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por PXPress

DESDE ANTES QUE BLOQUEARAN EL LIBRAMIENTO las investigaciones ya estaban muy avanzadas, no era necesario el bloqueo, las autoridades no actuaron por presión pública, fueron las frases que emisarios del gobierno del Estado estuvieron repitiendo una y otra vez cuando eran cuestionados sobre el secuestro de dos mujeres el pasado viernes 10 de junio en una avenida de la ciudad de Colima. Tan importante era para la autoridad difundir la narrativa de que sí estaban haciendo su trabajo, que en medios de comunicación a su servicio comenzaron a difundir la información de la detención de una de las jóvenes privadas de su libertad hace varios años, todo con el objetivo de que no creyeran que eran inocentes y sin relación alguna con actos delictivos. El 6 de junio del 2016, dice la nota en un medio digital, “la Policía Federal informó que los agentes tuvieron contacto con un Camión Unitario Ligero Pick-Up, marca Ford, color gris, modelo 2006, con placas de circulación DY77786 de Chihuahua, conducido por un hombre de 32 años. Era acompañado por la C. Leticia Josefina Saucedo Lara y dos menores de edad (hijos de ambos), mismos que fueron entregados a sus familiares. Encontrando los oficiales un arma de fuego tipo pistola calibre .380, marca Lorcin, con un cargador, siete cartuchos y un cargador extra con 6 cartuchos en el interior de la consola central, que cubre el mecanismo de la palanca de velocidades, además de papel moneda, siendo la cantidad de 54 mil 500 pesos en la bolsa delantera derecha del conductor del vehículo”. Y así, con esta información, se pretendió criminalizar a una de las mujeres secuestradas, haciendo creer a la sociedad que su privación ilegal de la libertad era consecuencia de que andaba en malos pasos. Como si eso, en todo caso, fuera un argumento válido para secuestrar a una persona. La narrativa del gobierno del Estado, pues, era generar la percepción de que las mujeres, al menos una de ellas, tenía antecedentes de haber sido detenida. Cuando los rumores y trascendidos corrían como reguero de pólvora en las redes sociales, el sábado se realizó una conferencia de prensa con el vocero de la muerte Gustavo Joya Cervera, quien sólo presumió el armamento decomisado en una de las casas que reventaron, además de mostrar un video en donde una tanqueta ingresa a un domicilio. En el video, por cierto, los usuarios de redes sociales se percataron que no calcularon la altura y se llevaron de corbata la compuerta de la parte superior de la tanqueta. La pregunta del millón era, en esos momentos, ¿y las mujeres? Joya Cervera dijo: hasta el momento estaban en calidad de “NO LOCALIZADAS”. Así es: no localizadas. ¿Y el teatro qué fue entonces? Eso: un show que armaron para entretener a la gente en las redes sociales hablando de cómo una tanqueta quedó inservible al ya no contar con la tapadera del techo. Las autoridades, en todo momento, negaron que actuaran por el bloqueo, aunque el mismo viernes una mujer de la Fiscalía General del Estado fue hasta la señora Irma Leticia Lara Carrasco para invitarla a la oficina para darle información importante; los presentes dijeron que no había necesidad de ir, pero que si tenían algo que decir lo dijeran en ese momento. Tras la insistencia de los funcionarios, la señora aceptó ir; cuando salió, los medios de comunicación le preguntaron qué es lo que le habían dicho. Ella respondió que únicamente le habían pedido que retirara el bloqueo, pero absolutamente nada del paradero de su hija. ¿Entonces sí les importaba que retiraran el bloque? Porque fue a partir de ahí que comenzó todo el show de las autoridades reventando casas y poniendo a disposición de las autoridades a todos los que encontraban en el interior de los domicilios. La madrugada del domingo, finalmente, fueron rescatadas con vida las dos mujeres, no sin antes obligar a los familiares a agradecer públicamente a todas las corporaciones policiacas, en especial a la gobernadora Indira Vizcaíno, por el esfuerzo que hicieron para traerlas con vida. ¿Agradecerles por hacer su trabajo? En fin: si en realidad trabajaran no las habrían secuestrado. No actuaron por presión pública, fue parte del guion que leyó Gustavo Joya en la conferencia dada el domingo por la tarde. Para el gobierno del Estado era importante hacer creer a la sociedad que no había necesidad del bloqueo, de las presiones mediáticas y de redes sociales para hacer su trabajo. ¿Por qué? Porque la gente ya vio cuál es la fórmula para que se pongan a trabajar: hay que bloquear avenidas, paralizar la economía, presionar en redes sociales, exigirle a la gobernadora que no esté viajando. ¿Alguien en su sano juicio creería que movieron todo el aparato policial porque estaban interesados en rescatar a las dos mujeres? No. Lo hicieron por la presión social y la firmeza de los familiares que nunca permitieron ser doblegados ni sometidos por los funcionarios que en todo momento los quisieron convencer de no hacer declaraciones y retirar el bloqueo en el Libramiento Ejército Mexicano. ¿O por qué sí lograron rescatar a estas dos mujeres y no a las otras tantas que siguen desaparecidas? La gente, las víctimas, ya le tomaron la medida al gobierno del Estado. Que lo sepan. Y DE ÚLTIMA HORA, el mismo domingo que se presentaron los familiares de Petra Sánchez, Carlos Corona y Martín Corona de la Mora a las afueras de la Fiscalía se volvió a bloquear el Libramiento. De nueva cuenta, las autoridades se vieron obligadas a actuar; sin embargo, en la noche fueron encontrados sus cuerpos, brutalmente golpeados, con una amenaza de un cártel del narcotráfico. ¿Y qué hizo el gobierno del Estado? Envió un comunicado informando lo que se sabía desde hacía varias horas, sin conferencia de prensa del vocero de la muerte. ¡Ya vieron que sí hay víctimas de primera y de segunda en este gobierno criminal!

