por Sdaydep
La narrativa en Colima: revictimiza que algo queda
Luego de una jornada de terror en Colima el pasado fin de semana, la noche del domingo cerró con otra tragedia: ingresaron unos sujetos armados a un bar de la ciudad capital y abrieron fuego contra una mujer y su acompañante; después se sabría que también a otro joven que salía del baño le tocó un proyectil que le dañó diversos órganos, pero más adelante se explicará la razón de esa omisión de las autoridades.
Ese mismo fin de semana dos masculinos fueron abatidos a unos metros de Casa de Gobierno, orgullosamente libre de humo de tabaco, quedando al interior de un vehículo color negro sin vida.
Y el mismo domingo encontraron bolsas negras con los restos de los niños de 14 y 16 años de edad que fueron reportados como desaparecidos dos días antes.
El vocero de la muerte, en la conferencia de prensa que es cada vez más compleja, sin opción de cuestionar, con limitaciones en las participaciones, apresurado por hacer el recuento de los muertos lanzó una serie de acusaciones en contra de los fallecidos para intentar deslindar al gobierno del Estado y su pésima estrategia de seguridad de lo que ocurre todos los días en las calles de la entidad.
Gustavo Joya Cervera dijo, sobre la joven de 18 años asesinada en un bar, que era la sobrina de una mujer identificada como parte del crimen organizado; sólo que desde el 2020 se encontraba en calidad de desparecida.
La respuesta no se hizo esperar. La madre de la muchacha acaecida por las balas de sicarios desmintió tajantemente al vocero de la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz y la Seguridad Estatal: su hija no se dedicaba a la delincuencia organizada, sino que vendía ropa. Su sobrino, que era el que acompañaba a su hija, trabajaba en un lote de autos.
¿Y qué pasó con el tercer joven que fue alcanzado por las balas en el bar? No fue mencionado en la conferencia de prensa porque la estrategia era hacer ver ante la opinión pública que el ataque hacia la hija y sobrino de Lilia Montes obedecía a su nexo de sangre con una presunta criminal que estaba en calidad de desaparecida. Y hablar sobre el tercer afectado no iba a encajar en la narrativa de las autoridades: el joven no tenía nada que ver con los asesinados y sólo salía del baño en el momento equivocado. Nada más.
La criminalización de las víctimas de la violencia es parte de la narrativa del gobierno de Colima para hacer ver que todo lo que sucede es una guerra entre células del crimen organizado, mas nunca parte de un escenario en donde puedan ser afectadas personas que no estén relacionadas con actividades ilícitas.
El dolor de una madre al saber que su hija fue asesinada a balazos es tan grande como para que todavía un funcionario acusado de tener ligas con la mafia diga, ante los medios de comunicación, que su muerte obedeció a que tenía nexos familiares con una mujer perteneciente a un cártel del narcotráfico.
Los medios de comunicación se concentraron en ese caso en específico para diseminar su indignación en las redes sociales, pero no fue a los únicos que ese día se revictimizó.
Sobre los jóvenes asesinados al interior de un vehículo a metros de Casa de Gobierno, el vocero de la muerte dijo que en sus redes sociales presumían armas de fuego y logotipos e insignias de uno de los cárteles de la droga que opera en Colima. Así resolvió el misterio: como subían fotos con pistolas y rifles de asalto, entonces estaban en malos pasos.
Pero eso no fue todo: sobre los niños de 14 y 16 años de edad, que sus familiares aún no encuentran una respuesta lógica al crimen salvaje y demencial en contra de sus seres queridos, Gustavo Joya dijo que ya estaban analizando sus redes sociales para poder saber la razón de su muerte. ¿Es en serio? No dijo que van a investigar al lugar de los hechos, recopilar datos con vecinos de los alrededores ni a hacer un análisis de las cámaras de videovigilancia no sólo del C5i sino de todo negocio cerca de donde fueron vistos por última vez, sino a revisar sus redes sociales. ¡Sus redes sociales!
¿Qué esperan encontrar? ¿Algún intercambio de mensajes en donde digan algo más o menos que pueda ser interpretado por las autoridades como un móvil que apunte al crimen organizado y, con eso, decir que no fueron daños colaterales porque el ataque fue directo hacia ellos?
En Colima ya no sólo existe la posibilidad de ser asesinado en la calle, en el trabajo, en un bar, en el centro de la ciudad o en un jardín, sino que, encima de eso, una búsqueda en el sistema de la Fiscalía General del Estado de hace muchos años puede arrojar la explicación perfecta para que el vocero diga que hay un antecedente que posiblemente sea un móvil del crimen y una línea de investigación a seguir.
Increíble el actuar criminal del gobierno de Colima.
A ver qué dicen hoy sobre las víctimas de esta semana.