POR Bibiano Moreno Montes de Oca
El diputado Crispín Guerra Cárdenas fue el que citó el caso de los familiares de diputados de la LX Legislatura local que se encuentran instalados en el Gobierno del Estado con una buena chamba, lo cual explica que haya aumentado el número de tribunos (especialmente del sexo femenino) que cambiaron de bando de forma repentina. Así, de ser aguerridas e implacables críticas de Indira Vizcaíno, varias legisladoras son ahora sus más fervientes admiradoras. Al final, el indirato se convirtió en un vertedero al que van a dar todos los que están bien alineados con la Gobernadora Altozano, conformando la cuatrotera Familia Feliz del sexenio.
Cuando el bloque opositor daba la batalla a la mayoría morenaca que ya hasta se tambaleaba, la diputada verde ecologista Patricia Ceballos Polanco trabajaba codo con codo al lado de su correligionario Roberto Chapula de la Mora; sin embargo, en cuanto el tribuno fue asesinado y tuvo que ser sustituido por el tecomense David Grajales Pérez, se acabó el encanto. O sea: la diputada volvió al redil oficialista de la mano de David Grajales, que llegó al relevo con la bendición del entreguista dueño del PVEM, Virgilio Mendoza Amezcua. Así, pues, en ese momento Morena y contlapaches ganaron dos votos para su causa.
Más adelante, cuando ya era evidente que no se volvería a repetir la historia de las LVIII y LIX Legislaturas locales, en las que los partidos con mayoría y control de la Comisión de Gobierno Interno (PAN y Morena) perdieron el poder por la ambición de varios de ellos, la traidora Priscila García Delgado se hizo la ofendida en contra del jefe de su bancada panista, Crispín Guerra, con el pretexto de que éste se negaba a que la coordinación fuera rotativa. Por supuesto, esa era una absoluta falsedad: la que decide si el coordinador sigue o es cambiado por alguien más es la presidenta del partido, Julia Jiménez Angulo.
El tema le sirvió a la traidora Priscila García para acusar a su homólogo panista de misógino y otras yerbas, cuando la que tomó la decisión fue Julia Jiménez, lo que de ninguna manera significa que ella odie a las mujeres. El cuento de la misoginia y de la necedad de abandonar la coordinación de la bancada panista en la LX Legislatura local fue alentada y replicada por los vocerdos que el indirato tiene a su servicio (la Mujer Barbona Chávez y el Tartamudo Álvarez), lo que explica lo que sucedió enseguida: la incorporación de Francisco la Paca Rodríguez García a la Secretaría de Desarrollo Económico del Gobierno del Estado.
Al final, para que no haya ninguna duda de su traicionero cambio de chaqueta, la diputada “independiente” Priscila García retiró su firma de la solicitud que hay ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para aplicar la revocación de mandato durante el gobierno de Indira Vizcaíno, petición que originalmente hizo el bloque opositor de la LX Legislatura local, del que ella formó parte cuando convenía a sus intereses bastardos.
Los casos de las diputadas Lizette Moreno Ceballos y Kathia Castillo Hernández son muy peculiares: si bien no se ha sabido de familiares arropados con chambas en la administración estatal, está claro que ya no actúan como una oposición en el Poder Legislativo, sino que se han convertido en las matraqueras del indirato sin mayor explicación. Los últimos temas importantes para la causa morenaca y sus compinches, como la aprobación del presupuesto y que sólo comparezcan ante los tribunos cinco secretarios del chiquigabinete de vacilada (uno de ellos, el de Seguridad Pública, a regañadientes), fueron votados favorablemente por ese par o, en su defecto, se ausentaron para que no contaran con ellas.
Por lo pronto, enumero a continuación algunos casos de los nombres de algunos que están bien conectados con el indirato: en el gobierno de la Indi estaba una hija del cabeza de títere Hugo Vázquez Montes, que está al frente del IPECOL, pero la premiaron con un cargo mucho mejor en la súper delegación federal en la que se encuentra al frente la impresentable Viridiana Valencia Vargas. También cobra en la Secretaría de Movilidad un hijo del pelón encajoso Arturo García Arias, que a su vez se embolsa 50 mil mensuales como asesor de la Lupita Solís Ramírez, que es la secretaria General de Gobierno.
A la cadena de asesores inútiles de Indira Vizcaíno, como el porro de las redes sociales Ricardo el Niño Fidencio Sánchez Arreguín, la nutrióloga Sofía Bayardo Cabrera (hermana de la inepta y mediocre Rosa María Bayardo, que aspira aún a ser presidenta municipal de Manzanillo con todas sus limitaciones a cuestas) y de Rafael Briceño Alcaraz, hay que sumar al hijo de éste, de igual nombre, enchufado en el Consejo de Participación del Estado de Colima. No olvidemos tampoco a una tal Alondra Soto, heredada por José Ignacio Peralta Sánchez en la Secretaría de Planeación, Finanzas y Administración, con un sueldo de 44 mil al mes.
¿Qué tienen en común todos los que han sido mencionados, además de los que irán apareciendo más adelante? Forman parte de la Familia Feliz en los tiempos del indirato, que de la austeridad franciscana ya pasó a la humildad de los monjes de la orden de los dulcineanos. Así de “pobres”. ¡No te acabes, Indira!