La novela no escrita por Rulfo*

POR Bibiano Moreno Montes de Oca

En la única ocasión que vino a Colima don Raúl Prieto Riodelaloza (alias Nikito Nipongo), filólogo, escritor de novelas, de cuentos, de ensayos y de artículos contra los descerebrados que cometen errores lingüísticos de manera cotidiana, tuve la fortuna de ser invitado para presentarlo ante los alumnos de comunicación de la Universidad de Colima.

Después del acto académico, donde Nikito Nipongo presentó su libro de corte histórico Álvaro Obregón resucita: De los Tratados de Bucareli al TLC, nos fuimos a comer con el periodista y escritor al pueblo de Comala. Nos acompañaba la hija más talentosa del autor, Angélica Prieto, que también presentó su libro. En fin: en Comala, en los portales de la cabecera municipal, el estimable autor de la columna Perlas Japonesas nos habló a los ahí presentes de Juan Rulfo.

Desde tiempo atrás se había hablado de una novela que estaba escribiendo Juan Rulfo. A su muerte, ocurrida en 1987, la inquietud por saber sobre esa historia aún era grande. Con todo, nunca se supo más del tema. Pero cuando llegó a Colima el autor de Madre Academia (en 1992), era inevitable que se hablara de Juan Rulfo, pues estábamos en el Comala que, sin ser el mismo que refiere en su novela Pedro Páramo, muchos de sus lectores –incluidos los extranjeros— dan por hecho que es el rulfiano.

Así, en la plática que había entre Raúl Prieto y varios de los presentes (sólo recuerdo a Nacho Villagarcía, a Víctor de Santiago y a Angélica Prieto), el autor de Museo Nacional de Horrores (que aborda la tragedia que vivió el entonces Distrito Federal después del terremoto de 1985) confió:

—Rulfo me contó sobre una novela que traía dándole vueltas en la cabeza.

—¿De qué se trataba? –pregunté, sumamente emocionado.

—Era una historia interesantísima.

—¿Usted la conoció toda?

—Me la contó a grandes rasgos, pero era interesantísima.

—Pero ahora que ya está muerto, ¿por qué no la escribe usted? –le dije a Nikito Nipongo resueltamente—. Nadie mejor que usted para darle forma a la historia.

—Imposible –me cortó—. Esa historia era de Rulfo y sólo él podría escribirla.

Y puede que así sea: si bien Nikito Nipongo era un escritor excepcional (mucho más profundo que Octavio Paz, que ni se le acercaba en cultura, talento, humor y erudición), no lo veo en los zapatos del autor de El gallo de oro, pero no por falta de capacidad, sino porque Rulfo sólo hay uno, ya había muerto y acaba de cumplir su centenario. Y, bueno, ahora don Nik Nip también ya duerme el sueño eterno.

*Columna publicada el 3 de mayo de 2017.