POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Aunque funciona en el espionaje, al estilo James Bond, es posible que la frase no aplique en política; sin embargo, a Humberto Silva Ochoa dos veces en la vida se le presentó la oportunidad de ser candidato del PRI a gobernador del estado: la primera vez como tragedia, la segunda como comedia. He aquí mi testimonio, que me tocó conocer muy de cerca como reportero de El Comentario.
A inicios de 1985, igual que ahora en 2014, el ambiente político estaba caldeado: sonaban los nombres de los prospectos a la gubernatura del estado, pero el termómetro se puso al rojo vivo cuando el entonces delegado del CEN del PRI, con línea directa desde Los Pinos, dio a conocer la lista de los afortunados que podrían suceder en el cargo a Griselda Álvarez Ponce de León.
Los nombres del delegado incluían a los que realmente estaban considerados en la capital del país, como los alcaldes Elías Zamora Verduzco y Carlos Vázquez Oldenbourg, el senador Javier Ahumada Padilla, etcétera; pero en ningún momento se citó a Humberto. Con tono apesadumbrado, pero al mismo tiempo contrariado, el entonces director de El Comentario decidió meter en la puja a su jefe político indiscutible.
Era obvio que el periodista no actuaba por su cuenta, sino por instrucciones del jerarca del periódico que hoy pertenece a la Universidad de Colima. Como quiera que sea, la inclusión de Humberto Silva dio pie para que durante algún tiempo se siguiera barajando su nombre como prospecto, hasta que la inercia lo fue difuminando del escenario, para darle paso al verdadero candidato: el entonces presidente municipal de Manzanillo.
La inclusión de Humberto Silva, empero, no era arbitraria: rector de la Universidad de Colima y diputado federal al mismo tiempo (periodo 1982-1985), era un pre candidato natural, pues a su inmejorable posición había que agregar que se encontraba en plena forma (andaba por los 48 años) y su poder y presencia en los diferentes ámbitos de la sociedad colimense eran innegables.
¿Por qué no considerar en ese entonces a un pre candidato que superaba, por mucho, al resto de los competidores? La respuesta era elemental: Humberto Silva era entonces un hombre poderoso (era el jefe nato del Grupo Universidad, donde Fernando El nene Moreno Peña era capaz hasta de echar maromas si aquél así se lo pedía); por tanto, resultaba gravísimo error darle aún más poder.
De alguna manera, los equilibrios funcionaban en el PRI autoritario, monolítico y verticalista de entonces. Así, a pesar de haber estado en el mejor momento de su vida, Humberto Silva no pudo ser gobernador por razones de equilibrio. De haber sido decisión de la entonces gobernadora, no hay duda que el sucesor hubiera sido el entonces rector, con el que ella sostenía estrecha amistad, pese a la campaña periodística emprendida en su contra, seis años atrás, durante su etapa de pre candidata.
Insisto: en 1985 fue la mejor oportunidad que tuvo HSO de ser gobernador (eran los tiempos del carro completo y todos esos chanchullos que se estilaban en el PRI), pues en adelante ya no se volvieron a dar las circunstancias. Pero en 2003, cuando era secretario General de Gobierno y andaba por los 66 años de edad (yo diría que ya bastante maduro), no faltó el adulador que lo convenció que podría ser de nuevo pre candidato tricolor a la gubernatura del estado.
Era evidente que para Humberto Silva ya habían pasado los mejores años. No es lo mismo aspirar desde un cargo político-administrativo que de uno de elección popular. Este último había sido el caso en el 85, pero ya no en el 2003. Además, el ex rector de la UC padecía una enfermedad llamada narcolepsia que le restaba seriedad a sus aspiraciones: si bien se la podría haber tratado con medicamento, resultaba imposible hacerlo cuando se anda permanentemente en la grilla, comiendo y bebiendo a destajo.
De los aspirantes a la gubernatura del estado, Humberto Silva era el más viejo y enfermo de todos. Cuando Socorro Díaz Palacios y Jesús Orozco Alfaro hicieron su numerito de anunciar su salida del PRI, HSO fue el más entusiasta promotor. Sin embargo, cuando parecía que los acompañaría en su aventura de irse a las filas del PRD, el ex rector sólo los encaminó a la puerta. Obvio: ya había negociado una posición política para él.
Todos en Colima conocen el desenlace: el gobernador fue Gustavo Vázquez Montes y el coordinador de la bancada del PRI en el Congreso local fue Humberto Silva, aunque apenas duró un suspiro: fue enviado de inmediato a la SEDESCOL, donde luego lo cambiaría el mazorquero Silverio Cavazos Ceballos a la Secretaría de Planeación.
Por cierto, el buen Marx dijo que la historia siempre se repite dos veces: la primera vez como tragedia, la segunda como comedia. No estoy seguro si así se pueda calificar el caso de Humberto Silva, pero no me cabe ninguna duda que la primera vez lo tenía todo para ser y no fue, y en la segunda vez ya tenía muy poco que dar y menos fue.
*Columna publicada el 27 de mayo de 2014.