Tecomán: tan lejos de Dios y tan cerca de Elías Lozano

POR Bibiano Moreno Montes de Oca

El varias veces heroico municipio de Tecomán ha sido en el estado de Colima uno de los más azotados por las desgracias que representan para los sufridos tecomenses sus gobiernos locaes, especialmente para los sindicalizados que ahí prestan sus servicios desde hace lustros. Así, ahora que se escenifica el Opus 666 del conflicto entre el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Tecomán y su actual alcalde, el mazorquero Elías el Gusano de Queso Lozano Ochoa, es bueno hacer un recuento de ese recurrente problema laboral. 

Antes que nada, por increíble que parezca, habrá que aclarar que el Gusano de Queso Lozano Ochoa no es, ni por mucho, el único que se ha confrontado con los trabajadores sindicalizados que encabeza desde hace años el aguerrido Audelino Flores Jurado. Repito: Elías no es el único que se ha enfrentado al sindicato, sino que es un eslabón más de una larga cadena de atropellos que iniciaron, si mal no recuerdo, con el rupestre Federico Gudiño, que se divertía con un equipo de vigilancia de circuito cerrado que mandó instalar para monitorear a todos los trabajadores, con cargo a la desastrosa administración que encabezó. 

Con Federico Gudiño hubo choques con el sindicato de burócratas tecomenses, ya encabezado desde entonces por Audelino. Sin embargo, el conflicto escaló a un plano mayor cuando llegó al poder el primitivo Elías Martínez Delgadillo, un sujeto llegado de Ciudad Guzmán, Jalisco, acusado –justificadamente— de ser el líder de lo que se dio en llamar La legión extranjera, pues retacó de gente ajena a Tecomán la administración municipal que presidió durante tres desastrosos años. El conflicto fue gravísimo por la cantidad de dinero propiedad de los sindicalizados que desapareció después de que el propio presidente Vicente Fox intervino para tratar de dar fin al problema laboral. 

El pleito fue tan encarnizado que el guzmanense echó mano de un abogado cuyo aspecto era como la versión ojete del Perro Bermúdez, quien se las daba de muy chinguetas en temas laborales. Por supuesto, en Tecomán topó con pared. Así, los enfrentamientos eran constantes con el bien recordado E-líos Martínez, al grado que le fue imposible despachar desde el Palacio Municipal que se encuentra en el centro de la ciudad, por lo que se tuvo que ir a echar pulgas a otro lado, en virtud de que los trabajadores le cerraron el paso hacia la sede del Palacio Municipal tecomense. 

De manera, pues, que E-lios Martínez tuvo que trasladar su cuartel general a un jardín público al sur de la ciudad. No recuerdo el nombre del lugar, pero hace muchos años, cuando participaba en una cuadrilla de fumigación con gamexane contra el alacrán (programa manejado por la Secretaría de Salud y Bienestar Social del Gobierno del Estado), con lo que se protegían las viviendas de los arácnidos, lo bauticé El rincón de los filósofos, pues por ahí deambulaban apaciblemente personajes con facha de Sócrates, Platón, Aristóteles y otros pensadores que conocemos por las ilustraciones de los libros escolares y las enciclopedias. 

Cuando cayó por ese jardín E-líos Martínez habían pasado varios años, por lo que es muy probable que para entonces habrían desaparecido todos esos personajes que me llamaban mucho la atención, aunque estoy seguro que hubieran salido despavoridos al ver la llegada del depredador alcalde oriundo de Ciudad Guzmán. Y no sería sino hasta tiempos más recientes, con Lu-pillo García Negrete, el patán sombrerudo presidente municipal, cuando el pleito con el sindicato escaló a un plano superior, en el que ya hubo golpeados, encerrados, amenazados y demás medidas de presión de un sicópata que era apoyado por el ahora diputado local Rigoberto García, su hermano, conocido como el R-2

Hoy, sin embargo, el problema es más peliagudo con un mazorquero, rupestre, primitivo y zafio Lozano Ochoa, pues los otros alcaldes al menos tuvieron algo en común que benefició a los trabajadores: sólo duraron en el cargo los tres años que correspondían constitucionalmente, sin tener que repetir en el cargo un espantoso trienio más. Hoy, insisto, las cosas están más de la chingada, pues al Gusano de Queso Lozano Ochoa no lo han soportado ya por tres años, sino que tendrán que aguantarlo los tecomenses por un sexenio entero. Es decir: Lozano Ochoa va a seguir causando daño durante dos años más. 

Por tanto, me da la impresión que los de Tecomán están pagando algo que no hicieron, pero que a todos les está saliendo muy caro. En este momento ni necesidad hay ya de enterarnos cuál es el motivo por el que los trabajadores del sindicato van en el Opus 666 del conflicto contra el presidente municipal en turno. ¿Qué exigen los representados de Audelino Flores Jurado afuera del Palacio Municipal, donde llevan a cabo una manifestación permanente? Lo mismo de siempre: el pago de adeudos y prestaciones que no les han sido pagados por el sinvergüenza y vaquetón morenaco Gusano de Queso Lozano Ochoa.  

O sea: es la escenificación de la misma obra con mínimas variaciones. Pobre Tecomán: tan lejos de Dios y tan cerca del mazorquero Elías Lozano.