POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Locho Morán le sigue los pasos al Caballo Blanco
Con una demanda de juicio político ante el Congreso del Estado y denuncias ante la Fiscalía General de Justicia y la Anticorrupción, por desvío de fondos millonarios de trabajadores sindicalizados del Ayuntamiento de Colima destinados al Ipecol y al IMSS, Locho Morán Sánchez cínicamente se pasea en moto por toda la costa del Pacífico, como si la conciencia la tuviera más limpia que la de un bebé de seis meses. Así, con la complicidad morenaca, el tipo realiza en estos momentos un recorrido muy similar al que hizo el Caballo Blanco, corrido en el que José Alfredo Jiménez canta su gran hazaña.
En el corrido, el Caballo Blanco sale un día de Guadalajara y comienza a recorrer la ruta costera del Pacífico que cruza el propio estado de Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California, que es el destino final del noble animal. Según recuerdo, en su periplo con rumbo hacia el noroeste del país, “por Culiacán ya se andaba quedando”, mientras que en otro punto del camino “iba con el hocico sangrando”. Al final, el albo animal llegó a la frontera de Tijuana, una hazaña que contempla varios miles de kilómetros recorridos al galope, al trote o al paso cansado. Una epopeya que sólo el compositor guanajuatense podría recrear.
Por cierto, hay otras glorias que están dedicadas a la nobleza de esas bestias que han acompañado al hombre a lo largo de la historia. En otro corrido que canta con conmovido acento Antonio Aguilar, el Caballo Prieto Azabache, éste le salva la vida –aún a costa de la suya propia— a su amo, que iba a ser fusilado “por las fuerzas leales a Pancho Villa”. En el último momento, estando frente al paredón y montado en el cuaco, con el que pidió ser fusilado como última voluntad, el bruto se abalanzó sobre el pelotón y logró escapar con su amo a cuestas, aunque murió por algunos de “los balazos de máuser” que dispararon los fusileros.
Digo: las aventuras epopéyicas de los caballos (el blanco y el negro azabache) son para enaltecer la reacción de esas nobles bestias, lo que contrasta con lo que hace ahora el exalcalde capitalino, dueño del MC, que no tiene nada de heroico: le sigue el rastro al famoso Caballo Blanco con un recorrido similar. Por supuesto, a diferencia del noble bruto, Locho Morán no salió de Guadalajara, sino de la capital del estado de Colima, pero siguiendo exactamente la misma ruta, que hasta este momento –según lo que relata en sus redes sociales— se encuentra en Tijuana, Baja California, acompañado de su esposa Azucena Legorreta.
La primera etapa del recorrido la hizo en moto, acompañado de alguien más, que se ha encargado de registrar su paso por las diferentes ciudades y pueblos que mucho antes recorrió también el Caballo Blanco. Y ya en el norte, por el estado de Baja California, se le unió su mujer (que llegó en un vuelo para alcanzarlo) para continuar juntos el recorrido en un vehículo que –según confiesa— ya tiene los 20 años de antigüedad. A esta ocurrencia, que no tiene nada de heroica ni marca la historia de nadie más, al locochón expresidente municipal se le ocurrió bautizarla con la payasada de Locho en el mundo.
¿Qué tal, mejor, Locho en el bote? El descarado exedil capitalino defraudó a los integrantes del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Colima, cuyos fondos destinados al Ipecol y de cuotas al IMSS nunca llegaron a su destino por culpa del tramposo y marrullero dueño de La barata permanente, que de la forma más cínica posible se pasea por el mundo –bueno, es un decir—, sabedor que cuenta con la complicidad de la Gobernadora Altozano y de los diputados de la LX Legislatura local, donde la mayoría morenaca cuenta con el servilismo incondicional de los legisladores emecistas Ignacio Vizcaíno Ramírez y Glenda Yazmín Ochoa, que son los que le cuidan las espaldas a su patrón.
Así, ahora que en la LX Legislatura local le entregaron un citatorio para un juicio político que se piensa seguir en contra del diputado priista Carlos Arturo Noriega García, sería muy conveniente que la bancada mayoritaria de Morena y sus compinches del MC, PT, PVEM y Panal se comporte igual de enérgica y ya comience también a preparar el juicio político en contra del impresentable Locho Morán, el mago que desapareció más de 50 millones de pesos en cuotas al Ipecol y otros 10 millones más en cuotas al IMSS. O ¿es que las cosas no son parejas? ¿Acaso es la ley de las dos pesas y las dos medidas entre uno y otro caso?
Una excelente noticia sería que, al retornar de su periplo por la zona costera del Pacífico, la misma ruta que siguió el Caballo Blanco, al dos veces exalcalde los diputados del Congreso del Estado le dieran la bienvenida con una cita para el inicio de su juicio político (en el que, entre otras cosas, lo inhabilitarían para que no pueda buscar un cargo de elección popular en las próximas dos elecciones), sin descartar un avance sustancial en las investigaciones que duermen el sueño de los justos en las Fiscalías General de Justicia y Anticorrupción, a fin de que le aprieten algunas tuercas al cínico y sinvergüenza Locho Morán.