POR Jorge Octavio González
Muchos no lo saben, pero Viridiana Valencia Vargas fue subordinada de José Ignacio Peralta Sánchez en la Secretaría de Desarrollo Social, con un sueldo modesto, cierto, pero suficiente como para hacerse pocos años después de una mansión de más de 2.2 millones de pesos.
Su carrera política la hizo en Tecomán, donde epístolas de los aliados de MORENA en las elecciones del 2018 y 2021 han exhibido el apoyo en dinero y en especie que le dieron para llegar a la diputación local por el municipio iguanero, de igual manera para hacer campaña para ser la candidata a la alcaldía de Colima.
Y es que, como Tecomán se le hizo poco, a tal grado de dejársela al cínico y acróbata Armando Reyuna Magaña, Viri Valencia vio en la ciudad capital el glamour que tanto le gusta y que dice merecer; cambió de domicilio como si así se borrara su pasado, pero al final éste lo alcanzó y le está dando serios dolores de cabeza.
Para mantenerla fuera de las críticas que recibía por su autoritarismo como coordinadora de MORENA en el Congreso del Estado, fue retirada del Poder Legislativo para ser nombrada titular de la Delegación de Programas para el Bienestar Colima, desde donde ha utilizado los recursos públicos y los apoyos sociales con fines políticos.
Hace semanas, como si no tuvieran demasiadas cosas qué hacer, padres de familia fueron citados a diversas escuelas secundarias de Colima con el fin de integrar comités que administrarían los recursos que llegaron del gobierno federal a través del programa La Escuela es Nuestra.
En lugar de informar en qué consiste el programa y lo que los padres de familia podrían o no hacer para remodelar su escuela, Viri Valencia se dedicó a hacer proselitismo para su causa y su partido y a cuestionar a los gobiernos del pasado, como si los apoyos que se dan actualmente no existieran hace años.
Viridiana Valencia llegó a una de esas escuelas con un séquito de estorbantes, unos para pedir los nombres de los padres de familia en hojas que trabajadores de la Delegación del Bienestar se llevaron, otros con cámaras fotográficas, y unos más con camisas de la Fiscalía General del Estado de Colima, que la acompañaron hasta la salida en medio de un operativo que no lo tiene ni Obama.
Su discurso, igual de altanero que cuando era diputada, molestó a algunos padres de familia que, en su participación, señalaron que no debía mezclarse la política en programas para la escuela, algo que los mismos directores suscribieron.
Por más espectaculares que ha puesto por toda la ciudad capital, en medallones de camiones urbanos, en pautas de redes sociales, Viri Valencia no levanta en las encuestas; por el contrario, se mantiene muy por debajo de quienes tendrán la opción de relegirse en la presidencia municipal de Colima en el 2024.
Pero la delegada federal ha demostrado que, aun cuando haya cambiado de domicilio y se haya mudado a un fraccionamiento de gente de clase media-alta, eso no la convierte en una de ellos; en más de una ocasión le han manifestado su rechazo por su protagonismo.
A Viridiana Valencia se le olvidó su turbio pasado en Tecomán, pero no a los aliados que le han estados recordando las cantidades de dinero que le metieron a su campaña y que esperan los réditos cuanto antes.
Para mantener su fuero, más bien le valdría competir por el Senado de la República o una diputación federal.