POR Jorge Octavio González
Vergüenza debería de darle a Luis Enrique Zamorano Manríquez cada que sale a dar la cara a la opinión pública; la forma en la que ascendió a secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad de Colima fue a través de la traición, la corrupción y las componedas con la autoridad universitaria.
Atrás quedaron los ideales y la lucha por una Universidad de Colima más democrática y justa; un cargo y un poco más de poder fue suficiente para que un maestro mediocre de fotografía, que manejaba un taxi para completar el gasto familiar, le clavara el puñal a su propio compadre y amigo de lucha, todo para tener contento al patrón que los sigue ninguneando y les reparte migajas.
Estos días, cuando se cumplieron 3 años del rectorado de Christian Torres Ortiz Zermeño, en lugar de señalar las irregularidades al interior de la casa de estudios, así como el acoso sexual y laboral de maestros a estudiantes menores de edad, la infiltración del crimen organizado en el campus y la opacidad en el manejo de la información y la rendición de cuentas, el espurio dirigente del SUTUC “elogió el trabajo hecho por el rector”.
Elogio en lugar de crítica; elogio en lugar de firmeza; elogio en lugar de la defensa de las conquistas de sus trabajadores. Elogio, sumisión, servilismo, eso es lo que ha habido de parte de Luis Enrique Zamorano a los dos rectores a los que le ha tocado servir como el bufón que es.
Zamorano pasará a la historia como el dirigente sindical más dócil, entreguista y corrupto, capaz de vender a sus propios compañeros con tal de mantenerse en el poder.
Mientras otros líderes sindicales de tanto en tanto salen a cuestionar al patrón por no cumplir sus compromisos y los aumentos salariales del pliego petitorio, en la Universidad de Colima se elogia el trabajo del rector Torres Ortiz Zermeño y callan las voces de los trabajadores que no se sienten conformes con la situación actual.
¿Cómo alzar la voz si el dirigente del SUTUC se la pasa elogiando al rector y lo llena de flores?
La Universidad de Colima está en el peor momento de su historia, todavía enquistados los porros y delincuentes del Grupo Universidad cobrando pensiones millonarias y decidiendo al interior de la casa de estudios; sobre todo atado de pies y manos porque la gobernadora tiene sometido al rector y en cualquier momento lo puede desechar como el pusilánime que es.
Luis Enrique Zamorano no ve los múltiples casos de acoso sexual y laboral que hay a lo largo y lo ancho de los bachilleratos y facultades de la Universidad de Colima; no ve que el crimen organizado es capaz de infiltrarse en el campus universitario y dejar mensajes amenazantes contra profesores que se han propasado con alumnas, sin que la autoridad universitaria los castigue.
El falso dirigente sindical de los universitarios no ve que en el comité de transparencia tiene a sus más files e incondicionales empleados que jamás proporcionarán la información que se les solicita para no hacer quedar mal a su jefe; tampoco ve que el órgano encargado de atender la violencia de género revictimiza a quienes han sido abusadas y acosadas por las autoridades, todo porque son amigos o algo más de quienes deberían aplicar dichos protocolos.
En la Universidad de Colima sigue el acoso laboral y sexual, niegan información y las escuelas no tienen la seguridad necesaria porque los grupos delincuenciales entran y salen como si estuvieran en su casa y amenazan a quien quieren sin consecuencia alguna.
¿Algo que elogiar al rector Christian Torres Ortiz Zermeño? Nada.
El sujeto es limitado, sin capacidad, sin autoridad y consciente de su mediocridad; aun así hay quienes señalan que estará un segundo periodo al frente de la Universidad de Colima.
Que se lo crean sus aduladores y beneficiarios de contratos; los que sí se han visto lastimados con la pésima gestión del rector estarán buscando nombrar a alguien que sí tenga el carácter y la firmeza para defender a los universitarios, no uno que esté a merced de lo que le ordenen desde Casa de Gobierno.
Tan insignificante es que ni siquiera la alianza que domina uno de sus patrones, como el ex gobernador de Colima, lo consideró para alguna candidatura de relevancia.
El Senado de la República y la diputación federal, así como las plurinominales, ya se repartieron; no creo que quiera una diputación local o formar parte de una planilla de Cabildo.
Ni para eso le alcanzó.
Así de inútil es Christian Torres.