POR Jorge Octavio González
Lo sucedido en Cuauhtémoc anoche no tiene madre: una masacre que la inepta Gaby Mejía e Indira Vizcaíno debieron evitar.
En un lugar público, concurrido, puede llegar un sujeto o varios con armas de grueso calibre y disparar en contra de quien sea sin que haya consecuencia alguna.
Si llegaron hasta el lugar de los hechos, quiere decir, desde luego, que habían estado portando las armas por varias horas y trasladándose de un lugar a otro sin que autoridad alguna lo detectara.
En los operativos para recaudar dinero, sin embargo, detienen a los automóviles por cualquier motivo; ni siquiera pueden fundar y motivar su revisión, pero ahí están multando a las personas por alguna falta administrativa.
¿Y los sicarios? No los ven nunca. ¿Y los cuerpos que mueven en autos para llevarlos a enterrar o a tirar en lugares alejados? Tampoco los ven y mucho menos los detienen para ver qué tienen en su interior.
Un sicario o un comando armado puede circular por varios municipios de la entidad colimense y las autoridades de todos los órdenes de gobierno jamás los detienen ni revisan sus vehículos para incautar las armas y las drogas que lleven, no se diga los cadáveres que están por tirar en algún lote baldío.
Así sucedió en Cuauhtémoc, el municipio de una presidenta municipal incapaz y mediocre: llegaron unos sujetos fuertemente armados y dispararon en contra de siete personas, algunos de ellos menores de edad, y pudieron huir sin problema alguno.
Qué ineptitud de la policía de Gaby Mejía; si tuviera vergüenza estaría presentando su renuncia en estos momentos. No puede ser posible que permitan que este tipo de actos criminales sucedan en un lugar público y a la vista de muchas personas.
De los siete lesionados, no todos murieron; algunos están hospitalizados y al parecer pueden salvar sus vidas. El problema es que ni siquiera tendrían que estar en esta situación si vivieran en un lugar tranquilo donde las autoridades tuvieran orden y control.
El crimen organizado ha rebasado a las autoridades; en Cuauhtémoc así es. Y Gaby Mejía, que piensa en reelegirse en el 2024, es la más sinvergüenza de todas, sobre todo porque es igual a Indira Vizcaíno: indolente, frívola, incapaz y sin alma.
Sólo alguien que no tiene corazón sigue su vida como si nada hubiera pasado; sólo alguien miserable puede hacer como que no pasa nada y al día siguiente salir y sonreír a la gente y estrechar la mano de personas que se crucen en su camino.
Las masacres son cada vez más recurrentes en Colima; la muerte y la sangre derramada todos los días se está normalizando.
Y todo porque autoridades insensibles e indolentes como Indira Vizcaíno y Gaby Mejía están en cargos como viles floreros, mientras que la delincuencia organizada es la que manda y decide lo que sucede en Colima.
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