Inferno: exterminar la mitad de la población para salvar a la humanidad

POR Luis Fernando Moreno Mayoral

—Si pudieras accionar un interruptor y matar a la mitad de la población de la Tierra, ¿lo harías?

—Claro que no.

—Muy bien. ¿Y si te dijeran que, en caso de no accionarlo ahora mismo, la raza humana se extinguiría en los próximos cien años? ¿Lo harías entonces? ¿Aunque supusiera la muerte de amigos, familiares y posiblemente la tuya propia?

Dan Brown, en su más reciente novela Inferno, retoma la tesis denominada Ecuación del Apocalipsis de la Población, que trata, en resumidas cuentas, de una reducción de más de la mitad de la humanidad para que el planeta retome el equilibrio que, de otra manera, está destinado al final de los tiempos. Muy polémico, desde luego.

Sienna Brook, que en esta novela acompaña al simbiólogo Robert Langdon por los museos más importantes de Italia, lo explica más detalladamente:

“Básicamente, consiste en la explicación matemática del hecho de que la población de la Tierra va en aumento, la gente vive durante más años y los recursos naturales, en cambio, no dejan de disminuir. La ecuación predice que este curso de los acontecimientos no puede tener otro resultado que el apocalipsis de la sociedad. Zobrist ha vaticinado de manera pública que la raza humana no sobrevivirá otro siglo a no ser que tenga lugar algún tipo de extinción masiva. De hecho, en una ocasión Zobrist llegó a declarar que lo mejor que le ha pasado nunca a Europa ha sido la Peste Negra”.

La divina comedia, de Dante Alighieri, es el secreto, por la simbología de sus cantos, para que Robert Langdon, que amanece en un hospital de Italia sin recordar por qué, descifre qué tiene que ver con esa conspiración de un científico que tiene a la Organización Mundial de la Salud y a organismos secretos de Estados Unidos de cabeza; tendrá que codificar símbolos que sólo él, por su formación, es capaz de hacer para entender por qué desde que se despertó con una herida de bala en la cabeza lo siguen personas que ni siquiera sabe quiénes son.

Retomando lo dicho por el científico sobre la Peste Negra, Dan Brown escribe: “Que Bertrand Zobrist describiera la Peste Negra como lo mejor que había pasado nunca en Europa era ciertamente sobrecogedor y, sin embargo, Langdon sabía que muchos historiadores habían documentado los beneficios socioeconómicos a largo plazo que tuvo la extinción masiva en el continente durante el siglo XIV. Antes de la plaga, la superpoblación, las hambrunas y las penurias económicas asolaban la Edad Media. Si bien espantosa, la repentina llegada de la Peste Negra mermó la población humana y provocó una repentina abundancia tanto de comida como de oportunidades que, según muchos historiadores, fue el principal catalizador del Renacimiento”.

Escritor políticamente incorrecto, Dan Brow, en Inferno, resurge de sus cenizas; no porque El símbolo perdido fuera malo, sino porque su nueva obra remueve las fibras más sensibles de una sociedad de doble moral; una sociedad que ve por sus propios intereses y no le importa lo que suceda con los demás, pero que, de igual manera, se escandaliza cuando las soluciones que se dan a conocer son drásticas…aunque, analizándolo fríamente, sean las únicas para mantener el equilibrio en la Tierra.

Interesante, por otro lado, la visión del transhumanismo. Sinskey, la alta funcionaria de la Organización Mundial de la Salud, dice que es “un movimiento intelectual, o una especie de filosofía, que se está extendiendo como la pólvora entre la comunidad científica. En esencia, los transhumanistas defienden que el ser humano debería utilizar la tecnología para trascender las carencias inherentes a nuestros cuerpos. En otras palabras, que el siguiente paso de la evolución humana debería consistir en que comenzáramos a manipularnos genéticamente a nosotros mismos”.

Se contraponen, pues, las dos tesis: la Ecuación del Apocalipsis de la Población y el transhumanismo. La primera propone que, en los próximos años, la población no crezca aceleradamente mediante medidas drásticas; la segunda modifica la genética de las personas para que las futuras generaciones vivan más y no padezcan enfermedades mortales. Las dos, ciertamente, tocan sus extremos; la religión y la moral divide a la sociedad y pone en una encrucijada a los gobiernos que tienen en sus manos esta responsabilidad.

Inferno, sencillamente, supera por mucho a El símbolo perdido; de idolatrar a la Biblia y señalar a los masones como los verdaderos salvadores del mundo, pasa, invariablemente, a justificar, en la voz del científico Bertrand Zobrist, la Ecuación del Apocalipsis de la Población. Pero no es, como se pudiera creer, un exterminio como el de Hitler a los judíos o las armas nucleares que esparcen virus que matan inmisericordemente; se trata de un virus que simplemente evita que haya más reproducción para que, con el paso de los años, la sobrepoblación no sea el acabose de la humanidad.

Novelas como ésta, generalmente, tienen sus seguidores y detractores, pero nunca pasan desapercibidas.

Y ustedes: ¿accionarían el botón para matar la mitad de la población si, con eso, salvan la humanidad del exterminio?