BIEN DICEN QUE NO HAY NADA OCULTO BAJO EL SOL. O si se prefiere algo más místico, se podría argumentar que el ojo de Dios lo ve todo. Como quiera que sea, el hecho es que el Ayuntamiento de Manzanillo, a cargo de la mazorquera Gris Celda Martinez, trató de mantener lo más en reserva que se pudo el incidente ocurrido con un sujeto de nombre Pedro Salmerón, sin considerar que, tarde o temprano, todo sale a la luz pública. Este individuo, invitado a participar en La Feria del Libro, es dizque historiador. En los hechos, el sujeto es un chambón protegido de la esposa de amlo, que también se dice “historiadora” (ajá). Lo sobresaliente de este personaje es que, como todo buen cuatrotero que se precie de serlo, cuenta con varias denuncias en su contra por acoso y por abuso sexual a alumnas de los centros educativos en los que anteriormente daba clases en la Ciudad de México; uno de ellos, el ITAM. Así, pese a los cargos que hay en su contra, el dizque historiador fue propuesto para ser embajador de México en Panamá, lo que el gobierno del país centroamericano rechazó en cuanto conoció su negro historial delincuencial. Bien: le negaron el beneplácito, lo mismo que a la mariguana Jesusa Rodríguez, otra joya de la cuadra morenaca. Fiel a la costumbre, el protegido de la “historiadora” Beatriz Gutiérrez Muller no quedó descobijado: cobra como director del Archivo General Agrario. El caso es que Pedro Salmerón, en su calidad de dizque historiador, fue invitado a Colima para presentar su último libraco. Por supuesto, el tipo se dio un tour por varios de los municipios de nuestra entidad, por lo que lo interesante de lo que es motivo de este comentario ocurrió en Manzanillo, a donde fue a presentar su inmundo, infame y somnoliento ladrillo. Lo que sigue a continuación se basa en una columna publicada la semana antepasada en el periódico Milenio –el autor usa seudónimo—, aunque trataremos de interpretar lo sucedido con nuestro propio estilo. De acuerdo con el texto del periódico de la capital del país (basado, a su vez, en una nota del periódico El Heraldo de México), el historietista no cenó gran cosa durante el convivio que hubo en un restorán en su honor, por lo que más tarde, cuando las tripas le comenzaron a gruñir mientras se daba vueltas en la recámara del hotel en el que se encontraba hospedado, decidió salir a buscar un lugar donde matar el hambre. En virtud de ya ser tarde, lo único que pudo toparse a esa avanzada hora de la noche fue un puesto de tacos, donde nos tomamos la licencia de reproducir lo que pudo haber ocurrido, una vez que le sirvieron su orden de tacos con todo:

—¿No tendrás de esa salsa que no pica, mano?

—La única que tengo es de la que sí pica, mi estimado. Lo siento.

—No mames, güey, yo no deseo sufrir con un chile que pique, sino uno que me haga paladear el sabor de mis tacos de suadero, de tripa y de trompa.

—Pues ya le digo, mi estimado, sólo tengo salsa de la que sí pica, y vaya que el piquete está bien chingón.

—No, cabrón, porque ahora hasta me estás albureando, faltándome al respeto. No, güey, no somos iguales.

—No, mi estimado, no somos iguales: yo sí trabajo; por lo tanto, en lo que me pagas de una vez lo que te vas a tragar, te pintas a la chingada.

—¡Te pago pura madre y, además, chinga tu madre, pinche provinciano!

—Ah, sí, culero, pues entonces toma esto. –En el preciso momento en el que unía la acción a la palabra, el taquero le encajó a Pedro Salmerón en pleno hocico un santo madrazo que ya hubiera querido haberlo aplicado el Canelo Álvarez a su contrincante ruso.

Los madrazos se armaron y, para no hacer el cuento largo, llegó la policía, detuvo al rijoso y lo encerró en una celda por violento, agresivo y ojete. O sea: después de cornado, apaleado. Eso sí: el tipo en ningún momento quiso decir su nombre; sólo hasta cuando en la policía se informó que un fulano encerrado en una celda coincidía con las señas del que andaban buscando las autoridades y sus amigos, se supo que el tipejo detenido por su carácter irascible era nada menos que el “historiador” Pedro Salmerón, el agresor sexual que se encontró con la horma de sus zapatos. Claro, acostumbrado a enfrentar a débiles e indefensas víctimas del sexo femenino, el frustrado candidato a embajador en Panamá se llevó el chasco de su vida cuando un porteño le salió respondón y le puso una paliza de perro bailarín. Fue el karma: lo que no ocurrió con todas sus víctimas de acoso sexual, lo vino a pagar finalmente el mamarracho Pedro Salmerón en Colima. Ni hablar: tendremos que encargarle unos 50 tacos con todo para festejar a este héroe que salvo el día. ¡Vengan esos cinco, mi estimado taquero!