IMSS Colima, campo de concentración de la muerte

POR Luis Fernando Moreno Mayoral

Ayer en PXPress se hizo pública la denuncia de que, durante una semana, en el Instituto Mexicano del Seguro Social de Colima dejaron a pacientes de cáncer sin sus sesiones de radioterapia.

La justificación fue que la máquina se había descompuesto.

El problema, sin embargo, es que la condición de los pacientes no es la misma; cada uno tiene sus particularidades que, ciertamente, deben ser atendidas.

Una paciente que estaba en buenas condiciones pudo esperar dos días más para recibir sus tratamientos; no así los demás, cuya salud está más deteriorada y cada día sin su sesión puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

En el IMSS, efectivamente, eso los tiene sin cuidado.

Para que no se preocuparan, les dijeron que la institución tiene convenios con clínicas privadas de Colima que pueden salir al quite cuando la máquina deje de funcionar.

Lo cierto, en este caso, es que no hay convenio vigente con una sola clínica privada: médicos que estuvieron en el IMSS señalaron que dicha colaboración venció a la mitad del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

La máquina que realiza la radioterapia pudo quedar en una semana; sin embargo, qué pasaría cuando la falla sea más grave y su compostura lleve meses.

Si no hay convenio con ninguna clínica privada, eso significa la muerte segura de la mayoría de los pacientes; algunos sobrevivirán por haber empeñado todos sus bienes para costear el tratamiento en una institución de paga.

¿Y los demás?

Total: a la delegada Fátima Borrego Pérez, que ni se deja ver, ni le va ni le viene: sencillamente es una indolente.