POR Jorge Octavio González
Indira Vizcaíno, para decir que no la mueve el dinero, sí ha adquirido casas y vehículos costosos.
¿Se imaginan si no fuera apegada al dinero? A Carlos Slim lo vería para abajo.
Una investigación del periodista Óscar Adrián Luna, publicado en su portal Perriodismo, revela lo erogado por la gobernadora de Colima en una casa donde vive gente pudiente, fifí, de esos que AMLO desprecia.
Pero no sólo Indira tiene casa ahí; también Eduardo Jurado Escamilla, Arnoldo Vizcaíno Silva, María Guadalupe Solís Ramírez y Rosa María Cabrera Briceño, jefe de la Oficina de la Gubernatura, hermano de la mandataria, secretaria general de Gobierno y madre de la directora del DIF Estatal, respectivamente.
En marzo de este 2023 Indira Vizcaíno adquirió una residencia de 565 metros cuadrados de construcción y 570 de terreno. Ubicada en la calle Bosque de Guinea, la vivienda tuvo un costo de 6 millones 653 mil 980 pesos, lo que, de acuerdo al autor del reportaje, “equivale a 8 años netos de su sueldo como gobernadora”.
Si sólo estará seis años, si bien le va, cómo es que su sueldo le alcanza para adquirir una casa de este costo y magnitud. ¿Créditos? No viene en su declaración patrimonial. ¿Préstamos? Tampoco. ¿Qué más podría ser? Lo que hacen todos los gobernantes cuando llegan al poder: robar.
Sí: robar. Y claro que hay mecanismos para hacerlo sin que propiamente se vea como un robo. Los moches para la asignación de contratos, por ejemplo, es un método muy común en los gobiernos. Indira tiene la facultad de ordenarle al Comité de Adquisiciones, que en teoría se asume como autónoma, para que decidan en conjunto a qué proveedor se le asigna tal o cual contrato millonario. Y ahí sale el dinero que se reparte entre unos cuantos, llegando a manos de la gobernadora la mayor parte.
Y si tomamos en cuenta que se han asignado por adjudicación directa cientos de contratos millonarios, ya se pueden imaginar la cantidad de dinero que ha acumulado Indira y sus secuaces por este mecanismo.
Arnoldo Vizcaíno Silva, el hermano que tiene un cargo por el que se supone no cobra un solo peso del erario, compró una casa en el mismo fraccionamiento que su hermana en 3 millones 268 mil 970 pesos.
Mará Guadalupe Solís Ramírez, que antes de ser secretaria general de Gobierno tenía un carrito de hotdog y cuidaba a los hijos de Indira Vizcaíno, adquirió una casa en la calle Bosque de Nivirim, en 3 millones 846 mil 016 pesos.
Eduardo Jurado Escamilla, jefe de la Oficina de la Gubernatura, compró una casa en Bosque de Neuquén, en 3 millones 451 mil 417 pesos.
Y la madre de Rosa María y Ana Sofía Bayardo Cabrera, compró en febrero pasado una casa en la calle Bosque de Nivirim en 3 millones 721 mil 552 pesos.
¿En realidad sus austeros sueldos les alcanzan para semejantes mansiones, en fraccionamientos de gente aspiracionista? Claro que no.
La explicación es: si no suena lógico, suena metálico.
Indira Vizcaíno llegó al gobierno del Estado con trampas, con dinero del crimen organizado y con la ayuda de la clase priísta y gobernante que operó para que llegara a cambio de impunidad.
Sus cómplices, como ha quedado demostrado, son Guadalupe Solís, Eduardo Jurado, su propio hermano y, por supuesto, Rosi Bayardo, a la que quiere hacer candidata de MORENA a la presidencia de Manzanillo.
Si esto hacen a casi dos años de haber llegado al gobierno, quién sabe de qué más serán capaces estos funcionarios corruptos.
Indira Vizcaíno es una política corrupta, como los de antes, cínica, indolente y con una perversidad que sólo su creador político le pudo inculcar. Es una calamidad que pronto se irá.