POR Luis Fernando Moreno Mayoral
Indira Vizcaíno debe estar nerviosa: sus delitos e irregularidades al frente del gobierno del Estado no sólo se han expuesto a la opinión pública sino que también se están denunciando ante las instancias competentes.
La exhibición de más de una docena de funcionarios de su administración operando en Jalisco a favor de Claudia Sheinbaum encendió las alarmas de que se estaba fraguando algo grande en su contra.
Días atrás, por supuesto, la denuncia de que más de 2 mil trabajadores de confianza estaban siendo objeto de extorsiones por parte de sus superiores para entregar parte de su salario para la causa sólo fue el principio del fin de la impunidad para la gobernadora y su séquito de rufianes.
Indira Vizcaíno, pese a que aplazó su aparición ante los medios de comunicación y quiso evadir todo el tiempo el elefante en la sala, con un cinismo que raya en lo patológico negó que estuvieran desviando recursos y púbicos y humanos para la campaña de la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Increíble, por cierto, cómo la mandataria es tan caradura como para negar lo evidente; tanto así que al siguiente día de la exhibición del segundo reportaje de Latinus uno de los 15 funcionarios que estaban en Jalisco presentó su renuncia con carácter de irrevocable.
Indira Vizcaíno, aun así, continuó con su narrativa de que ellos no estaban haciendo nada al margen de la ley.
Francisco Javier Pinto Torres, señalado como el funcionario de mayor nivel que estaba coordinando los esfuerzos en Jalisco a favor de Claudia Sheinbaum, negó en todo momento que haya hecho algo indebido; días después gente del mismo gobierno del Estado, de los que no avalan este tipo de presiones hacia su persona, se contactó con varios medios de comunicación ofreciéndoles audios del subsecretario del Trabajo dando instrucciones a su brigada en Jalisco.
Pese a que varios medios tenían las grabaciones, una radiodifusora los reveló antes que nadie; ahí se corroboró lo expuesto por Latinus y la operación política que estuvo haciendo durante dos meses Pinto Torres, el mismo que protegió a un acosador sexual cuando más de 6 mujeres denunciaron ante la Fiscalía General del Estado de Colima las perversiones de ese sujeto.
Indira Vizcaíno ha vuelto a esconderse de los medios que pueden cuestionarla acerca de si tomará acciones en contra de su subsecretario del Trabajo ante la evidencia contundente de que sí operó a favor de Claudia Sheinbaum en Jalisco y cometió delitos electorales.
Ayer, en un momento de sinceridad, César Guerra escribió en su cuenta de Facebook, a propósito de su participación en el equipo que fue a tierras jaliscienses a operar de manera ilegal a favor de una aspirante a la presidencia de la República, que “mi mayor error fue obedecer y quedarme callado, pero no más”.
El mensaje es claro: si, como dicen, la gobernadora le pidió la renuncia por creer que fue el que filtró la información al noticiero que conduce Carlos Loret de Mola, el compañero de partido de Javier Pinto Torres (Nueva Alianza) no se amedrentó sino que, por el contrario, está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.
Las amenazas son comunes en el gobierno del Estado en contra de los empleados que despiden, sugiriéndoles no hablar de más con los medios de comunicación; en este caso específico se puede deducir que no sucumbió ante nadie y que en breve podría filtrar más datos sobre todo lo que vio durante estos casi dos años que lleva la administración de Indira Vizcaíno.
El nerviosismo estriba en que, por supuesto, si César Guerra fue capaz de documentar todo lo relacionado con su salida a Jalisco para operar a favor de Claudia Sheinbaum, debe tener en su poder muchísima más información que compromete a funcionarios del gobierno del Estado en actos de corrupción, pero, sobre todo, a la gobernadora del Estado.
La podredumbre en el gobierno de Indira brotará como tapón de sidra y saldrá a relucir toda la porquería que han estado haciendo los funcionarios que dijeron que no eran como los de antes.
Y como en las cartas: pago por ver.