POR Jorge Octavio González
Si la pretensión de Xóchitl Gálvez Ruiz es convencer a los mexicanos de que ella es la mejor opción para rescatar al país del hoyo en el que lo tiene hundido López Obrador y que todos los actos de corrupción dejarán de normalizarse para ser sancionados, en nada le ayuda a la candidata de Fuerza y Corazón por México tener a impresentables en sus eventos.
La senadora con licencia lleva meses tratando de deslindarse de la vieja clase política y de aparentar una cercanía con la sociedad civil, la que no tiene partido pero sí está harta del actual régimen; sin embargo, sus operadores políticos sólo la hunden allegándole sujetos señalados por actos de corrupción y nexos con el crimen organizado.
La semana pasada, cuando estuvo en Colima y Manzanillo, Xóchitl Gálvez se vio rodeada de la peor ralea de políticos de la entidad que han sido acusados en el pasado de todos los actos que la gente no está dispuesta a perdonar.
Al margen de que sí hubo representantes de la sociedad civil que han visto en Xóchitl Gálvez la esperanza de detener la destrucción del país y sus instituciones, la mayoría de los asistentes a los dos eventos que tuvo en el puerto y en la capital sólo generaron encono y desilusión; son ese tipo de impresentables los que ya no quiere la gente ver en las boletas ni en cargos de elección popular.
Xóchitl Gálvez, que viene enfrentando una elección de Estado, con todos los recursos del gobierno federal y de las entidades a disposición de Claudia Sheinbaum, ahora tiene que lidiar con los corruptos que le presentan y con los que se tiene que tomar la foto en los eventos públicos.
Nadie dice que no tengan el derecho de respaldar la opción política que mejor les plazca, aun con todo el lastre y los negativos que representen; la cuestión es que si en realidad quieren un cambio y la posibilidad de vivir en un México democrático, con división de poderes y con respeto a las libertades, lo menos que pueden hacer para ayudarla es no dejarse ver con la candidata ni fotografiarse con ella para que sus adversarios digan que representa el pasado más oscuro al que nadie quiere regresar.
La vanidad, el ego, sin embargo, les gana a muchos de estos corruptos que ya tuvieron la oportunidad de gobernar Colima y que quedaron a deber mucho a la sociedad; además de querer imponer a sus hijas y aliados en las candidaturas a cargos de elección popular, también quieren ser parte del reparto del poder en el eventual gobierno de Xóchitl Gálvez. No tienen llenadera.
Basta ver la reacción en las redes sociales para ver que los asistentes a los eventos de Xóchitl Gálvez no generaron simpatía ni confianza; al contrario, en cada foto publicada con impresentables sólo había tristeza, desilusión y desesperanza de la gente que no quiere la continuidad y sumisión de Claudia Sheinbaum hacia quien la maneja, pero tampoco está dispuesta a darle una segunda oportunidad a los políticos y empresarios corruptos que se enriquecieron en sexenios pasados y que nunca fueron llevados a la justicia.
Si de verdad quieren ayudar la campaña de Xóchitl Gálvez y ver que MORENA se vaya de Palacio Nacional en el 2024, no la estorben con su desprestigio ni tratando de interferir en las candidaturas a los diversos cargos de elección popular que se disputarán en el 2024.
Ver a ex gobernadores, ex diputados locales y federales, ex alcaldes y ex funcionarios de la pasada y otras administraciones, todos con la característica de la mitomanía y corrupción como carta de presentación, no es un buen mensaje para la sociedad que quiere un cambio.
Si no están dispuestos a dejar a un lado su ego, merecido tendrán otros 6 años de un gobierno de MORENA.