POR PXPress
LO SUCEDIDO EN TEXCOCO, ESTADO DE MÉXICO, donde se ve lastimosamente a una mujer haciendo el peor de los ridículos enfrentando al equipo del cantante Luis R Conríquez por no cantar sus temas habituales, es el reflejo de una sociedad que ha normalizado la apología de la violencia en muchas partes del país.
INVITAR A UN MÚSICO de la talla de R Conríquez —especializado en temas de la narco cultura en México que ensalzan a los capos de la droga— para pedirle que no cantara un solo narco-corrido, por supuesto que iba a generar molestia entre su público más fiel.
CIERTO ES QUE, AUNQUE TENGA más canciones no tan explícitas sobre el narco, sus seguidores piden y exigen que saque todo el repertorio para cumplir con el show; negarse a hacerlo es como una afrenta a quienes lo han puesto en el lugar en el que está.
PEDIRLE A LUIS R CONRÍQUEZ que no cante corridos tumbados es como pedirle a Mijares que no cante Soldado del amor porque hace alusión a un conflicto bélico: sencillamente no se puede porque es parte de su identidad musical.
TAN SÓLO EN DICIEMBRE del año pasado, cercana las fechas navideñas, Luis R Conríquez sacó un tema musical, la navidad bélica, con su muy peculiar estilo: Feliz Navidad/Hijos de su puta madre/Traigo todos los juguetes/Para el perro que me ladre/… mientras, en otra parte, el cantante Kevin AMF añade /Traigo un fiestón/También un pelotón/Traigo putas de a montón/Están bailando reggaetón/Ton, ton, ton, ton/.
LA PROHIBICIÓN NUNCA HA SIDO buena consejera, ciertamente, por lo que se deben emprender estrategias diversas para que esta cultura de la violencia y la apología de los narcos no genere reacciones como la que se vio en Texcoco, Estado de México.