POR Jorge Octavio González
En la anterior entrega se dijo que los compromisos que contrajo Julio Scherer Ibarra cuando era el poderoso consejero jurídico de la presidencia de la República habían sido invalidados una vez que Andrés Manuel López Obrador decidió quitarle el cargo y el encargo por haber perdido toda su confianza.
Para nadie es un secreto que, en los primeros dos años que el hijo del fundador de la revista Proceso estuvo en el gobierno de México, hubo una coordinación estrecha y diálogo con José Ignacio Peralta Sánchez.
Muchos de los acuerdos que llegaron a concretarse en materia política, como se puede apreciar en el libro del periodista Hernán Gómez Bruera, hoy quedan sin efecto porque Julio ya no es el interlocutor ni el hombre del presidente.
En la obra Traición en Palacio: el negocio de la justicia en la 4T se repasa una lista de los casos más emblemáticos política y financieramente para el gobierno de la República que tuvieron como brooker o intermediario a Julio Scherer Ibarra.
Hay un pasaje en concreto, en la página 136, que habla sobre los negocios que hacían Hugo Scherer Castillo y Julio Scherer Ibarra con gobiernos estatales, de todos los partidos, en donde primero los ayudaban con servicios de consultoría y marketing para ganar las elecciones y después recibían como pago contratos en esos mismos gobiernos.
Hugo Scherer Castillo, de acuerdo al libro de Hernán Gómez, fue un “ideólogo de las grandes campañas de Solidaridad en tiempos de Salinas, estratega de Manlio Fabio Beltrones y cercano a Labastida Ochoa”.
Y agregó: Hugo Scherer “llevó, además, la imagen institucional de varios gobiernos panistas y priístas como Javier Duarte, en Veracruz —cercano amigo suyo—; el también veracruzano Migue Ángel Yunes Linares; Claudia Pavlovich, en Sonora; Roberto Borge, en Quintana Roo; José Ignacio Peralta, en Colima; y al menos otros tres candidatos en Tamaulipas”.
Y he aquí el tema que nos interesa: Hugo Scherer Castillo, sobrino de Julio Scherer Ibarra, llevó la imagen institucional en el gobierno de Ignacio Peralta; la cuestión es que ese servicio jamás se vio porque prácticamente todo el sexenio del priísta fue un desastre.
Pero eso es lo de menos; lo importante es que se incrustó en la nómina gubernamental de Colima como pago a la impunidad que le prometió Julio Scherer Ibarra al entonces gobernador de Colima.
Una revisión exhaustiva a las cuentas públicas de los primeros años del gobierno anterior nos dará más luz sobre las cantidades que se pagaron a las empresas de Hugo Scherer para que su tío, como el poderoso consejero jurídico de la presidencia de la República, le brindara protección a José Ignacio Peralta Sánchez.
En el libro de Hernán Gómez, sin embargo, también se detalla que muchos de los acuerdos que concretó Julio Scherer se cayeron porque estuvieron hechos de manera irregular o porque el presidente de la República jamás fue consultado ni mucho menos dio el aval para que se llevaran a cabo.
Ese supuesto acuerdo entre Ignacio Peralta y Julio Scherer, que tanto presumió para protegerse, no tiene validez alguna en la actualidad.
Si los actuales diputados de MORENA se dejaron impresionar con ese supuesto acuerdo, hoy ya no hay pretexto alguno: como todos los pactos que hizo en el pasado Julio Scherer, el de la protección al ex gobernador de Colima también dejó de existir, sobre todo si, como también se menciona en el libro sobre otros casos, tampoco fue consultado ni avalado por AMLO.
Y hay algo que nos hace creer que López Obrador jamás dio luz verde a un pacto de impunidad ni protección para Ignacio Peralta; de haber sucedido el ex gobernador hoy estaría en una embajada como sus otros compañeros priístas que pactaron la entrega de la plaza.