¿Y quién nos cuida de los malos médicos?

POR Luis Fernando Moreno Mayoral

Si bien todo médico debe trabajar con los insumos y herramientas que se requieren, también deben hacerse responsables de sus actos.

Desabasto de medicamentos ha habido, en mayor o en menor medida, desde hace décadas; ese no es un problema que aplique para esta administración exclusivamente.

¿Qué hizo que, de un momento para otro, la comunidad médica saliera a protestar y negarse a atender a los derechohabientes?

La amenaza directa y los balazos al auto —nada austero, por cierto— del subdirector del Hospital de Especialidades IMSS-Bienestar.

Ahí salieron en cascada, por ejemplo, el Colegio de Médicos del Estado de Colima, el Colegio de Químicos Clínicos del Estado de Colima A.C y la Mesa Directiva de la Sociedad Médica del Hospital Regional de Colima.

Los últimos, sin embargo, fueron más allá: como dicen no tener las medidas de seguridad ni los insumos para laborar, informaron que no atenderán a los pacientes a menos que sea para urgencias u hospitalizaciones.

¿Por qué, pues, estas manifestaciones después del atentado al automóvil del subdirector en cuestión?

Porque saben que no sólo él sino muchos otros doctores y enfermeros tienen señalamientos de negligencias médicas. Y si todos actuaran como el sujeto que baleó el carro, definitivamente nos quedaríamos sin personal médico en Colima.

Habría que analizar, en efecto, el caso en específico: ver si en realidad actuó de manera negligente o, como les gusta decir, “ya no se podía hacer más”.

Y de igual manera: la postura de los médicos de no atender más que urgencias y hospitalizaciones no les pega a las autoridades de ningún nivel de gobierno; a quien perjudica esta determinación es a los derechohabientes que necesitan atención médica de calidad.

Ya lo dijo en alguna ocasión la lideresa sindical del sector salud: mientras no haya las condiciones ni los insumos necesarios, ningún médico ni enfermero iba a hacer intervenciones quirúrgicas, sin importar que con elle el paciente se muriera.

Las palabras, cabe decir, no cayeron nada bien en la sociedad que, independientemente de quién esté en el gobierno, exige un sistema de salud de calidad.

Negarse a atender a la sociedad por un problema de desabasto o de agravio por las palabras de la gobernadora no abona en nada a la solución; sólo empeora la situación e incuba un resentimiento hacia los doctores y enfermeros que, ciertamente, no tienen la mejor percepción de los derechohabientes por sus malos tratos y faltas a las citas que ellos mismos programan.

La autoridad tiene su parte de responsabilidad, es cierto, pero los médicos y enfermeros también; es necesario que las dos partes dejen de estar a la defensiva y comiencen a trabajar unidos para el bien de los colimenses.