POR Jorge Octavio González
Desde este miércoles temprano circularon las imágenes duras y crueles de una mujer llamada Ana Marcela González que clamaba justicia por la golpiza que había sufrido de su pareja el pasado fin de semana.
Las fotografías son grotescas: moretones en el ojo, en la frente, en el cuello, en los brazos; las manos inflamadas a punto de reventarse. Era toda una oda al cine gore.
Desde luego que la víctima señaló al responsable: un médico especialista-maxilofacial que labora en el carísimo Puerta de Hierro y en el IMSS. Aquí nadie pone en duda la capacidad que pueda tener el sujeto en su profesión, sino la violencia con que se condujo en contra de la mujer con la que compartía su vida.
Cuando estaba circulando la denuncia pública por redes sociales, más de una persona dijo que ese sujeto tenía antecedentes de violencia con otras parejas; era lo que se puede decir un golpeador en serie de mujeres.
Y lo peor: una de las personas que hizo esos comentarios señaló que en la Fiscalía General del Estado de Colima no hacían nada en contra del doctor porque casi le pedían que llegara media muerta para que pudieran proceder.
Y así lo confirmó la propia Indira Vizcaíno: en su show de stand up Diálogos por la Transformación, a pregunta expresa porque ella por sí misma jamás sacó el tema a colación, sólo atinó a decir que no podían detener al agresor porque hay todo un procedimiento que se tiene que llevar a cabo en las dependencias competentes.
La solución que les dio la gobernadora que se dice feminista y defensora de las mujeres a quienes han sufrido algún tipo de violencia es que no puede hacer nada porque así lo marca la ley. ¿Y entonces los protocolos que dijo iba a implementar para proteger a las mujeres del acoso sexual y laboral en el gobierno del Estado? ¿De nada sirven?
Si alguien que demostró con fotografías que tenía golpes severos en diversas partes de su cuerpo no pudo tener la atención de las autoridades, ¿qué se puede esperar de alguien que está siendo acosada laboral y sexualmente en alguna dependencia de gobierno?
Lo sucedido hace unas semanas, en donde se dio de baja a un sujeto que protegió hasta la ignominia Javier Pinto Torres, fue extraordinario; llamó la atención porque los casos en contra de ese enfermo sexual trascendieron a los medios de comunicación; de otra manera lo más seguro es que ese tipo seguiría haciendo de las suyas ante la complacencia de su jefe el subsecretario de Trabajo.
El caso de la joven Ana Marcela fue igual: tuvo eco en las altas esferas de gobierno porque se hizo viral su denuncia, no porque las autoridades hubieran actuado a tiempo y con efectividad. Nada de eso. Ellos, tal y como lo denunciaron diversas personas en redes sociales, nunca hicieron nada en otros casos porque no había un cadáver que lamentar.
Indira Vizcaíno es falsa y mentirosa; no es cierto que sea defensora de las mujeres como tanto lo pregona. Ella es una fakeminista, una mujer que, valiéndose del movimiento feminista, actúa como si de verdad le interesara lo que pasa con las mujeres, cuando en realidad sólo utiliza la bandera para sus propios intereses o hacerse pasar ante la sociedad como una persona que daría su vida por las de su mismo sexo.
Ayer lo demostró en su conferencia de prensa: si no le preguntan sobre el tema no diría nada; ya que se vio obligada a hacer un posicionamiento, lo único que demostró es no tener empatía con las mujeres, pues casi la regaña por haber hecho pública su agresión, cuando lo cierto es que fue de esa manera como atrajo la atención de los medios y, por ende, de la gobernadora.
Si el mini fiscal incompetente Bryant Alejandro García Ramírez nunca quiso atender las denuncias en contra del médico especialista, ahora se tendrá que poner a trabajar porque su jefa ya se lo ordenó a través de su stand up.
Pero que quede claro una cosa: Indira Vizcaíno no es feminista. Ella es falsa. Ella es fakeminista.