POR Jorge Octavio González
Al margen de que la funcionaria del ayuntamiento de Manzanillo tendrá que demostrar con un certificado médico si en realidad se internó en el hospital por no ingerir alimentos, la única responsable de que su salud se esté mermando y tenga consecuencias irreversibles es nada más y nada menos que Martha Zepeda del Toro.
Vinculada a proceso por el delito de falsedad de los servidores públicos y destituida de la Secretaría de la administración municipal como medida cautelar, fue la que incitó a que gente incauta e ingenua arriesgara su vida (en el Libramiento Ejército Mexicano) y su salud (en la huelga de hambre en Colima y la CdMx) para ser merecedora de una candidatura por Movimiento de Regeneración Nacional.
De una y mil maneras le han demostrado a Zepeda del Toro y a su patrona que no la quieren en el partido y que no están dispuestos a ceder un ápice en las candidaturas que ya están definidas para diputarse este 2024.
Lo de Martha Zepeda y Griselda Martínez Martínez es una obsesión por tener un cargo público; su lucha no es por ideales ni por cambiar las cosas, como tanto acostumbran decir cada que tienen oportunidad. Allá quienes les crean ese cuento.
Hace días, cuando a Adrián Ruvalcaba no le dieron la candidatura de la Alianza a la Ciudad de México, decidió pasarse a la campaña de Claudia Sheinbaum; lo mismo sucedió con Rommel Pacheco, quien ahora es candidato a la alcaldía de Mérida por la coalición Seguimos Haciendo Historial. Y así otros que no vieron en sus partidos la posibilidad de continuar con su carrera política: se fueron con quien sí los cobijó.
¿Y qué hace Martha Zepeda del Toro? Aferrarse al clavo ardiendo de la marca MORENA para seguir viviendo del erario; de otra forma no se entiende cómo es que se mantiene en la línea de participar en el proceso interno para ser la candidata a la presidencia municipal de Manzanillo si claramente le han demostrado que no la quieren en sus filas.
La estrategia que se está diseñando desde el búnker de la presidencia municipal de Manzanillo incluye porros y reventadores, además de falsos activistas, que se encargan de difamar, insultar y acosar a quienes critican el montaje de la huelga de hambre y la pretensión de Martha Zepeda del Toro de conseguir una candidatura para que no la metan a la cárcel por los delitos que está enfrentando.
Aunque dicen abanderar una causa justa, en el fondo esos porros miserables que calumnian a los que no creemos en la honestidad de Martha y Griselda están igual o más desequilibrados que sus promotores, pues no pasa un minuto sin que se vayan a acosar a un ciudadano o a un periodista que está cuestionando esta estrategia que tiene como finalidad presionar a los directivos del partido guinda.
Se entiende, por supuesto, que algunos de ellos deseen un hueso para no tener que trabajar o alguna candidatura, como una que, en el proceso pasado, intentó por todos los medios ser diputada local, pero como nadie la quiere y al tildan de problemática y mal de sus facultades mentales ni siquiera figuró en las encuestas realizadas por MORENA, por lo que tuvo que irse a hacer berrinche a otro partido que le dio la oportunidad de participar en la campaña, aunque de igual manera de nada le sirvió.
Los porros y farsantes del activismo pueden asustar a incautos con sus calumnias y amenazas, pero no a nosotros; por más que deseen que desaparezcan nuestras opiniones se tendrán que aguantar, porque si algo hemos ganado a lo largo de los años es la libertad de expresarnos sin ser objeto de persecución política y judicial, algo que seguiremos haciendo pese a rémoras que sólo viven del insulto, el acoso y la amenaza para tener contentos a quienes les pegan.
El encono y odio que ha generado Martha Zepeda del Toro y Griselda Martínez Martínez, contratando a corruptos para acosar y amenazar a críticos, se les va a revertir; después que no se quejen de por qué nadie las sigue en su causa ni las respaldan para ganar otro puesto de elección popular.
En lugar de estar en la grilla en la Ciudad de México, Martha Zepeda del Toro debería enfrentar su proceso penal en Colima, en donde, si la vuelven a vincular a proceso, el juez puede pedir la prisión preventiva oficiosa.
Y todo por tramposa y pretender engañar a los diputados con actas modificadas.