POR Luis Fernando Moreno Mayoral
A Riult Rivera se le ve muy sonriente en los eventos que lleva a cabo como presidente municipal de Colima; se le ve feliz cuando tapa baches, cuando se monta a un caballo o cuando se para a bailar con una señora en medio de la calle.
Qué bueno que esté contento.
Lo malo es que esa sonrisa, como la del Joker, es falsa; por dentro sufre porque se sabe un títere, una sombra de Mario Anguiano Moreno; es el instrumento de los corruptos y criminales que lo quieren utilizar para regresar por sus privilegios en el 2027.
Ya lo dijo la aspirante a dirigir el Comité Ejecutivo Nacional del PAN, Adriana Dávila: en Colima el panismo “está cooptado por tres o cuatro compañeros”.
No hace falta que dijera quiénes son: se trata de Pedro Peralta Rivas, Julia Jiménez Angulo, Jesús Alberto Partida Valencia y Riult Rivera.
Peralta Rivas es el dueño de la franquicia e impuso a Julia Jiménez en la dirigencia estatal y a un bueno para nada en la secretaría general; a su vez colocaron a Beto Partida como diputado plurinominal por la vía de la diversidad sexual y esperan que el proyecto de Riult Rivera cuaje para volver a hacer negocios al amparo del poder.
El problema, sin embargo, es que el aparato del PAN está volcado a favor de ese júnior tóxico— jefe del cártel inmobiliario— Jorge Romero Herrera, quien, sobra decirlo, de ganar permitirá que los mismos que están el frente de Acción Nacional en Colima continúen con sus corruptelas y se repartan los cargos entre sus familiares y allegados.
Héctor Arturo León Álam reconoció que para Riult Rivera significó un esfuerzo grandísimo pagar la primera quincena como alcalde a los sindicalizados, pensionados y jubilados; los demás que se esperen, pues.
El líder sindical ya está conociendo la verdadera cara del edil capitalino: es un cínico que, de frente, dice sí a todo; cuando le dan la espalda suelta la puñalada trapera y desconoce cualquier acuerdo.
León Álam dijo que noviembre está tranquilo, pero que en diciembre viene el aguinaldo y los bonos. Y tuvo la honestidad de reconocer que Riult Rivera no tiene previsto el pago para los compromisos de fin de año; sin embargo, comentó que está seguro que buscará la manera de hacerlo.
¿Cómo? No dijo. Lo cierto es que tendrá que hacer las gestiones, pero como es un inútil es posible que le tengan que ayudar en el gobierno del Estado o con las participaciones federales.
Riult Rivera creyó que llegaría a la presidencia municipal de Colima a hacer campaña permanente para ser el candidato de la alianza PRI-PAN al gobierno del Estado, pero al final, con esa sonrisa del Joker, sentado en la soledad, le revolotea la canción de José José: “Y es verdad soy un payaso/pero qué le voy a hacer/uno no es lo que quiere/sino lo que puede ser.
Los dueños del PAN en Colima le están prendiendo veladores al corruptazo jefe del cártel inmobiliario para que gane la dirigencia nacional del blanquiazul; porque de llegar Adriana Dávila romperá la alianza con el PRI.
Y adiós, Riult.
**Están muy enchilados los pagineros a sueldo de Riult Rivera con lo que escribimos aquí.
El funcionario de quinta del Instituto Nacional Electoral, habilitado como golpeador en campañas electorales, no merece la más mínima atención.
Siempre ha sido un segundón: no fue capaz de sostener el medio-franquicia que fue financiado por panistas, como tampoco fue capaz de mantener unida a su propia familia.
El traidor nunca fue Ehecatal; fue ese chilango que vino a Colima en plan de conquistador que terminó firmando los escritos de ese cliente frecuente —porque le sacaba dinero en el Complejo Administrativo— de Jesús Orozco Alfaro.