POR Luis Fernando Moreno Mayoral
El Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Colima nunca ha firmado un cheque en blanco a ningún alcalde.
Ha habido líderes sindicales que han trabajado mejor con autoridades priístas, es cierto, pero eso no significa que han permitido que pisoteen sus derechos laborales; con quienes sí han peleado a muerte es con los panistas, por ejemplo.
Cuando Mario Anguiano Moreno fue presidente municipal, en el trienio 2006-2009, nombró como director general de Servicios Públicos a Edgar Pavón Martínez, un sujeto que trataba de manera hostil a los sindicalizados y constantemente le generaba conflictos al presidente con el gremio sindical.
Recuerdo que fue en el primer año de la administración, allá por el 2007, cuando, por conducto de César Villalba Arceo —¡eres un santo y un sabio!—, me concedió una entrevista exclusiva Héctor Arturo León Alam.
Cuando ingresamos a su oficina, que en ese entonces se encontraba por la avenida Maclovio Herrera, se le notaba agitado, ansioso; en el lugar estaba el también fallecido Alfredo Montaño Hurtado, quien se quedó durante el intercambio de información entre el líder sindical y yo.
Cuando encendí la grabadora, Arturo León comenzó a despotricar en contra de Edgar Pavón, a quien no bajaba de un mal elemento que sólo le estaba provocando problemas a Mario Anguiano; después de unos minutos narró un episodio que acababa de suceder unos minutos atrás en un lugar donde se encontraron los dos.
Para no extenderme más, el líder sindical relató que, en un intercambio de insultos, el funcionario anguianista le mentó la madre a Héctor Arturo León y lo retó a golpes, algo a lo que estuvieron a nada de materializar.
Arturo León, todavía con la excitación a flor de piel, esperaba lanzarle ese golpe a uno de los funcionarios más hostiles que haya habido contra los trabajadores sindicalizados del ayuntamiento de Colima; su enojo se notaba a kilómetros y contaba las horas para que pudiera salir la declaración en la prensa.
En ese entonces no había la inmediatez de hoy; no existía Twitter (hoy X) y el Facebook lo utilizaban la mayoría para ligar; el internet estaba en pañales y yo trabajaba en un medio impreso.
Cuando regresé a la oficina de comunicación social del ayuntamiento de Colima, ubicada en la entrada de Palacio Municipal, vi que Arturo León llegó con un séquito de trabajadores sindicalizados con el objetivo de ver a Mario Anguiano Moreno.
No lo hicieron esperar y enseguida ingresaron al despacho privado del presidente municipal. No sé cuánto tiempo pasó, pero lo que sí me percaté es que salieron sonrientes y abrazados.
En ese momento decidí no sacar la publicación.
Ya para entonces Mario Anguiano Moreno sonaba fuertemente para ser el candidato del PRI al gobierno del Estado; la otra opción era el siniestro y perverso Arnoldo Ochoa González, arropado por ex gobernadores corruptos y un medio que ejercía presión a través de la calumnia y la extorsión.
Arturo León no podía romper con el presidente municipal porque sería hacerle el trabajo sucio al grupo político que representaba la corrupción y el crimen organizado; haber publicado la información que me proporcionó habría sido demoledor y se habría roto la confianza entre Mario Anguiano y León Alam.
El grupo conformado por Octavio García Salazar y Óscar Valdovinos Anguiano, oficial mayor y tesorero del ayuntamiento de Colima, respectivamente, habrían convencido felices de la vida al presidente de excluir al líder sindical porque para ellos era un dolor de cabeza tener que hacer ajustes en el presupuesto para apoyar a la clase trabajadora.
Octavio García y Óscar Valdovinos, sumados a Edgar Pavón, sí habrían logrado que Mario Anguiano se peleara con Héctor Arturo León Álam; sin embargo, los funcionarios de la administración municipal no tenían visión de largo alcance e ignoraban que un rompimiento con el sindicato podría haber cambiado la historia política de Colima.
Cuando fue alcalde Héctor Insúa García, por ejemplo, Arturo León Alam le proporcionó a mi padre Bibiano Moreno Montes de Oca información sobre las irregularidades de la gestión del panista; como siempre estuvo al lado de los trabajadores, mi papá se la jugó con el líder sindical toda la administración y el resultado fue una derrota estrepitosa en su intento de reelección.
Riult Rivera es panista de cepa y los ideales y el plan de gobierno que implementan cuando son gobierno, como tienen una visión empresarial, chocan con la clase trabajadora porque, a su ver y entender, piden demasiado y hacen poco.
Aunque hay una mezcolanza de funcionarios del PRI y el PAN, predominará el estilo panista, que es, como sucedió con Héctor Insúa, marginar a los trabajadores sindicalizados porque aborrecen tener que destinar una parte del presupuesto en lo que consideran excesos y privilegios para los líderes sindicales.
De acuerdo a la información existente y a los problemas financieros que hay, en el primer semestre del 2025 habrá un rompimiento entre Riult Rivera y Héctor Arturo León Alam; si de plano logran superar esa barrera de tiempo, sería a finales del próximo año.
Con la anterior presidenta municipal rompieron al tercer año.
Nomás como dato.