POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Con su primer libro titulado Relámpagos en el horizonte, el escritor local Gerardo González Ramírez, conocido popularmente como El Rorro, se revela como un narrador nato de historias cortas que abarcan todos los rincones y recovecos de la vida cotidiana. Si bien este volumen es el primero en el haber del autor, nuestro amigo no es ningún bisoño en el tema: por lo menos tiene dos premios previos en concursos de cuento en los que ha resultado ganador, independientemente del presente, que le valió 50 mil pesos y la publicación de la obra por su participación en el Premio Estatal de Cuento Colima 2020.
Conocedor de la vida por ser maestro de teatro e interpretar diversos personajes, la psicología de los que viven en sus cuentos nos demuestra que son tan reales como los amigos, vecinos y familiares que nos rodean, pero de los que ignoramos algunos de sus más íntimos secretos. Debo admitir que el primer cuento de la hornada –nueve en total—, titulado sencillamente Hay que cerrar, de inmediato me atrapó. Esa es la clave en todo cuentista que se respete: no soltar al lector desde el inicio. Así, si en un libro de narrativa corta la primera historia no te suelta, ya estuvo que continuarás las siguientes hasta llegar al final.
El primer cuento, de entrada, se siente divertido, pero en realidad es una reflexión sobre la pérdida de un ser querido del padre del personaje, que se lo lleva a tomar a un teibol para que se distraiga y se aleje la depresión en la que se encuentra sumido. Sin duda, se trata de una historia conmovedora del buen hijo que se preocupa por lo que pueda suceder con su padre ante un ominoso futuro sin su amada esposa, muerta a causa de la irremediable enfermedad del cáncer. La participación de otra hermana, que es la fuerte de los tres, producto de ese roto matrimonio, refuerza ese realismo al que todos tendremos que enfrentarnos algún día, tarde o temprano.
Los siguientes ocho cuentos son de variopinta índole, algunos mejores que otros, pero que cumplen con la función que tienen asignada: desarrollar unas buenas historias, de pronto entrañables, acaso sórdidas, que te arrancan lo mismo una sonrisa que una lágrima. Eso es el cuento en su estado más puro: historias cortas con una profundidad que ni siquiera la novela logra alcanzar, salvo que cuentan con un mayor número de cuartillas.
El segundo cuento, Destellos en el mar, es una historia que tiene lugar toda una noche en un hotel que se encuentra frente a la playa en las costas colimenses. El tema de los celos y la venganza están bien reflejados en un cuento que, por su temática, remite a la tragedia clásica shakespearana titulada Otelo, donde el celoso famoso personaje mata a su esposa Desdémona. Bien resuelta la conclusión del relato.
En Nadie nos hará daño nos topamos frente a la clásica historia de la violencia familiar, donde el marido le pone tremendas palizas a su afligida esposa, para que, pasada la borrachera, el sujeto pida perdón, prometa que ya no lo volverá a hacer (ni tomar ni golpear a la mujer) y todas esas patrañas de que echan mano los machos cobardes que abusan de su fuerza física frente a seres más débiles, como la mujer y su pequeña y traumatizada hija que es testigo de todo.
De Amanecer podríamos esperar una historia divertida, si no es por lo que resulta de una infidelidad en el matrimonio; peor aún, si se anda traicionando a la esposa con una alumna en la que el protagonista es un catedrático de una Facultad en la Universidad. Aunque se trata de dos típicos clasemedieros que tienen su buen empleo, cuentan con su auto propio y asisten a presentaciones de teatro y se van a tomar en el bar al aire libre después de la función, el acto de engañar a la mujer en el matrimonio tiene sus consecuencias.
En Última mirada al río estamos ante el tema de la soledad de las personas, donde una mujer no tiene a nadie que la quiera. Esta historia está escrita con un tono medio surrealista que, como lo dice su propio título, tiene lugar durante un viaje turístico en un cauce de agua, de los muchos que existen en nuestro estado de Colima.
La historia titulada Cuenta regresiva aborda un tema cada vez más común y entra en el terreno de lo cotidiano: el del narco. En este cuento la trama gira desde el punto de vista de un infiltrado en varios de los cárteles de las drogas que existen en el país, con una traición y el premio de un millón de dólares para el que logre salvar todos los peligrosos obstáculos.
Lo referente al cuento Ruidos es la historia cotidiana que viven todos los que son padres de hijas adolescentes o un poco mayores, pero a las que se sigue viendo como si fueran niñas. Esa impresión se acaba cuando se observa a la buenona de la amiga y se cae en la cuenta de que ya son mujeres hechas y derechas, no unas escuinclas. Así ocurre con el personaje masculino del cuento que, a diferencia del filme Belleza americana, no tiene que pasar por las fantasías eróticas con la amiga de su hija que los acompañó un fin de semana a la playa, pues aquí es ella la que se muestra bastante provocativa.
Como metáfora por el título del cuento, Una rata, una mujer trata de convencerse a sí misma que es valiosa y puede conseguir un buen trabajo para no tener que depender por completo del exitoso marido, un abogado al que se le abren oportunidades de crecimiento que se da el lujo de rechazar en primera instancia. El de las ratas, que generalmente causan pavor en las féminas, es un trauma que logra ser superado por Leticia, el personaje central, en ese objetivo de ya no ser la misma apocada de antes en su propia casa.
Lo interesante de esta narración es que la cuenta una mujer en primera persona, algo válido en la literatura, aunque poco usual. Y es que, por lo general, el escritor que es hombre aborda las historias desde su perspectiva de varón, en tanto que la que es mujer lo hace desde su propia visión femenina. En este caso, hay que felicitar a El Rorro por tener el valor para ponerse en los zapatos –o zapatillas— de una de las del sexo bello.
El cerrojazo a las nueve historias lo da el cuento Lo que deseas escuchar, que es una introspección de un niño que está en su casa castigado por una madre que cree que no lo quiere y que odia el futbol por ser el deporte que tanto le gustaba a su exesposo, matrimonio roto del que resultaron dos hijos, un niño y una niña traumatizada. El pequeño es un crack y, por lo tanto, indispensable para el juego con los presumidos del equipo de los superhéroes de la cuadra de abajo. Así, el menor se enfrenta al dilema de si se sale de la casa para irse a jugar el partido, aunque eso despierte la ira de su madre.
En Colima se escribe poco cuento; más bien, hay pocos autores que cultivan este importante género de la literatura. Como autor de cuatro libros de cuentos, me congratulo de que un estimado colega haya lanzado al mercado su primer libro, Relámpagos en el horizonte, que confirma que sí tenemos buenos narradores. Lo único que hace falta es localizarlos y darlos a conocer.
*Columna publicada el 30 de septiembre de 2021.