POR Jorge Octavio González
Denunciaron acoso en el Instituto Universitario de Bellas Artes (IUBA) y en la Universidad de Colima dijeron que eran casos aislados.
Se publicaron decenas y decenas de confesiones de alumnas y exalumnas de la Facultad de Letras y Comunicación sobre el acoso y hostigamiento sexual de Carlos “N”, Dante “N” y Alonso “N”; como son amigos del rector Christian Torres Ortiz Zermeño han ignorado las acusaciones y los profesores continúan dando clases como si nada.
Esta semana, en estas páginas, llegó otra serie de denuncias sobre acoso sexual y malos tratos en la Dirección General de Difusión Cultural de la Universidad de Colima.
¿Qué van a decir ahora las autoridades? ¿Que son casos aislados? ¿Que todas las quejas que se interponen en la Unidad para la Atención Integral a la Discriminación y la Violencia de Género se analizan por especialistas y se toman las mejores decisiones?
En el escrito hecho llegar a PXPress, las autoras señalaron que al menos a seis de ellas las han acosado y hostigado sexualmente. “Unas salieron huyendo por miedo, otras nos atrevimos a hablar y decir lo que estaba pasando, pero no hicieron nada, usted señor RECTOR, se enteró de todas estas irregularidades y abusos, pero no hizo nada”.
Y añadieron: “A nosotras las acosadas y abusadas nos cambiaron de oficina y nos callaron, mientras los acosadores siguen en sus puestos de trabajo y riéndose de nosotras”.
¿Eso, rector Christian Torres Ortiz Zermeño, es digno de una institución educativa que se dice feminista? ¿Realmente remover a quienes sufrieron acoso y amenazas es la solución más inteligente que encontraron? ¿Dejar a los agresores en sus puestos de trabajo fue lo único que se les ocurrió para dar carpetazo al problema? ¿Así actúan en los casos de acoso y violencia de género en la Universidad de Colima?
Ayer, cuando se publicó el texto de las mujeres que sufren acoso en la Dirección General de Difusión Cultural, en los comentarios una joven confirmó lo dicho por sus compañeras y agregó: “Yo misma ingresé una queja en su contra (la directora de la dependencia) en la Unidad de Investigación de la Contraloría General, pero como siempre, impunidad, miopía y más violencia institucional”.
Un caso, aunque no se tiene que menospreciar, puede ser aislado; dos o tres ya mueve a sospecha. Pero cientos de casos exhibidos con audios y conversaciones de chats con los maestros acosadores ya no debe ser ignorado por las autoridades; ahí hay algo que no está bien y la Unidad para la Atención Integral a la Discriminación y la Violencia de Género debe actuar en consecuencia y emitir una resolución implacable en contra de los agresores.
¿De qué sirve, pues, que el rector de la Universidad de Colima le ordene a la Abogacía General que emita un comunicado en donde informe que 16 profesores han sido despedidos y que hay otros tantos que ya están tomando cursos de sensibilización con perspectiva de género? De nada, por supuesto.
Ya quedó comprobado, con infinidad de testimonios, que las alumnas confiaron en el protocolo de atención a víctimas de la violencia de género, pero que sus integrantes, en lugar de ayudarlas y acompañarlas en sus quejas, lo primero que hicieron fue informarle al agresor la identidad de la denunciante, además de que, en tanto se analizaba el caso y se emitía una resolución, tendrían que convivir en la misma aula tanto la víctima como el acosador.
Con conocimiento de causa, las mujeres que denunciaron acoso y malos tratos en la Dirección General de Difusión Cultural fueron contundentes en torno al conocimiento que tiene Christian Torres Ortiz Zermeño de la podredumbre que hay al interior de esta y otras dependencias de la casa de estudios:
“Usted, Rector de la Universidad de Colima, tiene pleno conocimiento de lo que pasa dentro de esta dirección, los abusos, las irregularidades, los desvíos y no hace nada, parece que su LEY CERO TOLERANCIA no existe en esta dirección; también sabe que hay un grupo de trabajadores que tiene esta directora, el cual goza de privilegios, además de burlarse, criticar, amenazar y hostigar a sus compañeros”.
Durísimo texto de quienes han dejado claro que no van a seguir calladas; lo que sigue es la denuncia pública para ver si ahora, por fin, las autoridades dejan de proteger a acosadores en la Universidad de Colima.