POR Jorge Octavio González
Si se lo propone, como la mayoría de las decisiones que ha tomado desde que asumió la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador impondrá como su sucesora a Claudia Sheinbaum, actual regenta de la Ciudad de México.
Una cosa, ciertamente, es que el poder de su investidura dentro de MORENA le alcance para ganarle a las tribus que administran el partido-movimiento; la realidad, sin embargo, será un muro con el que se toparán en el 2024.
Claudia Sheinbaum, hasta hace algunos años, era una científica y académica respetada por su liderazgo dentro de la izquierda mexicana; con un pensamiento independiente y feminista como pocas, capaz de alzar la voz cuando se cometían injusticias.
Hoy, por su obsesión por ser la primera presidenta de México, la jefa de Gobierno de la CdMx se ha mimetizado tanto con López Obrador que sus cercanos ya no la reconocen; es tan fuerte su deseo de convertirse en la sucesora de AMLO que ha sido capaz de traicionar los ideales que hace pocos años defendía con tal de congraciarse con el señor de Palacio Nacional.
Una vergüenza, por supuesto, para las feministas que, cuando AMLO dijo que eran un grupo enviado por la derecha para desestabilizar a su gobierno, no fue capaz de decir nada para no enojar a su verdadero jefe; se le olvidó ser feminista y asumió, para continuar al lado de López Obrador, la protección patriarcal.
Aunque fue votada para ser jefa de Gobierno de la Ciudad de México, en los hechos Claudia Sheinbaum se la ha pasado en actos de campaña por toda la República Mexicana; se organiza eventos al interior del país para justificar su salida, pero deja a la ciudad en el total abandono.
Los problemas en el Metro de la CdMx ya le pasaron la factura: justo cuando estaba en Michoacán para dar una conferencia sobre cómo se debe gobernar una entidad, un incidente la obligó a devolverse para afrontar la problemática; la cuestión es que la señora Sheinbaum quería que la esperaran para salir en las fotos, aunque había muertos y familiares de heridos que no quisieron prestarse a los actos propagandistas de la jefa de Gobierno.
Cuando se cayó la Línea 12, que fue el primer golpe duro a su administración, contrataron a una de las mejores empresas para hacer una auditoría a fondo y determinar qué era lo que había sucedido; como los resultados se enfocaron en la falta de mantenimiento, cuyos responsables son las actuales autoridades, y no las deficiencias en la construcción, como querían que fuera para pegarle a Marcelo Ebrard, golpearon a la empresa noruega y terminaron en un pleito legal por rescindirles el contrato.
No vieron en ese momento lo que se vendría después; asumieron que lo de la Línea 12 del Metro era un caso aislado y que no volvería a haber incidentes en lo sucesivo. Qué equivocados estaban. En las últimas semanas ha habido choques, incendios y accidentes en el Metro que, como siempre sucede en estos tiempos de la 4T, son culpa de los neoliberales que quieren desprestigiar el movimiento de López Obrador.
Ante ese tipo de hechos, que no reconocen como errores suyos sino como ataques de sus adversarios, la popularidad de Claudia Sheinbaum se ha desplomado considerablemente, dejando a Marcelo Ebrard un poco atrás, pero sin avanzar lo suficiente, y con un Adán Augusto López que, en el río revuelto, ha sido el que ha pescado puntos que lo ubican cerca de los punteros.
Marcelo Ebrard, ha quedado claro, no será el candidato de MORENA ni es una opción viable para López Obrador, para mala suerte de los promotores que tiene en todo el país, incluido Colima.
AMLO elegirá de entre Claudia Sheinbaum y Adán Augusto. Pero si se empeña y obsesiona en imponer a su favorita, aunque eso signifique poner el riesgo la continuidad de la 4T, optará por Claudia.
Hace tiempo que López Obrador actúa por impulsos y no por razonamientos. Así que lo más seguro es que, en efecto, la candidata sea Claudia.