POR Bibiano Moreno Montes de Oca
En psiquiatría se denomina con la palabra trigger al detonante que hace que una persona altere su personalidad, de tal forma que se convierta en otra diferente para proteger a la primera. Bajo esta premisa, el escritor alemán Wulf Dorn nos ofrece una novela que en español se tituló La psiquiatra, pues en su idioma original se llama precisamente Trigger, misma a la que Thomas Thiemeyer definió así: “Es como si David Lynch hubiera escrito un guión basado en un libro de Stephen King. Una novela excelente”.
Una novela que aborda personajes con la misma profesión del gran Sigmund Freud por fuerza, obvio, tiene que incluir a un sicópata. En la novela de Wulf Dorn lo hay, pero sólo en la mente de alguien que nos remite 20 años atrás, cuando una niña de casi diez años –llamada Lara— vive una pesadilla traumática que la hace cambiar su destino. Así, la vida del personaje sufre un cambio a causa de ese monstruo al que ella reconoce como El hombre del saco, derivado de una canción infantil alemana.
La paciente hace su aparición en una clínica en la que laboran los personajes centrales de la historia, todos ellos psiquiatras: Ellen Roth, Christoph Lorch y Mark, además del difunto Bormann, que se aparece en los sueños de la primera para darle alguna orientación, pues en vida fue su mentor en la carrera. La psiquiatra Ellen Roth, por cierto, también comienza a ser presa de problemas emocionales, por lo que no es raro que en su mundo onírico aparezca un muerto.
A este respecto, en uno de sus sueños, el psiquiatra Bormann explica a su alumna Ellen Roth lo que sigue: “Bueno, los sueños siempre son irreales, forman parte de su naturaleza. Se ubican inevitablemente más allá de la realidad. En este sentido, pues, todos los sueños son en cierto modo una excursión a la locura. Pero yo no creo (…) que tengas el espíritu enfermo, querida. Tú estás más bien… perdida, si me permites decirlo así, y lo que tienes que hacer es encontrarte. Sólo eso. No hay nada que no puedas arreglar con un poco de esfuerzo y ganas de pensar”.
Así, el caso de la mujer originalmente desconocida, que llegó a la clínica con la ropa hecha jirones, cubierta de costras de golpes y heridas infligidas en todo el cuerpo, desprendiendo un hedor insoportable, cae a manos de la cada vez más insegura Ellen Roth. Lo más intrigante para la profesionista es saber que, fuera de ella y su novio Christoph, nadie parece haberse percatado del paradero de la misteriosa mujer cuando ella intenta atender a lo que parece un típico caso de mujer maltratada, tal vez amenazada y completamente traumatizada.
Las novelas de corte psicológico se les dan bien a los escritores europeos. En el caso que nos ocupa, con un autor alemán, nos encontramos, no obstante, con una fuerte influencia en la cultura gringa. Hay referencias a escritores y directores de cine de Estados Unidos, además de que la trama tiene parecido con algunas cintas que son de manufactura completamente estadounidense, salvo por algunos detalles en los que a Hollywood no le gusta incursionar mucho, como sí lo hacen los del viejo continente.
El caso es que el suspenso inicia cuando la psiquiatra Ellen se da a la tarea de buscar a una paciente que nadie más ha visto en la clínica, además de su novio, que anda de vacaciones en una apartada isla australiana, que tiene la virtud de estar inaccesible para el resto del mundo por decisión propia de los huéspedes que arriban ahí para realmente descansar del resto del mundo.
Conforme avanza la historia, las sospechas de Ellen recaen en los personajes que tiene a su alrededor: en primer lugar, su colega Mark, que es su enamorado secreto; más tarde, en su propio novio Christoph, por algunos extraños sucesos que se van conociendo. Por supuesto, todo tiene su origen en lo que ocurrió 20 años atrás, cuando dos niñas van al bosque y una de ellas tiene la peor experiencia de su corta vida.
La novela La psiquiatra tiene mucho de cinematográfica, pero con un suspenso muy bien manejado por el autor, aun cuando se trata de su primera novela, que es totalmente ficticia, si bien el tema se lo inspiró el lugar en el que realizaba trabajo como logopeda en la rehabilitación del lenguaje con pacientes psiquiátricos.
Por cierto, el autor de la novela nos proporciona un dato curioso del que doy fe a continuación. Dice: “En 2005, un neurobiólogo que respondía al sonoro nombre de Rodrigo Quian Quiroga publicó un estudio que tituló La neurona Halle Berry, en honor a la actriz que se conoce con ese nombre”.
“Según ese estudio, la célula nerviosa que permite a nuestro cerebro distinguir personas, animales y objetos ya conocidos es siempre la misma. Se le puso ese nombre porque todos los sujetos que se sometieron a las pruebas de las investigaciones dieron muestras de reconocer a la actriz mediante la reacción de una determinada neurona, que también se activaba cuando Halle Berry iba vestida de Catwoman”.
El caso es que la historia de Wulf Dorn es un thriller psicológico que todo lector que gusta del género no se puede perder por ningún motivo.