POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Andrés Manuel López Obrador siguió la máxima de quemar la nota cuando viene un ataque de grandes dimensiones.
Al hacerlo, desde luego, tiene por el momento el manejo de la narrativa y la conversación; al menos gana un poco de tiempo en lo que preparan una estrategia de contención.
Después de más de dos semanas de estar en tendencia el reportaje de ProPublica y la versión de cinco testigos protegidos en torno a que el Cártel de Sinaloa aportó 2 millones de dólares a la campaña de AMLO en el 2006, vino otro misil similar, pero ahora de la campaña del 2018.
En su conferencia de prensa mañanera de ayer, López Obrador dio a conocer una carta de la coordinadora regional del periódico The New York Times en México, en donde le plantea diversas preguntas sobre la investigación que están manejando respecto a nuevas afirmaciones de dinero ilegal en la campaña donde ganó la presidencia de la República.
Como no es un medio mexicano al que pueda ligar con grupos de interés, AMLO quemó la nota para que su base no se llama a sorprendido y sus propagandistas inicien con la campaña de desprestigio a través de medios y redes sociales, repitiendo la misma cantaleta oficialista de que todo es mentira y que los ataques se inscriben en el proceso electoral que está en marcha.
¿Qué dice, por cierto, el reportaje de The New York Times? Testimonios de informantes que aseguran que personas cercanas al presidente de la República se reunieron con Ismael El Mayo Zambada antes de las elecciones del 2018.
Se menciona, asimismo, que uno de los fundadores del cártel de Los Zetas pagó 4 millones de dólares a dos aliados de López Obrador, uno un ayudante oficial y el otro un asesor no oficial, para salir de prisión.
Pero lo que más intimidó al presidente de México es lo siguiente: el informante contó a los investigadores que los grupos criminales tenían en su poder videos que mostraban a los hijos de Andrés Manuel López Obrador recibiendo dinero del crimen organizado.
AMLO, fiel a su costumbre, desacreditó la investigación, aun no publicada hasta ese momento, y además de calificarlos de “calumniadores profesionales de fama mundial”, también exhibió el número telefónico de la coordinadora del medio estadounidense en México, con lo que, de nueva cuenta, atenta contra una mujer a la que le lloverán mensajes de insultos, hostigamientos y amenazas.
The New York Times, minutos después, dio respuesta puntual a las descalificaciones del presidente de México y, además, respaldó el trabajo de sus periodistas. También subieron el reportaje a su página de internet, en su versión de inglés y español, para su consulta.
Si todo el mes no ha podido sacudirse el mote de narco presidente y el hashtag que sigue en los primeros lugares de tendencia en redes sociales, con este nuevo reportaje del medio estadounidense tendrá que hacer algo diferente para cambiar la conversación.
Lamentable, ciertamente, que la marca del final de su sexenio, del ocaso de su gobierno, sea el del dinero del narcotráfico para sus campañas electorales; más cuestionable que unos de los protagonistas sean sus propios hijos.