Los tres sobres de Indira en un reducido tiempo

POR Bibiano Moreno Montes de Oca

En la época priista, de la que muchos cuatroteros abrevaron y ahora llevan su ADN en la sangre (como el viejito amlo, el macuspano que vive en el austero Palacio Nacional), ya se acostumbraba entre los gobernantes una estrategia de políticas públicas para poder trabajar sin sobresaltos durante algún tiempo. La historia de los tres sobres es muy conocida –no por las nuevas generaciones—, pero es conveniente recuperarla para contextualizar lo que sigue a continuación en esta columna de culto.  

Así, el gobernante saliente dejaba tres sobres a su sucesor en el cargo, mismos que deberían ser usados conforme a como decía en las instrucciones. Llegado el momento, el primer sobre se abría por el gobernante en funciones, donde venía la instrucción: “Échame la culpa”. Pasado el tiempo, los problemas se volvían a presentar, por lo que era necesario abrir el segundo sobre, en el que se daba la instrucción: “Haz cambios en tu equipo”. Más adelante, en virtud de que los problemas nunca se terminan, abría el político el tercero y último sobre, el cual indicaba escuetamente: “Comienza a escribir tus tres sobres”. 

A la inepta, oscura, frívola, mazorquera, indolente, banal, mezquina, etcétera, Indira Vizcaíno Silva, gobernadora formal de Colima, que se da el lujo de despreciar el apoyo que la sociedad da de buena fe a los hospitales colapsados por el temblor del 19, muy pronto le tocó utilizar el primero de los tres sobres, si bien es cierto que tuvo poca duración.  Así, la responsabilidad de todos los males habidos, herencia del funesto Nachito Peralta Sánchez, muy pronto fue superada por el indirato, que a estas alturas ya ni se acuerda de responsabilizar al exgobernador de la ruina en la que dejó las finanzas públicas. 

De manera que, al ya haberse utilizado el primer sobre, a la Gobernadora Altozano le toca ahora abrir el segundo. De hecho, ya comenzó con el primer cambio importante en su chiquigabinete de vacilada, aunque sin darle la importancia que reviste el hecho: el almirante de Marina Manuel Llerandi Ruiz fue echado cariñosamente a patadas de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado, aunque sin darse a conocer aún al sustituto para el cargo, que es otro marinero llegado de la Sexta Zona Naval de Manzanillo.  

En el paquete que contempla la recomendación del segundo sobre, por supuesto, como mandado hacer está el subsecretario de Administración del Gobierno del Estado, el impresentable Víctor Manuel Torrero Enríquez, chilango que vino a Colima en la creencia de que los colimenses somos bien dejados. Ni siquiera pudo contra el enanín de Martín Flores Castañeda, secretario general del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado /STSGE), con el que midió fuerzas… y salió trasquilado. 

En el indirato abundan los sinvergüenzas, pero ninguno como el fuereño Torrero Enríquez, quien presume en su currículo lo siguiente: “siempre he estado ligado al fortalecimiento de los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en las adquisiciones de bienes, arrendamientos y servicios, obras públicas y servicios relacionados con las mismas, así como de las finanzas públicas”, aunque su supuesta experiencia que se auto atribuye no se ha visto reflejada positivamente en su desempeño observado durante los casi 11 meses que lleva el gobierno de los Vizcaíno, sino todo lo contrario. 

Al enemigo público del enanín de Martín Flores de nada le han valido sus 15 años como asesor en materia de fiscalización electoral en el Consejo General del INE y de asesor legislativo en el Grupo Parlamentario de Morena en la LXIV Legislatura Federal, así como representante financiero y responsable de la fiscalización ante el INE del Partido Morena en Colima; de igual manera, sus estudios contables y de Ciencias Políticas y Administración Pública no lo han hecho ni mejor persona ni funcionario público dedicado y eficiente. 

Las pésimas relaciones laborales entre el Gobierno del Estado y el STSGE son fruto de la cerrazón, intransigencia y malos modos de Torrero Enríquez, quien no ha tenido ni la inteligencia ni el talento para encauzarlas por el camino del diálogo y el entendimiento; por el contrario, lo suyo son las contraproducentes presiones y amenazas, como las que ejerció para tratar de ablandar al muy duro de pelar dirigente sindical, así como lo hace ahora con los proveedores y hasta con sus propios compañeros de trabajo en el chiquigabinete de vacilada. 

El tipo no entiende que las funciones administrativas a su cargo deben ser para servir a las demás áreas de gobierno, no para obstaculizar su funcionamiento, pues en un insensato afán de hacerles sentir su poder y de complicarles la existencia a los demás, les pone trabas, obstáculos, dilaciones y otra serie de mañas, sin importarle que su irracional actitud y comportamiento perjudique la buena marcha de una administración estatal que prometió ser diferente a las del pasado, pero que ha resultado peor: es mucho más costosa, incompetente y de una dudosa honestidad. 

En fin: en el segundo sobre entra, pues, Torrero Enríquez. Respecto a la última recomendación, cuando Indira ande escribiendo sus propios tres sobres, deberá estar consciente que se irá en el 2024, cuando en los comicios le sea adelantada la revocación de mandato, pues un voto en contra de Morena será un voto para que la mala mujer ahueque el ala antes de tiempo.