POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Tras llevar a la práctica la recomendación que contempla el segundo –de los tres— sobres de su antecesor, que aconseja: “Haz cambios”, la Gobernadora Altozano relevó del cargo de titular de la Secretaría de Seguridad Pública a Manuel Llerandi Ruiz, quien fue sustituido por otro marinero. En una especie de intento de La marranera, el sketch cómico-mágico-musical del vejete de Palacio Nacional, aquí denominado Diálogos por la Transformación, Indira Vizcaíno Silva aprovechó el viaje para lanzar una de sus tantas mentiras que acostumbra soltar a diario: despidió a 40 agentes de la Fiscalía de Colima por omisión y por sus nexos con el crimen organizado.
Así, muy campante, soltó la bomba, aunque insistió en que a varios de ellos se les abrieron carpetas de investigación para conocer hasta qué grado tienen relaciones con el narco. A este respecto, habría que decir que a lo mejor hay alguno que otro de tropa, pero los más pesados son jefes y han sido mencionados en más de una ocasión en los crípticos mensajes de las narcomantas y cartulinas que suelen dejar los sicarios después de haber llevado su mensaje de muerte entre los que son sus objetivos y los que son daños colaterales. De esos, por cierto, ni media palabra de que se les vaya a investigar desde la Fiscalía a cargo del inútil Bryan Alejandro García Ramírez.
Sin embargo, más tardó la Indi en anunciar a su nuevo funcionario de seguridad pública y adornarse con el despido de malos elementos de la Fiscalía de Colima, que en rezongar de inmediato varios de los que se sintieron agraviados por lo declarado por la expresidenta municipal de Cuauhtémoc. Y si bien es cierto que se trata de textos anónimos que circulan por las redes sociales, mucho de cierto hay en lo que denuncian los que se lamentan que la gobernadora tome tan a la ligera la culpabilidad de 40 elementos que supuestamente fueron dados de baja por omisiones o por nexos con el narco.
De hecho, la queja de los agentes de la Fiscalía que reaccionaron a los dichos de Indira Vizcaíno es muy parecida a la que también externaron en redes sociales los policías preventivos, aún en tiempos de Manuel Llerandi, con argumentos muy similares: la falta de apoyo de los mandos superiores para realizar su trabajo, lo mismo por malos sueldos que por el nulo respaldo con equipo, gasolina para las patrullas y otras cosas necesarias para cumplir con su cometido. Por tanto, en virtud de que es mucho más creíble la versión de los agentes de la Fiscalía que la de la de la mitómana oriunda de la ciudad de Tijuana, en esta columna de culto haré eco de algunas de las quejas que exponen ante la opinión pública.
De entrada, como en el caso de los policías preventivos, a los agentes de la Fiscalía no les han aumentado el sueldo desde tiempos inmemorables. Lo más grave de todo, sin embargo, es la inhumana forma en la que tienen que llevar a cabo su responsabilidad: trabajar cinco días por dos de descanso. Dirá usted, amigo lector, que esa jornada de trabajo –conocida como semana inglesa— es muy adecuada para un mayor rendimiento, pero se trata de cinco días completos (con sus días y sus noches), a cambio de apenas dos días (completos también) para reponerse de la descomunal fatiga que implica no poder dormir ¡durante 120 horas consecutivas!
No es que me simpaticen los agentes de la Fiscalía, pero la jornada laboral que se les ha impuesto es inhumana por donde quiera que se le vea. No obstante, los que dan su versión dicen que le topan y que aguantan vara, pues hay que sacar para llevarle comida a la familia. Lo que ya resulta bien cabrón es que, por no contar con gasolina ni para remedio, tienen que exprimir las unidades que estén a la mano para poder trasladar de inmediato a algún hospital a los compañeros que resultan heridos en una balacera. Ah, pero para indemnizar a la familia por un elemento caído tardan más de lo debido “porque no hay dinero”. Eso sí: reclaman que “cuando les conviene somos Fiscalía independiente y cuando no les conviene somos del estado”.
Es más: no saben de dónde sacan que hay 40 elementos despedidos, si en todo el estado hay como 200 y prácticamente todos se conocen entre sí. La suspicacia hace creer que los supuestos despedidos podrían ser más bien aviadores o que se está sumando a los que ya han sido corridos en gobiernos anteriores. “Esto es mentira, esta 4t es mentira también”, manifiesta uno de los agentes anónimos, que, pese a todo, le topan al trabajo con patrullas “bien madreadas”, pues los mejores vehículos los tienen los AMP consentidos y “algunos que son familiares de usted (Indira) y aquí trabajan desde que usted llegó”.
Otro reclamo es en el aspecto administrativo: no hay hojas para impresiones de fotocopias, no hay equipo de cómputo, las oficinas casi se están cayendo y el armamento es muy viejo. A cada elemento le dan 30 cartuchos y dos cargadores por arma, cuando los malandrines andan mejor equipados y, por tanto, los superan en armamento y en capacidad de respuesta. Las patrullas las arreglan ellos mismos de su propio dinero y les dan entre 20 y 30 litros, pero no saben cuándo volverán a cargar gasolina. Un sueldo de 5 mil 800 a la quincena es lo que recibe un agente investigador y no cuentan con prestaciones para nada: ni para un crédito para una casa ni para comprar un auto.
De eso no dice ni media palabra la Gobernadora Altozano. ¿Pero qué tal el mini fiscal de opereta, inútil y bueno para nada, dándose la gran vida?