POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Por lo general, en los tiempos electorales son los dirigentes de los partidos los que andan a la caza de posibles candidatos a cargos de elección popular, es decir, los que andan en la pepena política. No es por simple gusto: carentes de cuadros que sean suficientemente competitivos dentro de sus propias filas, en algunos partidos tratan de seducir prospectos ajenos que puedan dar la pelea en las urnas con un doble y entendible fin: contar con posiciones de poder (de gobernador, de alcalde, de diputado) y mantener el registro ante la instancia correspondiente.
El caso de Óscar Ávalos Verdugo, sin embargo, es al revés: él se da el lujo de ser el que escoge a los partidos, es decir, anda de shopping político para ver cuál es el que se le acomoda mejor. O sea: aunque algunos partidos serios andan tras él, es el tecomense el que va a decidir con cual quedarse, de acuerdo a sus necesidades, ya sea en el PRI, en el PAN o en Morena. La intención de este empresario de la política (o político empresario) es la de ser presidente municipal del municipio iguanero. ¿Por cuál partido? Por el que sea. Todo está en ver dónde se siente más a gusto. Al final de cuentas, el que paga manda.
Veamos: Óscar Ávalos tuvo el ofrecimiento de apoyo de la directiva del PAN para, en su oportunidad, ser el que encabezara la alianza Va Por Colima en Tecomán; sin embargo, al inicio del presente año, comenzó a ver con interés a Morena: en especial, al dueño del partido de los nuevos ricos y gobernador de facto de Colima, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez. Fue tanta la relación del tecomense con el viejo cacique arrocero de Buenavista, que no sólo acudió a principios de año a la reunión a la que se convocó para respaldar públicamente a la estresada Indira Vizcaíno Silva, sino que hasta su novia oficial habló a nombre de un sector de empresarios por ella ahí representados.
El hecho de tener dinero a manos llenas envalentonó a Óscar Ávalos, quien se sintió tan indispensable en Morena que hasta logró desplazar a los precandidatos que le hacían sombra, como el impresentable diputado local Armando Reyna Magaña, aún coordinador de la Jucopo en la LX Legislatura local. Este sujeto ya había sido encuerdado por el propio vejete Vizcaíno Rodríguez, quien hasta lo placeó ante los grupos de poder del municipio iguanero, donde se encuentran los traidores y oportunistas hermanos del desaparecido gobernador tecomense Gustavo Vázquez Montes.
Algo pasó que, en pleno shopping político en Morena, Óscar Ávalos volvió a dar la voltereta y, de pronto, le regresó el amor por el priismo; más aún, ya encarrilado, se le ocurrió que podría ser el presidente del PRI en el municipio de Tecomán, la plataforma desde donde pretende saltar sobre la alcaldía, aunque para ello afecte las aspiraciones de otro impresentable que cree poder lograr la hazaña de su hermano Lu-pillo dos administraciones atrás. En efecto: el diputado Rigoberto García Negrete ya le ha invertido demasiado a su precampaña como para hacerse a un lado, sin más, y quedarse varado a medio camino.
Hay que destacar que el egocéntrico Óscar Ávalos, que dice que apoya con dinero a medio mundo y ni siquiera le dan las gracias, se encuentra en un punto en el que, por su desmedida ambición política (la ambición económica ya la tiene resuelta), podría llegar a quedar como el perro de las dos tortas; o sea, que, a la mera hora, ya no encaje ni en Morena, ni en la alianza Va por Colima ni en cualquier otro partido palero que gravita alrededor de uno grande. No obstante, con todo y que le meta mucha lana, al empresario de la política podría mandarlo a volar la gente por una elemental razón: su inconsistencia política.
En política nadie es imprescindible, así presuma ser milloneta que suelta el dinero a la menor provocación –lo que, además, es falso—, porque más allá de eso está la congruencia, los valores y los principios que no se compran en el tianguis, aun cuando lo quiera ver como andar de shopping político. Al final, no siempre gana el que gasta más lana en campaña, sino el que hace propuestas más atractivas y viables para la población y, sobre todo, que sea serio y que no se anda con poses egocéntricas, como es el caso de Óscar Ávalos.