POR Luis Fernando Moreno Mayoral

El golpeteo a la presidenta municipal de Manzanillo se entiende como una estrategia burda y descarada que la oposición tiene para eliminar a la figura que —aunque todavía falta tiempo para las definiciones— ven como la más viable para suceder a la gobernadora de Colima en el 2027.
No por nada algunos de los ataques son mezquinos y desagradables: como el hecho de que las mercenarias al servicio de Griselda Martínez Martínez y Martha Zepeda del Toro se burlen de un supuesto autismo de Rosi Bayardo.
Por supuesto que el desaguisado del fin de semana en el concierto de El gran silencio no iba a pasar desapercibido para los enemigos políticos de la alcaldesa; mucho menos se iban a detener en si la actuación de la policía se debió a que algunos asistentes estaban fumando de la verde o no distinguieron entre un conato de violencia y el baile slam.
Ya vimos, en las redes sociales, las clases de lo que es el slam; ya nos aleccionaron que todos se juntan y comienzan a empujarse entre ellos y que puede haber incluso golpes que no significa necesariamente un acto de violencia. Todo es arte.
Los policías, ciertamente, no estuvieron a la altura de las circunstancias: en algunos videos se puede apreciar a elementos con el vientre demasiado abultado y otros que definitivamente no tenían la preparación para atender casos de este tipo.
Una de las asistentes, que también cuestionó duramente la reacción de la policía, no se enganchó en la tendencia del golpeteo hacia la autoridad municipal y admitió que fue oportuna su intervención cuando algunos asistentes, unos cuantos nada más, estaban fumando droga enfrente de niños, ancianos y discapacitados.
Cierto es que, cuando se trata de conciertos de El gran silencio, Molotov, El Tri, La maldita vecindad o Jaguares, el público asistente es mayor de edad, más propenso a consumir alcohol y otras sustancias que, en el calor del evento, los motivan a generar desmadre.
Sería bueno, para futuras ocasiones, que los eventos se pudieran clasificar entre aptos para toda la familia o solo para adultos; no hacerlo en el concierto en cuestión confundió a los policías en la activación de los protocolos que debieron seguir en situaciones de violencia.
Nada que no se pueda solucionar con la capacitación a los policías y a los organizadores del evento; el hecho de que se utilizara gas pimienta generó molestia, cierto, pero tampoco es para poner el grito en el cielo: nadie salió herido por eso.
Aunque este tipo de situaciones suceden en todos los conciertos, en donde las drogas y el alcohol corren como si fueran dulces, es perfectamente entendible que en el concierto del fin de semana en Manzanillo se haya mezclado la política; todo porque es más rentable para la oposición y los medios al servicio de la anterior administración municipal colgarse de cualquier asunto, por más mínimo que parezca, para tratar de destruir y sacar de la contienda a la que ven —sin que ella haya dicho nada al respecto— como la aspirante más aventajada para ser la candidata de MORENA al gobierno del Estado en el 2027.
Del nivel del golpeteo y los señalamientos es el tamaño del miedo que tienen de que el proyecto-movimiento morenista permanezca en el poder por otros 6 años más.