POR Jorge Octavio González
Indira Vizcaíno no ha estado de buen humor las últimas semanas.
Y no es para menos: se documentó que es una corrupta y una mercenaria de la política que está dispuesta a hacer lo que sea con tal de enriquecerse.
Pagó una casa de más de 10 millones de pesos en uno de los fraccionamientos más exclusivos de Villa de Álvarez, además de que sus más cercanos funcionarios hicieron lo propio y tienen casas de 3 millones en Bosque Real.
A nivel nacional exhibieron que Indira Vizcaíno ordenó robarle más de 14 millones de pesos a los más de 2 mil trabajadores de confianza para financiar la campaña de Claudia Sheinbaum.
También dieron a conocer que varios funcionarios de la administración estatal fueron enviados a Jalisco, con todo pagado, a promover a la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México porque tuvieron información de dónde estarían haciendo la encuesta para elegir al coordinador de los comités de defensa de la cuarta transformación.
Lo peor, sin embargo, es que en el gobierno del Estado continúan pasando charola con los empleados de confianza, pese a que la mandataria, cínica y sinvergüenza como es, juró y perjuró que esas prácticas no se hacían en su gobierno.
Incluso se atrevió a pedirle a los trabajadores que denunciaran ante la Contraloría General del Estado y la Fiscalía Anticorrupción si llegaran a ser víctimas de presiones para dar parte de su salario.
Sólo alguien indolente y caradura como Indira Vizcaíno pediría a los trabajadores que hicieran las denuncias ante dos instancias que ella controla. Isela Uribe Alvarado es su subordinada y Mario Ochoa es un imbécil que sólo sigue las órdenes del mini fiscal Bryant Alejandro García Ramírez, un sirviente de la gobernadora.
No dijo, por el contrario, que podrían hacer las denuncias ante el Instituto Nacional Electoral o el Tribunal Electoral del Estado, dependencias que sí están facultadas para conocer de casos de delitos electorales y que pueden emitir sanciones e interponer denuncias ante la Fiscalía General de la República.
Cabe destacar que Indira Vizcaíno hizo un gesto de desprecio y repudio hacia el reportero que le preguntó sobre la adquisición de las casas millonarias, tema que nunca quiso abordar y que por tal motivo dejó correr los días para que la prensa alquilada se olvidara del tema.
Indira está mal y de malas; todas las irregularidades de ella y sus funcionarios están saliendo a relucir a la opinión pública, pese a que controla la mayoría de los medios de comunicación de Colima, que ante unos contratos son capaces de arrodillarse y vender su dignidad y traicionar los principios éticos del periodismo.
La gobernadora no dimensiona cómo es que todo se le está viniendo encima si paga millones a mercenarios de la pluma que la alaban todos los días y dicen que es la mejor mandataria que ha existido en toda la historia de Colima.
Igual que el cuento de que es la gobernadora más feminista de la historia de Colima, cuando en la entidad hay una tasa de feminicidios que jamás se vio en años pasados.
No ha sido empática con ninguna mujer que ha perdido la vida, ni siquiera con las policías que han sido asesinadas por el crimen organizado.
Qué se puede esperar de alguien que fue capaz de soltar lágrimas de cocodrilo en el funeral de Anel Bueno, pese a que sabía el historial que había detrás de su cruel asesinato a manos de un cártel del narcotráfico.
Qué se puede esperar si ahora que tiene el poder ni siquiera ha sido capaz de resolver el feminicidio de una diputada de MORENA.
Indira Vizcaíno enloqueció y su ambición por el dinero y el poder la llevará a cometer errores que le costarán muy caro.