POR Jorge Octavio González
2022 ya no sólo será el año más violento de toda la historia de Colima sino el que rompió la brecha para algo más grande y que puede generar una desestabilización como se vive en entidades como Michoacán o Zacatecas, curiosamente gobernadas por militantes de MORENA y que, además, están en los últimos lugares de aceptación de todo del país.
Si el fin de semana pasado la violencia se desató como nunca, con una cantidad de muertos, despedazados y balaceras impresionantes, este lunes no bajó su intensidad; por el contrario, se incrementó a tal grado que tuvimos ejecuciones y balaceras en distintas partes de la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez.
Y es que, hay que recordar, Indira Vizcaíno el viernes había declarado con todo el cinismo del mundo que desde octubre, noviembre y diciembre el índice delictivo había tenido una disminución, sobre todo en los homicidios dolosos; cuando se le intentó revirar sobre el año más violento de la historia de la entidad desde que se hacen mediciones de este tipo, la gobernadora dejó al reportero con la palabra en la boca, cortó la entrevista y se fue escudada con el escolta fuertemente armado en el recinto universitario que se interpuso entre ella y los representantes de los medios de comunicación.
Como si fuera una maldición que tendremos que tolerar mientras esté en el cargo de gobernadora, una vez que hizo la lamentable declaración de la disminución en la violencia las organizaciones criminales se activaron y comenzaron a generar terror en la entidad con asesinatos a plena luz de día, donde las víctimas fueron al menos dos mujeres, el lanzamiento de una granada de fragmentación a las afueras de la vecindad de la calle Manuel Gallardo, así como otras ejecuciones y balaceras que ascendieron a más de 8 en distintos puntos de las ciudades de Colima y Villa de Álvarez.
Pero este lunes no fue menor que el viernes, sábado y el domingo pasados: por la tarde, en el municipio de Comala, unos sujetos le dispararon a una mujer que estaba caminando por la zona centro, quedando en el lugar sin vida; poco después unos sujetos ingresaron a un negocio de maquinitas en la Central de los Rojos y accionaron sus armas de fuego en contra de tres personas, una de ellas mujer, que perdieron la vida.
Con minutos de diferencia, en Real de Minas, Villa de Álvarez, unos sujetos que venían a bordo de un vehículo se acercaron al jardín principal, donde sacaron armas largas y dispararon más de 10 ocasiones, asesinando a un joven que estaba en ese lugar.
Después de ese crimen comenzaron a reportarse diversas balaceras en colonias de la ciudad de Colima, donde la zona centro era un caos vial que parecía no tener autoridad que pusiera orden; más bien se permitió el desorden mientras los automovilistas se desesperaban por encontrar una salida que no se veía por ninguna parte.
La violencia en Colima no para ni da tregua; los asesinatos están a la orden del día y no parece que la autoridad estatal o federal vayan a hacer algo al respecto. Indira Vizcaíno, con razón, pidió que no se hablara de la inseguridad en estos días: el tema de la violencia es incómodo para el gobierno del Estado y para la gobernadora, que no sabe qué hacer ante tremendo problema que generó con el incumplimiento de los compromisos hechos en campaña con las organizaciones criminales.
Y si a eso le sumamos que el mini fiscal Bryant Alejandro García Ramírez, según documentos confidenciales de la Secretaría de la Defensa Nacional, es “poco confiable” por su relación con el Cártel Jalisco, quedó más que claro que este asunto no concluirá muy pronto.
A esto también tendríamos que agregar la petición del propio CJNG al gobierno del Estado y al federal por los 2 millones de dólares dados a un personaje de apellido Vizcaíno para que se atacara al grupo enemigo, algo que tampoco cumplieron.
El peor error de esos sujetos es creer en la palabra de la gobernadora; la diferencia entre los que trabajan en la legalidad y los que no es que los segundos se van a cobrar la afrenta tarde o temprano.