La inexistente Comisión de Derechos Humanos de Colima

POR Jorge Octavio González

El titular de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima más inútil, rastrero ante el poder y sinvergüenza fue Sabino Hermilo Flores Arias.

El sujeto, repudiado por la mayoría de los activistas de derechos humanos de la entidad, maniobró al final de su periodo para exonerar a la ex directora del ICRTV que, protegida por José Ignacio Peralta Sánchez y funcionarios de primer nivel, cometió violaciones tan graves que ameritaban sancionarla y, desde luego, destituirla de su cargo.

Hermilo Flores, un sujeto ruin y sin dignidad alguna, se prestó ante la petición del gobernador para salvar a una de sus leales; el tipo creyó que lo premiarían en algún cargo dentro de la administración estatal por obedecer ciegamente, pero sólo fue defenestrado por mediocre e incapaz.

La llegada de Roberto Ramírez significaba una oxigenación de la institución encargada de velar por los derechos humanos de los colimenses; sin embargo, conforme pasó el tiempo se alió a la oposición del PRIAN y actuó como uno de sus más fieles empleados.

A diferencia de su padre, que nunca lo reconoció oficialmente, Roberto Ramírez se asustó porque a las afueras de la dependencia le dejaron un arreglo fúnebre y una cabeza de puerco en una caja; esto llevó a que, con recursos de la CEDHE, adquiriera oficinas en una de las zonas más exclusivas de la ciudad capital, en donde tiene todas las comodidades y lujos que no podía darse en el domicilio del centro.

Siguiendo la línea de su jefa a nivel nacional, Roberto Ramírez fue un florero más que, sin embargo, nunca fue capaz de entregar buenas cuentas a los colimenses que debiera defender de las injusticias y arbitrariedades de las autoridades.

Su función fue ir a medios de comunicación donde le hacían entrevistas a modo a dar un parte de las recomendaciones que emitía la dependencia, en donde, la mayoría de las veces, ni siquiera tenía competencia, como las realizadas en contra del Instituto Mexicano del Seguro Social, que se ganaron el desprecio de la gente por no tener abasto de medicamentos, por atender a los pacientes de manera prepotente y arbitraria y por incurrir en negligencias criminales.

Pese a que la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima tiene la facultar de iniciar quejas por oficio —con tal sólo publicarse en los medios de comunicación—, las veces que lo hacía era por la presión social; de ahí en más podría suceder cualquier tipo de violaciones a los derechos de los colimenses y la institución no se sentía por ningún lado.

Con malas cuentas ante la dependencia que dirige, sin el carácter que se requiere para lidiar con los abusos del poder, Roberto Ramírez tuvo el cinismo de buscar la reelección de la Comisión de Derechos Humanos, en el entendido de que ahora, con mayoría oficialista, tiene nulas posibilidades de tener éxito en su intentona.

Va a apelar a las calificaciones que tenga, aunque a nivel nacional quedó en la terna la peor evaluada de todas las que se inscribieron en el proceso; sin embargo, queda claro que un perfil como el de Ramírez Ramírez no tiene cabida en una institución que requiere talento, capacidad y no beneficiar a un grupito de personas que utilizan los derechos humanos para lucrar políticamente.

Claro que, en el periodo que ha fungido como titular, Roberto Ramírez ha creado una red de corrupción y de intereses que benefician a unos cuantos; no por nada han salido en su defensa unos cuantos que, con nula calidad moral e ignorantes en el oficio, esperan ser retribuidos si logran alcanzar la reelección.

Y como no existe posibilidad alguna de que los diputados le den el voto de confianza para estar por un periodo más al frente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima, sus defensores a sueldo tendrán que seguir rumiando su frustración y escupir su veneno en otros lados, al cabo lo que les sobra son nóminas e incautos que caen en sus garras.

Imperdible, desde luego, la descripción que hacen de una de las defensoras a sueldo de Roberto Ramírez:

“(Es una) mujer narcisista, inmadura, berrinchuda, le gusta burlarse de los defectos físicos de los demás, incluso no tolera la gente obesa, morenita, de rasgos indígenas, ya ni qué decir a la gente que viste de manera austera y sencilla, es demasiado perfeccionista y le gusta criticar a los demás en todos los aspectos…Lo malo es que tiene un pequeño defecto, está bizca”.