POR Bibiano Moreno Montes de Oca
La excepcional Agatha Christie es creadora de varios personajes dedicados a la investigación, entre los que destaca el detective de origen belga Hércules Poirot. En esta trilogía dedicada a la grandiosa escritora inglesa, dos novelas lo llevan como su protagonista: La muerte de Lord Edware y Las manzanas), en tanto que la tercera y última (Diez negritos) es tal vez su mejor obra (al menos, es la más vendida) de toda su producción literaria, que es amplia.
La muerte de Lord Edware / Agatha Christie (I)
Cuando oímos el nombre de la escritora inglesa Agatha Christie, de inmediato nos remite a sus obras más conocidas: El expreso de medianoche y Muerte en el Nilo, mucho más famosas del resto por haber sido llevadas a la pantalla grande en varias ocasiones, últimamente por su paisano Kennett Branagh. Sin embargo, la autora especializada en novelas de misterio cuenta con más títulos en su haber, la mayoría de ellos protagonizada por su emblemático personaje Hércules Poirot, un sagaz detective que recuerda al Sherlock Holmes de Sir Arthur Connan Doyle, que se desenvolvió unos lustros más atrás en el Reino Unido.
Una de esas novelas que son menos conocidas, pero que no niegan tener el sello inconfundible de la aguda autora inglesa, es La muerte de Lord Edgware, en la cual el detective Hércules Poirot –de nacionalidad belga— resuelve un clásico caso endemoniadamente intrincado en el que todos los implicados parecen tener alguna razón para cometer el primer asesinato, que desencadena que se cometan otros dos. Uno de ellos es la víctima del título de la novela, Lord Edgware, cuyo nombre es George Marsh, con el que se desata la intriga en el mundillo del arte y del espectáculo en el Londres de los años 30 del siglo pasado.
Lo interesante de las historias de Agatha Christie es que aparentan ser sencillas en su desarrollo y en su resolución, pero a la postre resultan muy complicadas, aunque siempre resueltas por el genio deductivo del detective que colabora con el inspector Japp, de la policía de Scotland Yard en Londres. En este caso, la trama es narrada en primera persona por el capitán Hastings, amigo y colaborador de Hércules Poirot, que juega un papel muy parecido al del Doctor Watson al lado de Sherlock Holmes. Bueno, ingleses al fin.
El caso es que la actriz llamada Jane Wilkinson, esposa de George Marsh, quiere divorciarse de su ojete marido para poder casarse con el Duque de Merton, un joven muy guapo y rico (más que el aristócrata Lord Edware). Ella ha aguantado varios años casada con el despreciable George Marsh (Lord Edgware), pero ya no lo soporta y lo quiere cambiar por alguien mucho mejor en todos los aspectos: de menos años, atractivo, con gran fortuna, etcétera. Vamos: hasta se atrevió a tener deseos de ir a casa de su esposo (con el que ya no vive) y asesinarlo para poder contraer matrimonio con su enamorado Duque de Merton, pues aparentemente se niega a darle el divorcio.
El hecho de que por esos tiempos –años 30 del siglo pasado— los divorcios no fueran muy bien vistos en el Reino Unido, en contraste con Estados Unidos, donde ya por entonces era algo de lo más normal en Hollywood, adquiere relevancia para el desarrollo y conclusión de la historia. Y es que, aunque el ojete Lord Edgware confiesa cándidamente que está dispuesto a darle el divorcio a Jane Wilkinson, el Doque de Merton ni siquiera así podría unirse con ella, pues es muy devoto de la fidelidad en el matrimonio, que sólo se puede romper con la muerte de alguno de los dos. Por cierto, el Lord sí se divorcia de su esposa, pero con la aclaración de que no le dará un centavo de indemnización.
Al parecer, la mesa está puesta: si la propia Jane Wilkinson dijo públicamente que estaría dispuesta a asesinar a su esposo, aun cuando el aristócrata estaba dispuesto a darle el divorcio y dejarla en libertad de casarse con quien quisiera, las sospechas de su asesinato nos llevarían irremediablemente a ella, es decir, a la recientemente viuda. Por supuesto, esto es sólo el principio: la historia comienza a tener varios giros y a la lista se van sumando cada vez más y más sospechosos del asesinato de Lord Edgware, una estrategia que se repite en las obras más importantes de Agatha Christie.
Las historias de la autora generan sospechosos de los asesinatos al por mayor, pero el inteligente Hércules Poirot comienza a ir descartando coartadas hasta lograr desentrañar el misterio. Y así como en otros tantos casos, de pronto nos enteramos que el asesino tiene que ser el más obvio, pero no por eso, sino por poseer una mentalidad que lo hace crear todo un ambiente propicio para atraer la mirada hacia cualquier otro lado, menos al que corresponde. No obstante, el genio deductivo de Hércules Poirot siempre se impone y, al final, nos enteramos quién es el verdadero culpable de todo. El crimen, pues, nunca paga.