todos prefieren irse a los tianguis y a las plazas públicas a prometer lo que no van a cumplir.
¿Alguien ha visto a Riult Rivera hablar de los grandes temas? ¿A Nazario Rodríguez Guerra? A él lo encuentran bailando salsa. ¿A Gricelda Valencia de la Mora? ¿A Leoncio Morán Sánchez? ¿A Virgilio Mendoza?
Bueno, hay que ser más preciso: nadie de la alianza Seguimos Haciendo Historia podrá hablar de los temas porque tendría que justificar la masacre que hay todos los días en el país. Y ellos, sólo por eso, serán castigados con el rechazo de la ciudadanía este 2 de junio.
¿Los abanderados de la alianza Fuerza y Corazón por México dónde están?
Bailando, tomándose fotos, repitiendo el guion que les dieron, tratando de no gastar en su imagen y su promoción; prometiendo a los mismos reporteros incautos que les regalen espacios para ponerse a mano cuando lleguen, cosa que nunca sucede.
¿Y el dinero para las campañas?
El septuagenario Arnoldo Ochoa González fue claro: primero apoquinan para la causa y el partido y se rascan con sus propias uñas.
Mely Romero, Crispín Guerra Cárdenas, tampoco han salido a cuestionar lo que sucede en el país.
A ver si, cuando estén compitiendo los candidatos a los cargos locales, sube el tono de las campañas.
Mientras tanto, todos generan ruido político; nadie se escapa.