POR Jorge Octavio González
Al inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, allá por el 2018, se implementó una estrategia para humillar a los gobernadores que no fueran afines a la 4T.
Aunque podría considerase un tanto infantil, lo cierto es que desde presidencia de la República se organizaba a un grupo de personas que, en cuanto el mandatario de la entidad era mencionado o subía al escenario a dar un mensaje, era objeto de abucheo y gritos de desprecio.
A José Ignacio Peralta Sánchez le tocó cuando, a meses de dejar la gubernatura, López Obrador venía a respaldar a la mandataria electa que estaría a pocos días de asumir el poder en Colima.
Alguien que tiene toda la escuela de AMLO y sabe sus estrategias y hasta sus obsesiones es, ciertamente, Griselda Martínez Martínez, actual presidenta municipal de Manzanillo.
Coincidió que, en el tramo final de su sexenio, Andrés Manuel López Obrador está acompañando a Claudia Sheinbaum a visitar todas las entidades de la República como una especie de acto simbólico de presentación en sociedad.
Y también, como sucedió al inicio de la administración federal, en cada entidad que visitan el gobernador es insultado por un grupo de ciudadanos que, por supuesto, es pagado y adiestrado para que hagan lo propio.
El pasado viernes, sin embargo, AMLO y Claudia Sheinbaum estuvieron en Manzanillo en ese cierre de sexenio, donde también anunciaron obras y acciones que beneficiarán a Colima.
Esta ocasión, desde luego, no fue invitada la presidenta municipal del puerto.
La razón es harto conocida: quiso imponer a su sucesora en la alcaldía y tener una curul en el Senado de la República, algo que no le concedieron; como respuesta, se rebeló y atacó al oficialismo y fue capaz de afirmar que gente del crimen organizado ha estado en eventos de la gobernadora de Colima y de la entonces candidata Claudia Sheinbaum.
El oficialismo en Colima no contaba con que Griselda Martínez utilizaría la misma estrategia que emplearon contra gobernadores de extracción priísta y panista, pero ahora contra ellos mismos.
Y así fue: gente pagada por Griselda Martínez, algunos otros beneficiarios en cargos y prebendas de la alcaldesa manzanillense, acudieron al evento del pasado viernes y comenzaron a gritar (“¿Dónde está Griselda? ¿Dónde está Griselda?”) justo cuando la gobernadora daba su discurso.
Si alguna esperanza tenía de reivindicarse y ser devuelta al rebaño morenista, con esta acción ya quedó definitivamente fuera del movimiento obradorista.
Pero a Griselda Martínez eso parece no importarle; al menos tuvo la satisfacción de amargarle el evento a su eterna rival con un acto que tiene el sello de la casa amloísta.
Eso, sin embargo, es infantilismo, ganas de joder; ni perjudica ni beneficia a nadie ese tipo de acciones.
Llegará en breve la nueva presidenta de la República en la persona de Claudia Sheinbaum y en Colima esperamos que, de la mano de la gobernadora, por fin haya atención en los temas prioritarios y de mayor importancia para la sociedad, como la salud y la seguridad.
Ya no falta mucho para comprobarlo.