POR Jorge Octavio González
Claudia Sheinbaum Pardo a simple vista puede parecer que no tiene el control absoluto del gobierno de la República y verse, en algunas ocasiones, débil; lo cierto es que el fin de semana pasado, en Manzanillo, demostró estar informada de todo lo que sucede en la entidad y se operó políticamente en coordinación con el gobierno del Estado para desactivar varias bombas que estuvieron a punto de estallar en su visita a Colima.
La primera bomba: algunos activistas, que en el pasado reciente quisieron ser diputados, aprovecharon las tragedias que se suscitaron en días pasados para sacar raja política.
Estaban listos para confrontar a la presidenta de la República y generar más atención mediática si caían en el juego. Pero no sucedió así: Claudia Sheinbaum los recibió y escuchó sus planteamientos, amén de llevarse las carpetas que le dieron para su análisis.
Como se sintieron satisfechos por ser atendidos en sus asuntos personales, lo demás les importó un comino.
La segunda bomba: una enfermera del hospital de Manzanillo, que acababa de ver la película Joker, se manifestó con una cartulina en el evento donde estaba la presidenta de México.
El mensaje escrito en la cartulina decía: “¿Y para cuándo el hospital?”
Claudia Sheinbaum, en su intervención, respondió a la pregunta: recordó que, en una de sus conferencias mañaneras, se informó que la clínica estaría iniciando su construcción a partir del segundo semestre de este año.
La enfermera, por su atuendo, llamó la atención de los medios de comunicación; cuando la entrevistaron dijo lo que siempre ha sucedido en los hospitales: que hay desabasto de medicamentos, falta de personal y de las herramientas para intervenir a los pacientes.
¿Por qué hasta ahora sí se preocupan por hacer público este problema generalizado?
Porque, ciertamente, en las últimas semanas el enojo por esos problemas se estaba trasladando hacia el personal médico, como cuando un sujeto llenó de balazos el automóvil de lujo del subdirector del Hospital de Especialidades IMSS-Bienestar.
Ese era el principio de una andanada de expresiones en contra de doctores, enfermeros y directivos de los hospitales y clínicas en Colima: los que no quieren atender, los que niegan los medicamentos, los que dan cita dentro de tres o hasta 6 meses, los que dejan morir a las personas en las salas de urgencia, son, en efecto, los médicos, enfermeros y personal administrativo.
De ahí que, ciertamente, ahora salgan a decirle a la gente que, si no les dan los medicamentos que piden y dejan morir a los pacientes en las sillas heladas de urgencias, es porque el gobierno no les da lo que necesitan para trabajar.
La tercera bomba: el ajonjolí de todos los moles, la regidora Martha Zepeda del Toro, organizó una manifestación para reventar el evento del gobierno de la República.
Aunque ella misma ha aceptado que en los seis años de su administración, donde la gris ex presidenta gobernó con odio y complejos de inferioridad, la unidad deportiva quedó en el abandono total, hoy, sin embargo, utiliza el tema para generar ruido político.
Preparados con cartulinas y consignas en contra de las autoridades ahí presentes, en su oportunidad la presidenta Claudia Sheinbaum también respondió sobre ese tema: les dijo que era falso que en el terreno en cuestión se fueran a edificar las viviendas del bienestar.
Dijo y repitió en diversas ocasiones que eso era falso y que alguien los estaba desinformando.
La destinataria acusó recibo: Martha Zepeda del Toro, a falta de propuestas y trabajo político, intentó ganar los reflectores en el evento intentando reventarlo; como no le funcionó su estrategia, se retiró del lugar molesta por la respuesta que dio la presidenta de la República.
Martha Zepeda del Toro fue expulsada de MORENA por violar los estatutos y traicionar los ideales del movimiento; aunque intentó por todos los medios regresar, las autoridades le negaron su petición.
En el evento del gobierno federal, sin embargo, nada tenía que hacer; sin embargo, fiel a la escuela de su jefa, sin vergüenza alguna acudió al lugar y llevó a varias personas para que gritaran y reventaran el evento.
Su estrategia falló; de ahí que se le vio molesta y decidió retirarse del lugar.
A Martha Zepeda no le interesaba la gente ni la unidad deportiva; lo que quería era hacer ruido y sacar raja política.
Escribió en sus redes sociales que habían ganado porque la unidad deportiva se iba a quedar.
¿Ganaron? La arrogancia de la regidora no le da para ver más allá de sus obsesiones.
Pero ella va a seguir generando odio y escenificando dramas baratos porque es lo único que sabe hacer.