Yasmín Esquivel debe renunciar por dignidad

POR PXPress

LA VÍSPERA DE LA SELECCIÓN DEL nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, una investigación del académico Guillermo Sheridan, en el portal Latinus, reveló el plagio de una tesis de la favorita de Andrés Manuel López Obrador para presidir el Poder Judicial: Yasmín Esquivel Mossa. Se abrió el debate de uno y de otro lado: los que no querían una SCJN servil a Palacio Nacional, como lo estuvo durante el mandato de Arturo Zaldívar, señalaron que alguien que cometió semejante aberración no podría presidir uno de los tres poderes que hay en el país; los defensores de la 4T, por el contrario, nunca vieron la falta de la ministra y en todo momento minimizaron el asunto como un golpe de los conservadores para imponer a uno de los suyos. Yasmín Esquivel siempre defendió su tesis: dijo que no plagió nada del contenido y obligó a varios de los sinodales a que redactaran una carta de respaldo para legitimar su trabajo académico. La primera resolución fue de la UNAM, quien señaló en un comunicado firmado por el rector Enrique Graue: “tras recibir de la Dirección de la Facultad de Estudios Superiores Aragón la minuta y comunicado del Comité de Integridad Académica y Científica de dicha institución… que después del análisis de la documentación por el Comité y con base en el alto nivel de coincidencias entre las tesis objeto de revisión, superior al 90 por ciento, resulta evidente la existencia de un plagio”. Hasta ahí, sin embargo, quedaba claro la existencia del plagio; sin embargo, como la ministra incorporó de última hora una supuesta carta notariada por el alumno Edgar Báez en donde reconocía haber sido el que plagió la tesis, se pospuso la resolución final hasta que se analizara todo el material. Aun cuando era evidente que se estaba operando desde el poder para imponer a como dé lugar a Yasmín Esquivel como la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la autoridad universitaria tuvo que seguir los canales institucionales. A eso se agregó una rápida y efectiva investigación de la Fiscalía General de la Ciudad de México en donde se determinó que no hubo plagio de parte de la ministra. Ningún otro caso se había resuelto tan rápido como ese. Faltaban unos cuantos días para que se eligiera al presidente de la SCJN y el sistema estaba apostando todo a Yasmín Esquivel; sin embargo, durante el fin de semana salió el abogado Edgar Báez, acusado por la ministra de haber sido el plagiador y el autor de la carta donde reconoce haber cometido la falta, y dijo todo lo contrario: nunca firmó carta alguna para reconocer el plagio y jamás copió nada de la señora Yasmín Esquivel. Eso fue suficiente para que en la elección de presidente del Poder Judicial se desechara la propuesta de Yasmín Esquivel, para que, en su lugar, quedara Norma Lucía Piña, que tampoco era el Plan B de Palacio Nacional. La ministra defenestrada no puede quejarse de la ayuda que recibió del gobierno federal; se utilizó todo tipo de artimañas del viejo régimen para lograr imponer a costa de lo que sea a Esquivel como la presidenta de la SCJN. No se logró por la decencia que todavía queda en algunos ministros de la Suprema Corte. Días después vino la estocada final: la UNAM, de nueva cuenta, envió un comunicado en donde corrobora el plagio de la ministra, pero dejó la decisión de retirarle el título de abogada a la Secretaría de Educación del gobierno federal. La respuesta no se hizo esperar. En voz de Adán Augusto López, secretario de Gobernación, señaló que ellos no tenían la facultad de retirarle el título a la ministra, por lo que regresaban el asunto a la UNAM, que es la facultada para hacerlo. El plagio, por supuesto, está más que acreditado; lo único que hace falta es el proceso para el retiro de su título y asumir legalmente las consecuencias de haber emitido resoluciones con un título obtenido con trampas. Las presiones son enormes para la máxima casa de estudios; sin embargo, en los dos comunicados sostuvieron su versión del plagio de la ministra Yasmín Esquivel, aunque ahora tendrán que dar el siguiente paso y retirarle el título para que quede claro que nadie está por encima de la ley. Lo verdaderamente sorprendente es el cinismo de Yasmín Esquivel para sostener, aun cuando quedó acreditado el plagio que cometió, que nunca plagió su tesis y que no tiene nada de qué avergonzarse. En cualquier otro lugar donde se respete la ley, la ministra no sólo habría renunciado por vergüenza, sino que estaría afrontando las consecuencias legales de su falta para hacerse de un título a todas luces apócrifo. De última hora, la UNAM dio a conocer que rescindieron el contrato a la profesora Martha Rodríguez Ortiz, asesora de tesis de Yasmín Esquivel y de otros más que también resultaron señalados de haber plagiado sus tesis, “por haber incurrido en causas graves de responsabilidad, así como en faltas de probidad y honradez en el desempeño de sus labores como académica y directora de tesis profesionales”. También circuló una carta de 33 académicos, ex alumnos, investigadores, trabajadores y otros integrantes de la UNAM solicitando al Consejo Universitario el retiro del título a la ministra. La UNAM, en tanto, no puede evadir la gran responsabilidad que tiene y debe proceder al retiro del título, para vergüenza de Yasmín Esquivel y de los que, a pesar de saber eso, la respaldaron hasta el último momento para presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación.