POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Está obnubilado por su amor a amlo, pero sobre todo el que siente por la Gobernadora Altozano desde marzo del presente año, cuando fue incorporado a la nómina para medrar del Gobierno del Estado como asesor. Los datos publicados en la columna Xpress´o de la imperdible página PXPress son contundentes: vienen documentos referentes a su dada de alta, claves, recibos de cobros y todo lo relacionado con los de 40 mil pesos mensuales que le cuesta al erario este parásito de la izquierda corrupta, rancia, obsoleta y cínica. Me refiero, claro, a Ricardo el Niño Fidencio Sánchez Arreguín, nuestro héroe del día.
Ricardo el Niño Fidencio Sánchez Arreguín es de esos a los que el buen amigo David Martínez Mora (alias Damarmo) define acertadamente así: no tiene nómina aborrecida. Así, nuestro personaje, en su faceta de perredista incendiario, se benefició con los compañeros que llegaron a obtener algún cargo político; sin embargo, cuando en la izquierda –la izmierda— ya no consiguió nada, se pasó al bando de la derecha panista, es decir, dio un vertiginoso giro de 180 grados, donde se quedó tan campante durante lustros, sumados todos los años en los que se benefició de la nómina oficial blanquiazul.
Hoy, sin embargo, de nuevo aparece con su gafete de izquierdista rábano como asesor del indirato, con sueldo de 40 mil del águila mensuales que recibe sin despeinarse, a las órdenes del oscuro Eduardo Jurado Escamilla, tipo con más poder que varios secretarios del chiqigabinete de vacilada juntos, pero que ignora para qué sirve eso. Así, pues, Ricardín lo mismo se ha movido en las aguas del PRD, del PAN y ahora de Morena, donde puede decirse que la Revolución al fin le hizo justicia, aunque a costa de los impuestos de todos los colimenses que pagamos para que el angelito reciba sus emolumentos cada mes.
De la Oficina del Gobernador, a cargo del oscuro Jurado Escamilla, dependen las Coordinaciones de Comunicación Social y de Asesores, donde se concentran 120 changos, entre sindicalizados y de confianza. Por supuesto, los del sindicato son minoría frente a la avalancha de gañanes que cayeron sobre los cargos como aves de rapiña. De manera que el Niño Fidencio Sánchez Arreguín está bajo las órdenes directas del jefe de la mentada oficina, lo que indica que todo lo que escribe no sólo es del conocimiento de Indira Vizcaíno Silva y del testaferro de ésta, Jurado Escamilla, sino que ambos están de acuerdo con lo publicado.
Veamos: el Niño Fidencio Sánchez Arreguín cobró como jefe de prensa de la fracción panista en dos Legislaturas locales (seis años); los tres trienios de Felipe Cruz Calvario (nueve años), aunque en la última etapa ya como miembro del MC, no del PAN; en la administración villalvarense de Brenda del Carmen Gutiérrez Vega (tres años), sin contar los periodos en los que se fue a la capital del país a ponerse a las órdenes de solidarios legisladores federales en el Congreso de la Unión. Y ahora –reitero— el nene cobra, desde marzo del presente año en la transformadora administración del indirato. ¡Ver para creer!
No es que esté en contra de que el Niño Fidencio Sánchez Arreguín cobre como asesor del Gobierno del Estado, sino la hipocresía y doble moral con la que se ha manejado en su miserable vida de “antigobiernista”, pues de lo que hoy se beneficia era rabioso detractor en el pasado. Su argumento: los otros robaban más. Pero esa mamada sólo funciona entre los chairos croqueteros que la tienen por perfecta y no le ven ningún error a la pitera 4T, pues el resto de la gente pensante se ha dado cuenta de lo farsantes, corruptos, cínicos y sinvergüenzas que son los cuatroteros del país; en especial, los de Colima, que insisten con su cantaleta de que no son iguales.
Una anécdota contada por un amigo ya desaparecido lo pinta de cuerpo entero, se apegue o no a la versión original. La historia señala que el Niño Fidencio Sánchez Arreguín se encontró un día a un amigo con el que comenzó a discutir sobre los compañeros que se habían alejado del movimiento (el movimiento es como llaman los parásitos de izmierda a su modus vivendi y modus operandi). Con un morral donde se alcanzaba a ver la portada de El libro rojo de Mao, un alterado Ricardín (tal vez por efecto de alguna sustancia extraña) bateaba cualquier nombre que le fuera mencionado su interlocutor.
—¿Cómo ves a Fulano?
—Renunció a los ideales.
—¿Y Zutano?
—Claudicó.
—¿Y Perengano?
—Abandonó el movimiento.
—¿Y Mengano?
En este punto, al escuchar el nombre del aludido, en el clímax del paroxismo por su furia, bramó con todo su rencor:
—¡Y no me hables de ese perro traidor!
Bien: el muy izquierdista sujeto, beneficiario de la derecha panista durante lustros, es una de las adquisiciones del indirato rábano para quemarle incienso a la que le paga muy bien por sus servicios, pues otros de sus porristas, también metidos en la nómina del Gobierno del Estado, perciben mucho menos por hacer exactamente lo mismo que hace el porro de el Niño Fidencio Sánchez Arreguín, pues hasta en eso no todos son iguales. En efecto: como en la orwelliana novela Rebelión en la granja, todos los vocerdos del indirato son iguales, pero algunos vocerdos son más iguales que otros.