POR Jorge Octavio González
Si bien el domingo la manifestación de los trabajadores del Poder Judicial Federal en Colima fue de pena ajena, la de ayer lunes fue peor.
Y es que, de acuerdo a lo que se dio a conocer el pasado fin de semana, las multitudinarias concentraciones de la sociedad civil que lanzarían consignas en contra de la reforma al Poder Judicial no fueron más que una ilusión; en la entidad colimense superaron apenas las 100 personas, donde la mayoría eran del PJF.
El lunes, sin embargo, las cosas fueron a peor: los manifestantes no llegaron ni a las cien personas. Una burla.
Pero enfoquémonos en la protesta del domingo pasado.
Aunque dijeron que no habría representantes de partidos sino gente que genuinamente espera que las reformas presidenciales no prosperen, lo cierto es que hubo colectivos que en la pasada campaña electoral en Colima participaron promoviendo a Xóchitl Gálvez Ruiz tanto en redes sociales como en tierra.
En redes sociales, cuando señalaron este dato, los mismos colectivos se molestaron y preguntaban a los que decían eso si habían estado en la manifestación; sin embargo, está más que claro que sí había un trasfondo político en la movilización para echar abajo la reforma al Poder Judicial Federal.
Y lo peor es que también estuvieron los magistrados Bernardo Salazar Santana y Miguel García de la Mora, amigos cercanos al ex gobernador Silverio Cavazos Ceballos y señalados ambos por cometer irregularidades durante su paso en el Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Colima.
El ex presidente del STJE, Bernardo Salazar, incluso fue uno de los oradores a las afueras de Palacio de Gobierno, en donde repitió los mismos argumentos de la oposición para descalificar la reforma al Poder Judicial, como si la elección de él y del propio García de la Mora hubieran sido totalmente transparentes y ajenas a corruptelas.
Miguel García de la Mora, con la arrogancia que le dio asumir una magistratura, cuando en el Congreso del Estado no fue más que un abogado del montón, ni siquiera fue capaz de hablar en el marco de las manifestaciones; él sólo se dedicó a respaldar con su presencia los dichos de Bernardo Salazar, con la cara compungida y molesto de tener que salir de su cómoda oficina para mezclarse con la chusma que decidió defender los intereses de quienes forman parte del Poder Judicial en Colima.
Si restamos a los magistrados y a sus acompañantes, además de los colectivos que apoyaron la campaña de la candidata de Fuerza y Corazón por México a la presidencia de la República, quedan, en efecto, puros trabajadores del PJF y los medios que se dieron cita para cubrir el evento.
¿Por qué no hubo sociedad civil apoyando las manifestaciones de quienes dicen que las reformas a punto de aprobarse vendrían a ser la catástrofe para el país entero?
Porque, ciertamente, la gente ya no se deja influenciar por lo que dicen los partidos políticos que sólo llevan agua a su molino.
Claro que, en el caso de la elección de jueces y magistrados por voto popular, la propuesta es una reverenda estupidez; sin embargo, no es toda la reforma en cuestión.
Hay un sinfín de propuestas más que, una vez analizadas, podrían armonizarse con otras que concluyan con un proyecto a la altura de la justicia que merecemos.
Seamos realistas: la justicia en México no es la que merecemos ni la mejor; los procesos son lentos, engorrosos, cansados y cuestan demasiado dinero.
Se puede perfeccionar para hacer una justicia realmente pronta y expedita; lo que no podemos hacer es asumir que todo está bien y que no hace falta nada.
La reforma al Poder Judicial va a paso veloz.
Es posible que para la primera semana de septiembre quede aprobada y sea una realidad.