POR Jorge Octavio González
Indira Vizcaíno no es ninguna ingenua ni improvisada; es indolente, cínica, sinvergüenza y tiene un egocentrismo tan grande que en su círculo cercano no se atreven a decirle lo que realmente sucede, sino lo que ella quiere escuchar.
La runfla de aduladores, muchos de ellos cobrando como asesores 60 mil pesos al mes, ya midió a la mandataria estatal y saben cómo adularla para que les regrese una sonrisa y hasta unas palabras de elogio.
Falló, de la peor manera, su manejo de crisis en el derrame de químicos en Manzanillo, en donde, desde el primer día que se suscitó el incidente, se tuvo conocimiento de que alrededor de 800 personas habían sido afectadas en su salud por la nube gris tóxica que se formó en el puerto.
Negar la realidad es ya, como se dice en vulgo, una costumbre; tan es así que Rosi Bayardo, la directora del DIF Estatal que nada sabe sobre cuestiones portuarias, tuvo que salir en mancuerna con los corruptos de ASIPONA a tratar de desmentir lo que había sucedido.
Ni siquiera aprendieron de ese error; por el contrario, se vanagloriaron de su soberbia y su discurso oficial fue cuestionar a Griselda Martínez Martínez por visibilizar el problema, aun cuando la propia gobernadora, sin mencionarla, la cuestionó por dar una mala imagen del puerto ante el mundo, como si la imagen fuera más importante que las vidas que pudieran perderse por la irresponsabilidad de las autoridades portuarias.
Esta semana, en PXPress, se presentó un trabajo sobre los contratos que el gobierno del Estado le ha otorgado a una empresa para la adquisición y distribución de uniformes de preescolar, primaria y secundaria de las escuelas públicas del Estado.
¿Cuál es el problema en esto? Que, en primer lugar, la persona que ha recibido por dos años consecutivos el contrato para el programa Coli-Becas Uniformes es una empresaria que fue beneficiada en el ayuntamiento de Cuauhtémoc en el periodo de Indira Vizcaíno como presidenta municipal. Y, en segundo lugar, porque cuando recibió el primer contrato Victoria López Macías era la presidenta del Consejo de la Asociación de Industriales del Vestir de Colima, con lo que aprovechó ser juez y parte para asignarse ella misma los contratos de los uniformes, que suman, entre los dos, casi 60 millones de pesos.
Es en serio que nadie le dijo a Indira Vizcaíno que no podría otorgarle los contratos de Coli-Becas Uniformes, programa emblema de su gobierno, a una persona a la que le daba contratos desde que era presidenta municipal de Cuauhtémoc.
Pero sobre todo a una persona que estaba presidiendo una asociación que velaba por los intereses de las empresas textiles, cuya finalidad era que el gobierno del Estado les otorgara contratos para sus empresas…y que se los asignó para ella misma.
Coli-Becas Uniformes no es cualquier programa; es el emblema de la administración estatal, orgullo de la gobernadora Indira Vizcaíno. No puede ser que su gente más cercana no le haya advertido que la asignación de los contratos a Uniformes Vicky caería en una irregularidad mayúscula. Indira no puede ser tan ingenua ni tan descuidada.
Cierto es que, aunque en Cuauhtémoc los contratos los firmaba Guadalupe Solís, la entonces oficial mayor del ayuntamiento, la responsable de la operación era Indira Vizcaíno. Lo mismo sucede ahora: si bien los contratos fueron firmados por Rosario Silva Verduzco, en los hechos los 60 millones de pesos fueron avalados por Indira Vizcaíno.
Algo está pasando en el gobierno del Estado que no le atinan a su narrativa; ojalá la gobernadora deje a un lado la soberbia y el egocentrismo y en realidad se ponga a trabajar por Colima.
La inseguridad, sobre todo, es en lo que debe poner mayor atención, pues es una vil mentira que se hayan reducido en 40% los homicidios dolosos en comparación con la quincena pasada. No quieran jugar con la gente.
Un comentario sobre «Indira ya no controla la narrativa de su gobierno»
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