POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Llegar al área de urgencias de la clínica No. 1 del IMSS de Villa de Álvarez suele ser, en muchas ocasiones, como arribar al Purgatorio, pero más bien es el Infierno que Dante Alighieri describe magistralmente en su monumental obra La Divina Comedia. No sería raro por ningún motivo, si en Colima sufrimos a diario, desde hace poco más de un año, otro Infierno que vino aparejado con un indirato que se niega a cumplir acuerdos pactados con antelación con el crimen organizado.
Un problema físico me obligó a ir al área de urgencias de la citada clínica como a las 12 del día. En virtud de que mi problema no era clasificado de urgente de atender, me tuve que recetar más de cuatro horas en espera de ser atendido, siempre acompañado de mi poderosa esposa Paty que, sin embargo, no es de las luchonas, guerreras y empoderadas madres de hasta cinco bendiciones que salen a destruir lo que encuentran a su paso una vez al año: en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. No: ella le chinga bonito en la casa, sin tener que hacerle daño a nadie ni a gritar como desaforada.
Siempre fiel, siempre a mi lado, además de atender a nuestros hijos, mi esposa me cuida como si fuera otro de sus hijos y, encima, se da tiempo para todo; de hecho, ella es el eje sobre el que gira mi familia. Por eso, como buena mujer, madre y esposa, ella se armó de paciencia hasta que me pasaran a lo que se llama Primer Contacto (PC), donde activas enfermeras atienden a cuanto paciente es enviado para que sea analizado por los diversos especialistas después de que ya fueron picoteados para extraerles sangre para las pruebas de laboratorio (el cual, por cierto, no estaba funcionando ese día).
Me sorprendió saber que un problema en el pie derecho entumecido es causado ¡por la columna vertebral!, pero luego recuerdo que la milenaria acupuntura, creada por los chinos, ya se practicaba desde la curación de diversas partes del cuerpo con simples agujas que se clavan en el lugar preciso para mejorar un punto que se encuentra en el otro extremo de la misma anatomía. Como quiera que sea, prefiero la ciencia occidental y esperar a que me den resultados más específicos. Y eso es lo que espero de los médicos de la clínica No. 1 del IMSS, quienes, empero, no siempre están de acuerdo en el mismo caso que atienden.
A las 16: 33 horas fui adscrito a una incómoda banca en la que me sacaron sangre para exámenes y para que recibiera suero por todo lo largo del día, que terminó a las 23: 30 horas. Debo admitir que el trabajo de todo el personal es profesional y responsable, pero no siempre opinan igual sobre el mismo caso. Si bien es cierto que hay diferentes opiniones, generalmente se dan entre especialistas de una o de otra institución, pero no de la misma, como fue el caso. Así, por ejemplo, mientras un especialista dijo que requería radiografías para estar seguro de complicaciones, otro dijo que eso no era necesario, sino que necesitaba una resonancia, pero que en el Instituto no se hace, pero se subroga.
Todo eso me lo decía el especialista como si yo fuera el que había ordenado esas medidas para mi caso, lo cual se lo hice notar. Ante la réplica, confirmó que, en efecto, yo no era culpable de nada, pero que de todas maneras me enviaría a sacar las radiografías para que se viera algo más en mi expediente. Al retirarse, una anciana que estaba a mi lado, testigo de todo, atinó a decir sabiamente:
—Estos doctores: ¡ni entre ellos mismos se ponen de acuerdo!
—Sí, pues, uno dice una cosa y otro dice otra –dije, dándole toda la razón.
El área de PC es como el Purgatorio, pasando por el Infierno. Todos los que están en ese lugar padecen en silencio sus propias pesadillas personales. Una joven que estaba a mi izquierda llegó con tremendos dolores a ser atendida. Primero se creyó que tenía dengue; más tarde, con más análisis realizados, resultó que una infección se le había pasado a los riñones, por lo que andaba toda adolorida. Me recordó el viejo chiste que decía: “sólo me duele cuando me río”. A Punto de ya ser internada, su esposo dudaba en dejarla, pues hasta ese momento lo único que le habían dado ¡era paracetamiol!
En el lugar se encuentra uno a gente de todo tipo y con diferentes problemas. A uno lo internaron porque se había cortado una mano con una sierra. Un hombre de 74 años esperaba pacientemente que lo internaran para operarle una hernia. Una mujer dijo que la dializaban tres veces por semana, pero quién sabe porque estaba ahí. La mire: tenía los 50 años, pero parecía mi tía, con todo y que tengo 66 años. Y es claro: las enfermedades acaban a la gente, algunas de las cuales son como una especie de muerte adelantada: uno sabe que va a morir, pero a veces se aferra con más ganas a la vida.
Como mi caso quedó pendiente, pues los exámenes del laboratorio nunca llegaron, se programó una cita con el traumatólogo y otra con el neurólogo, fui dado de alta en ese momento a las 23: 30 horas, tras haber llegado a las 12 del día. Pero fue hasta las 12 de la noche cuando abandoné el edificio, luego de reponerme de mi estancia en esa sucursal entre Purgatorio e Infierno. Parece que tendré que vivir otro capítulo más adelante en el mismo lugar y con la misma gente. De todas maneras, hay Concierto Político para rato.
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Dado que el martes pasé todo el día en el IMSS, no se publicó mi columna del día siguiente. Hoy y mañana (jueves y viernes) aparecerá normalmente, La próxima semana iniciaré el análisis de una trilogía de la saga Caballo de Troya, que aborda el tema de Cristo desde una novedosa y polémica óptica.