Inicio de semana sangriento en Colima

POR Jorge Octavio González

Cierto es que, en cuestión de seguridad, los gobiernos estatal y municipal deben coordinarse para coadyuvar en el combate al crimen organizado.

Pero cuando no existe esa sinergia los únicos que salen perdiendo son los ciudadanos y los que ganan son los delincuentes.

Los primeros tres años de este sexenio, sin embargo, los municipios de Colima y Manzanillo no tuvieron la coordinación esperada con el Estado para mantener los índices de seguridad a la baja; la tónica fue el golpeteo de un lado hacia el otro con fines políticos.

El gobierno del Estado, consciente de la situación a nivel nacional, permitió que la Federación absorbiera la estrategia de seguridad porque solos no tendrían éxito; incluso si la gobernadora implementara una política propia y autónoma para combatir a la delincuencia organizada se irían en cascada de Colima todos los elementos de la Guardia Nacional y La Marina Armada de México.

Los únicos felices por esa situación serían los criminales.

Los resultados de esa falta de coordinación y celo político están a la vista: Colima y Manzanillo son las ciudades más sangrientas de México y del mundo entero.

Y no digan que el Municipio no tiene injerencia en la seguridad porque sí la tiene: cuentan con una Policía Municipal que recibe recursos federales todos los años y millones de pesos para equipamiento y capacitación de sus elementos.

Si no tuvieran una participación en el combate a la inseguridad, entonces cuál sería su razón de ser.

Mejor que los eliminen y que sea la Policía Estatal, en coordinación con la Guardia Nacional y La Marina Armada de México, la que se encargue de la seguridad en la entidad de Colima.

Pero eso no es así; aún está vigente en la Constitución que los tres órdenes de gobierno tienen a sus propias fuerzas del orden y deben trabajar en conjunto para garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Si el fin de semana fue lamentable el saldo de hechos de violencia en Colima y Manzanillo, este inicio de semana fue la secuela del horror.

Ayer lunes, muy temprano, en la colonia Prados del Sur, en la calle Sauz, del municipio de Colima, un joven fue asesinado de varios disparos por sujetos desconocidos; hasta el lugar de los hechos llegaron las autoridades para acordonar el área y hacer las investigaciones correspondientes.

Más tarde, sin embargo, afuera de la central camionera Los Rojos unos sicarios balearon a dos personas que estaban caminando; una femenina quedó tendida en el lugar y el masculino fue auxiliado por sus amigos para recibir atención médica, pero debido a la pérdida de sangre no pudo continuar más y se desvaneció.

Y en Manzanillo un sujeto fue baleado sobre la calle Ramón Iturbide, en La Tolva, mientras paseaba en su bicicleta; reportes indican que un sujeto en motocicleta se le emparejó y le disparó.

Más tarde, por el hotel Bahía, en Santiago, otro individuo fue asesinado a balazos.

Y ya por la noche, en Olas Altas, fue asesinado un hombre en un inmueble abandonado.

Las presidentas municipales de Colima y Manzanillo ya están por salir; veremos si los que entran sí se preocupan por su gente y colaboran estrechamente con el gobierno del Estado.

Al menos la nueva presidenta de Manzanillo sí lo hará.

¿Lo hará el de Colima?