POR Luis Fernando Moreno Mayoral
La metralla de amenazas de Donald J. Trump al gobierno mexicano ha provocado una serie de reacciones patrioteras que, en algunos de los casos, resultan un tanto hipócritas.
Empecemos por lo importante:
La llamada que sostuvieron el presidente de Estados Unidos y Claudia Sheinbaum Pardo tuvo como desenlace que no se impusieran aranceles del 25% a todos los productos mexicanos durante un mes.
¿Es un logro? Momentáneo, pero sí: nada ni nadie puede garantizar que en cuestión de días el magnate incumpla su palabra y vuelva al ataque.
La versión de Donald Trump sobre la llamada entre su par de México, en la red social que él creó, pone a la presidenta como alguien que cede fácilmente; lejos de eso, se mantiene el compromiso de no imponer aranceles durante todo el mes de febrero.
La acusación de que el gobierno de México protege a los cárteles de la droga es demoledor: si bien hay evidencias de que el crimen organizado jugó un papel importante en las elecciones del 2021 y el 2024, lo cierto es que no hay un solo funcionario ni líder de partido señalado por nombre y apellido.
Salvo el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, los señalamientos contra otros políticos no pasan de ser material para escribir columnas y libros que se vuelven bestseller.
El gobierno mexicano debe priorizar las relaciones con Estados Unidos y mantener la cooperación en temas de interés para que los dos países puedan convivir en armonía; sólo así se podrá evitar una crisis económica que afecte los bolsillos de los mexicanos.
Que Ecuador haya impuesto aranceles a México debe tomarse como lo que es: un mal chiste.
El boicot a empresas estadounidenses es de doble moral: no comprar productos de esas cadenas a los únicos que va a perjudicar es a los empleados, que son, en su inmensa mayoría, mexicanos.
La funa a la Coca-Cola, por ejemplo, es interesante por lo que diremos más abajo: la empresa, principal generadora de diabetes y obesidad infantil en el mundo entero, le regaló a Donald Trump una botella de edición especial por su regreso a la Casa Blanca.
En redes sociales, como en Meta, Instagram y TikTok, hay toda una campaña en contra del refresco de cola por ese hecho; el problema es la doble moral de quienes participan en esa estrategia que de nada sirve.
La Coca-Cola es veneno puro: es la principal causa de muerte por diabetes y obesidad en el planeta Tierra.
Pero no boicotean el producto por eso; lo hacen porque recibieron con alegría el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos.
En Colima, por ejemplo, el presidente municipal Riult Rivera firmó un convenio con la empresa Embotelladora de Colima Coca-Cola y sus gerentes en la entidad, de la familia Brun, “para la donación y suministro de agua no potable para riego exclusivo en áreas verdes, que permitirá la mejora en el mantenimiento de parques, jardines y camellones del municipio”.
¿Alguien sabe si, por solidaridad con los paisanos que están en el norte, Riult Rivera romperá el convenio de colaboración con la empresa Coca-Cola en Colima?
No, ¿verdad?
El alcalde lo sostendrá porque, antes que la empatía con quienes serán repatriados a México, lo que más le importa es el dinero —mal habido, por supuesto— que le pueden aportar los empresarios que están detrás de su proyecto político; ahí también participan mercenarios que lavan dinero para el crimen organizado y escriben loas al presidente en sus espacios en medios de comunicación.
Las primeras amenazas lograron sortearse en beneficio para México; esperemos que así continúen.