POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Está completamente comprobado que Indira Vizcaíno Silva, la Gobernadora Altozano, es la mujer más mala sangre de todo el estado. En lo nacional también están Claudia Shit!-baum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Layda la Albóndiga de Porcelana Sansores Sanromán, gobernadora de Campeche; Beatriz la Dama Buitre Gutiérrez Müller, la no primera dama de México, entre otras muchas más. Pero en la que me quiero centrar este día es en la hija postiza de Colima, porque ni siquiera es de aquí.
A la ex presidenta municipal de Cuauhtémoc la describen de cuerpo entero dos hechos que se han dado recientemente, donde demuestra la razón por la cual es la malvada, miserable y mezquina que conocen todos los colimenses. El primer tema es el del regalo de un bule a amlo en una reciente visita que el macuspano hizo por tierras jaliscienses, donde se reunió con los gobernadores de las vecinas entidades federativas: el pelón Enrique Alfaro Ramírez, de Jalisco, así como Indira Vizcaíno, de Colima.
Sin venir al caso, a la mujer se le ocurrió hacerle el mentado regalo a amlo en esa gira. El senil anciano ha estado en Colima en varias ocasiones más; por tanto, no había una razón especial para entregar el presente, si lo pudo haber hecho en otras tantas ocasiones. Hacerlo ahora demuestra que ella sabe que gracias al inquilino de Palacio Nacional es que llegó al Complejo Administrativo, Al poder accedió en muy mala hora gracias a turbias maniobras, de ahí que el único con el que le interesa quedar bien es con amlo. Y, si acaso, con Claudia.
El resto del mundo le tiene sin cuidado a la señora. Lo peor de todo es que el regalo se lo da a un mediano gobernante, sino a un déspota que es culpable de la violencia más cruenta que vive el país entero por su estrategia de “abrazos, no balazos”; del responsable, junto con López-Gatell, de la muerte de más de 2 mil niños con cáncer; del culpable de los cientos de miles que fallecieron por una pandemia que fue enfrentada de la peor forma posible, incluso con parafernalia propia de la Edad Media, no del siglo XXI, entre otras muchas calamidades de la que es responsable el vejete farsante.
Conmovido, el senecto aseguró que en su tierra al bule le dicen bush en el idioma indígena de la zona, lo que a los colimenses nos importa madre cómo se le conoce allá al artilugio de marras. Aunque es mujer, pero no cualquier mujer, Indira Vizcaíno debió haber ilustrado más al viejo ignorante de su presidente: bules (en plural) se le dice popularmente a la zona roja, es decir, esos lugares donde las mujeres se prostituyen, también conocidos como zona de tolerancia. ¿Por qué le dicen bules? Lo ignoro, pero así también le dicen en el vecino estado de Jalisco.
El otro tema sobre la gobernadora de Colima es su enésimo viaje a la capital del país donde fue a reunirse con sus amigas, la mayoría de ellas gobernadoras de otras entidades, quienes celebraron su propio Día Internacional de la Mujer, pues con el que se realizará el mero día, que es hoy miércoles 8 de marzo, es obvio que ninguna de ellas se identifica. Eso sí: tiene el cinismo Indira de lanzarle mueras al patriarcado, mientras se dibuja una sonrisa de oreja a oreja (como la del Gato de Cheshire, de la novela Alicia en el país de las maravillas) de los patriarcas amlo y Arnoldo Vizcaíno Rodríguez.
Solamente una mujer tan limitada en todos los sentidos, como lo es Indira Vizcaíno, puede salir a declarar que “la cuarta transformación será feminista o no será”, cuando el que la acuñó es un patriarca al que le rinden pleitesías todas las que participaron en ese aquelarre previo al oficial del mero Día Internacional de la Mujer, donde muchas feminazis darán rienda suelta a sus más bajas pasiones. Claro, hay feministas respetables, pero ellas perfectamente se distinguen de las que son feminazis. O sea: unas son feministas, otras son feminazis.
Pero lo que quiero destacar es lo siguiente: mientras Indira Vizcaíno festejaba alegremente su transformación de cuarta con puras beneficiarias del patriarcado, en Colima se enterraba a la segunda mujer policía que ha sido asesinada con apenas unos cuantos días de diferencia. ¿Hubo alguna muestra de solidaridad, un gesto de rabia por el artero ataque, una justificada indignación por lo que ocurre? Nada: ni la mínima referencia al tema, como si fuera ajena a todo lo que ocurre en el estado. Ya nos veremos en las urnas.